Sociopolítica

Horror vacui

Todos nuestros políticos lo padecen. ¡Hay un vacío legal!, aúllan en cuanto alguien percibe una desmalladura en la tupida trama de la legislación vigente. Y corren desalados hacia las Cortes para sellar el resquicio con la silicona de un nuevo ucase. Á‰ramos uno de los dos países que mayor número de normas, reglamentos, disposiciones y prohibiciones se veían obligados a soportar. Sólo Italia nos superaba. Ya no es así. A más códigos, preceptos y yugos, más trampas, sinvergonzonería y delincuencia, porque si todo lo legislado se cumpliese, cosa que gracias a nuestra proverbial condición de pícaros no ocurre, la sociedad quedaría inmovilizada y los españolitos se transformarían en dontancredos. Leyes, pocas, como en Alemania, y que se cumplan. Cuantas menos, mejor. Con dos, en realidad, bastarían: la de Sócrates y Jesús (trata al prójimo como a ti mismo) y la de Platón y Bakunin (mi libertad termina donde empieza la libertad ajena). ¿Tres poderes? Sobra, en España, uno: el legislativo. Suprimámoslo, pero no sin organizar antes un auto de fe similar al que hace unos días se ha celebrado en Italia. ¿Quién, sino Berlusconi, que es el mejor político europeo mal que les pese a los progres de la ceja y a los maricomplejines de la prensa conservadora, podía arrojar, literalmente, al rogo, que es como se llama en italiano la hoguera a la que antes iban a parar las brujas, 375.000 leyes? Sí, sí, han leído bien. No es una errata. ¿Les parece una enormidad? ¡Pues aún quedan 100.000, pero la escabechina no ha hecho más que empezar! Está, il Cavaliere, sembrado. Se atreve con todo. Rompe y rasga. Cumple lo que promete. Por eso ha vuelto a dejar ahora a los sparrings de la sinistra como al gallo de Morón. En 2008, cuando arrolló por tercera vez en las elecciones generales, dijo que haría lo que acaba de hacer: entrar a degÁ¼ello, enarbolando machetes, en los manglares del laberinto de la legislación que asfixiaba y paralizaba el país. Creó, para ello, un ministerio ad hoc, el de la Simplificación, y puso a su frente a un hombre de la Liga Norte capaz de empuñar las tijeras de la poda con la energía de un capador de eunucos: Calderoli, el de la camiseta de la caricatura de Mahoma. Italia suelta lastre, se eleva, avanza. Zapatero tenía razón: ya la hemos adelantado, pero en sentido inverso, ya somos el país que más leyes soporta y que con mayor rapidez corre hacia atrás. Es il sorpasso, señores. Somos cangrejos. ¡Vivan las caenas!

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.