Sociopolítica

Hinduismo: Camino de la ignorancia a la felicidad

Occidente busca la verdad por medio de la razón. En Oriente saben que, más allá de la razón, hay otro nivel de conciencia que es posible despertar. Occidente pone el Paraíso después de la vida, Oriente lo pone aquí y ahora.

El viajero que llegue a India con mentalidad occidental encontrará una «religión llena de dioses», de los cuales los más conocidos son Brahma, Visnú y Siva, la Trinidad hindú. Pero esto nada tiene que ver con la realidad. En India, más que panteísmo existe un panenteísmo. La divinidad lo es todo en todas las cosas. Lo que los extraños llaman dioses no son más que aspectos del único Dios que está en nosotros, y «en el que vivimos, nos movemos y somos», como escribiría San Pablo mil años después.

«El hinduismo no es una religión -dice el filósofo Raimon Panikkar- ni una doctrina, ni siquiera una esencia: es aquello que queda cuando se excluye todo lo demás. En términos occidentales, el hinduismo es una ex-sistencia», una actitud que nos abre a las puertas del conocimiento mediante el silencio y la quietud. Aunque haya deformaciones populares con templos, ritos e imágenes, es una manera de considerar las cosas y la propia vida. Ni hay un dogma establecido ni un clero organizado.

De los 750 millones de hindúes que hay en el mundo, unos 700 viven en India. Es la tercera «creencia» del mundo, después del cristianismo con 1500 millones y el islamismo con 1.000 millones. En India también viven 150 millones de musulmanes, 15 millones de sijs y dos millones de seguidores del jainismo, aparte de minorías cristianas y budistas.

Sus libros sagrados más conocidos son los Vedas. El Rig- Veda fue escrito hace más de tres mil años. Muy popular es la Bhagavad- Gita, una de las epopeyas más hermosas de la literatura universal. Es El canto del Señor que recoge las enseñanzas del «dios» Krishna, un avatar de la divinidad, una de tantas manifestaciones del Absoluto inefable. Nada de dioses personales que serían ídolos. Por eso, pueden reconocer a Buda y a Cristo como avatares de la divinidad.

Los cuatro conceptos fundamentales del hinduismo son: karma, maya, nirvana y yoga. Karma es la ley de la causa y del efecto encadenados entre sí porque todo está inter relacionado. Es la justicia inmanente del mundo.

Maya es ilusión de las interpretaciones de la realidad porque desde pequeños nos hemos desconectado de lo real.

Nirvana es la liberación de la ignorancia. El anhelado despertar a la realidad real, que se alcanza por medio de técnicas adecuadas.

Yoga, un método psicofísico encaminado a un retorno sobre sí mismo, trabajando sobre la mente con la respiración. Su difusor por medio de los Aforismos, a comienzos de nuestra era, fue el indio Patanjali que lo definió como «la tranquilidad de los movimientos del mundo exterior». Para esa auto- realización hay que unificar el espíritu y abolir la dispersión.

Ramakrishna, maestro que enseñó en Occidente, afirma que «a través del yoga, un hindú se vuelve mejor hindú, un cristiano mejor cristiano, un musulmán mejor musulmán y un judío mejor judío». Su discípulo Vivekananda, añade que «se puede practicar el yoga lo mismo si se es teísta que ateo, agnóstico o seguidor del Vedanta, cristiano o musulmán». Hay diversas clases de yoga pero todas consisten en adoptar ciertas posturas; respirar y aquietar la mente. Hay caminos morales: no violencia activa; veracidad; respetar al otro; ser puro o auténtico y ser desprendido. Dhyana es la meditación y Samhadi es la plenitud que todos podemos alcanzar, aquí y no en un hipotético futuro.

Se lee en el Katha Upanishad «Esta serena quietud de los sentidos se llama Yoga. Hay que estar muy atento, porque Yoga viene y se va» como humo que flota ocioso hacia el cielo, o los copos de nieve cayendo cada uno en su sitio.

Occidente busca la verdad por medio de la razón. En Oriente saben que, más allá de la razón, hay otro nivel de conciencia que es posible despertar. Occidente pone el Paraíso después de la vida, Oriente lo pone aquí y ahora. Mientras que en uno se va desde la vida hacia la muerte, el otro proclama el paso de la muerte hacia la vida.

En este valle de lágrimas puede brotar el Jardín del Edén.

La vida no contesta nunca con palabras, sino con la misma cosa que preguntamos.

«Bhagavad-Gita», (Editorial EDAF Arca Sabiduría).

«En la mañana, baño mi intelecto en la estupenda y cosmogónica filosofía del Bhagavad-Gita, ante el cual nuestro mundo moderno parece insignificante y trivial» (Henry. D. Thoreau).

El Bhagavad-Gita, o Canto del Señor, forma parte del libro sexto del Mahabharata, epopeya hindú compuesta hacia el siglo VI a.C. El texto, de enorme riqueza ética y espiritual, recoge los diálogos entre el Bienaventurado Krishna y su compañero y amigo, el príncipe Arjuna.

La acción desinteresada, el cumplimiento del deber, el desapego, el conocimiento de la naturaleza divina e inmortal de cada ser humano, la purificación de la mente y  tomar conciencia del mundo, son algunas de las enseñanzas que Krishna va desgranando en un diálogo de belleza, sabiduría y sublimidad incomparables.

Dice el gran sabio de las religiones, Mircea Eliade, que en el Bhagavad-Gita está la clave de la bóveda del hinduismo, la síntesis del espíritu hindú y de todos sus caminos. El gran problema era si, para encontrar el sentido de la existencia, sería preciso abandonar la sociedad como los yoguis o dedicarse a la devoción. Krishna revela que todos pueden encontrar el sentido de la existencia superando esta nada de ilusiones y de pruebas con tal de que no se persiga un objetivo personal, de que no se actúe por odio, ira o codicia. Si se renuncia al fruto de sus actos. Así se supera el ciclo del karma, de causa y efecto.

En La prueba del laberinto, Mircea Eliade escribe: «Lo sagrado no es una etapa en la historia de la conciencia, sino un elemento de la estructura de esa misma conciencia. En los grados más arcaicos de la cultura, vivir como ser humano es ya en sí mismo un acto religioso, puesto que la alimentación, la vida sexual y el trabajo poseen un valor sacramental. La experiencia de lo sagrado es inherente al modo de ser del hombre en el mundo».

Al final de sus días, como director del Departamento de Historia de las Religiones en la Universidad de Chicago, afirmaba: «Estoy seguro de que las formas futuras de la experiencia religiosa serán completamente distintas de las que ya conocemos en el cristianismo, en el judaísmo, en el Islam, que ya están fosilizadas, desvirtuadas, vacías de sentido. Habrá otras expresiones. La gran sorpresa es siempre la libertad del espíritu, su creatividad».

Porque lo sagrado es la revelación de la realidad, el encuentro con lo que nos salva al dar sentido a nuestra existencia. Es «la contemplación del cielo inmenso lo que revela al hombre la trascendencia, lo sagrado».

J. C. Gª Fajardo

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.