El otoño sigue su curso, las hojas pueblan el suelo de la ciudad, mientras todo sigue su curso el calendario corre a velocidad imparable hacia el invierno, la gente sigue buscando la manera menos dolorosa económicamente de huir de esta sociedad que nos toco vivir que no parece ser la mejor de las existentes.
Hay cosas que han cambiando a peor, se han perdido cosas simples como la solidaridad, algunas normas básicas también parecen menguar la gente ya no se saluda al entrar y salir de los sitios aunque no se conozca de nada.
La cuestión es simple la sociedad ha avanzado a gran velocidad pero cada vez estamos más sumergidos en nosotros mismos, cada vez nos resulta más fácil comunicarnos con gente que tenemos a miles de kilómetros que con el vecino de al lado que suele están enfrascado en sus propios asuntos y por lo general no es muy dado a dirigirnos la palabra, no por falta de ocasiones, mas bien porque no le nace contarnos su vida y menos saludarnos todos los días varias al día.
Es curioso pero la gente se ha creado un micro cosmos donde no deja entrar a nadie salvo que se le tenga mucha confianza.
La sociedad de las comunicaciones ha creado seres que se miran mucho el ombligo y se centran en su mundo, es curioso que nos resulte contar nuestras peripecias personales a un tipo que está en Madrid o en cualquier otro lugar ,antes que llevarnos bien con el vecino más próximo.
El problema radica en que si hablas mucho te consideran locuaz, si no hablas se te considera un ser retraído, si no saludas, es por falta de confianza o como mucho por falta de tiempo.
Los habladores son considerados unos charlatanes, los callados distantes, así que no hay manera de acertar de ningún modo.
La sociedad moderna ha fomentado este extraño hecho que no consigo entender del todo aunque también es cierto que es más fácil tener roces y situaciones ingratas con el que tienes más cerca que con el que tienes lejos ,pues la pantalla del ordenador hace de paragolpes y evita muchas tensiones.
La proximidad es algo difícil de llevar, ya lo decía alguien sabio la convivencia se carga la magia de las relaciones, pues salen a relucir los defectos de cada cual y en una sociedad acostumbrada a la prisa y la inmediatez, la paciencia es una cualidad que parece estar en grave peligro de extinción.
Es triste pero no todo en la modernidad vale la pena.