La religión se fundamenta en tener fe pero es pura teoría, la práctica, las vivencias diarias y el respeto mutuo, es la única y verdadera realidad, desde que nacemos hasta que nos llega la hora final.
Cuando uno oye a “Monseñor” Alberto Ruiz Gallardón, decir que “su” Ley del Aborto es para proteger el derecho de todos a la vida uno piensa en que lo que intenta el futuro clérigo es dar a entender que la misión de la Iglesia Católica es dejar bien claro que para Dios somos todos iguales. Ante tal infundio, no en lo que respecta a esa igualdad que Dios nos dispensa a todos y que considero que todos los creyentes lo tenemos claro, sino en que se tenga que llegar a mentir descaradamente para dar visos de legitimidad a la defensa a ultranza que el aspirante a santo hace sobre el mantener y que lo por tanto sea un hecho delictivo con repercusiones de tipo penal, el que una mujer aborte por motivo de una grave malformación congénita que va a comportar el que se dé vida a un ser que no va saber nunca jamás que es la vida, ni lo que pueda tener de bueno, que es muy poco ni lo que va a tener de malo que es mucho. Esto, el vivir, si se puede definir como vivir en esas circunstancias, es algo que solo puede tener cabida en una mente donde las ideas religiosas superan a la realidad de la vida. A la verdad. La religión se fundamenta en tener fe pero es pura teoría, la práctica, las vivencias diarias y el respeto mutuo, es la única y verdadera realidad, desde que nacemos hasta que nos llega la hora final.
Esto de penalizar el aborto por grave malformación congénita, en mi opinión, provoca el que nos preguntemos si todos somos hijos del mismo Dios o es que para algunos que defienden el catolicismo existe más de un Dios. Un feto malformado tiene derecho, según propugna la ley con el apoyo de los obispos, a la vida y tiene derecho también a ser acogido en el seno de la Iglesia Católica, otra cosa es que sea atendido y cuidado por esta si sus progenitores fallecen antes o no disponen de medios económicos, cosa que no se da con mucha frecuencia, me refiero a estar bajo la tutela y atenciones de los religiosos. Eso ya es otro cantar. Una cosa es predicar, nunca mejor dicho, y la otra dar trigo.
Si todos somos hijos del mismo Dios, ¿alguien me puede explicar porque hemos visto en la prensa noticias tales como el que un cura, concretamente en Monforte del Cid, se negó a que comulgase una niña discapacitada? La decisión de este cura provocó una fuerte movilización del vecindario que el Obispado tuvo que rectificar y asegurar que sí permitiría comulgar a la niña mentalmente discapacitada y que todo había sido un “mal entendido”. ¿Me pueden aclarar, si es que hay argumentos para ello, porqué el cura de Vegamuiños en O Barco (Ourense) le negó la Primera Comunión a un niño con síndrome de Down, porque según los padres manifestaron que el cura les dijo que el niño “desentonaba”? El cura aseguró que para recibir la Comunión el Derecho Canónico exige estar en uso de razón. ¿Está en uso de razón un bebé cuando se le bautiza? Le cuento también que el presidente de la Confederación Española de Organizaciones a favor de las Personas con Discapacidad Intelectual (FEAPS) le dirigió en su día una carta a Rouco Varela expresándole su indignación porque un cura de El Escorial se negaba a dar la Primera Comunión a un niño con espina bífida. También pongo en su conocimiento que en la catedral de Almería le impidieron el acceso a un grupo de chicos con el síndrome de Down. Alguien que no fue identificado, alegó ante los monitores que les acompañaban que estos chichos “ni sienten, ni padecen ni entienden”. Menudo imbécil, con razón omitieron su cargo y su nombre y apellidos. Posteriormente solo aclararon que se trataba de un sacerdote. Al siguiente día, el canónigo archivero de la catedral dijo que el sacerdote que echó a este grupo de niños era un sacerdote de avanzada edad, sería un “progre” como Gallardón pero con unos pocos años más. La Iglesia pidió perdón por el “incidente”. No creo que fuera un incidente sino una “cantada” discriminatoria y sin sentido y no precisamente que tuviera que ver con una salve a la Virgen. Esto hace que muchos se puedan preguntar que quiso realmente decir Dios con eso de “Dejad que los niños se acerquen a mí”. Estoy seguro de que se refería a todos fuera cual fuera su circunstancia física o mental.
El caso es que según el ‘cartujo’ Gallardón sí a los fetos con graves deformaciones congénitas y sin posibilidades ni la más mínima opción o perspectiva de llegar a saber lo que es vivir, y negativa total a que los niños con algún tipo de discapacidad, pero que en la mayoría de los casos saben en todo momento cuáles son sus dificultades y luchan junto con sus padres para superarlas y ganarse con su esfuerzo su opción no solo a tener ese derecho a acercarse al catolicismo, a entrar en la casa de Dios, sino también a participar en esta sociedad insolidaria e hipócrita, sin excluir a los “dignos” representantes de la Iglesia Católica a los cuales acabo preguntándoles si es que no somos todos hijos de un mismo Dios. O eso los que lo tienen que decidir son Rouco y Gallardón.