El concepto resiliencia siempre ha estado ligado al mundo de la física como la capacidad de un material de absorber un impacto sin llegar a deformarse. Con motivo del I Simposio Español sobre Resiliencia, celebrado hoy en la Fundación Ramón Areces, Rafaela Santos, neuropsiquiatra y presidenta del Instituto Español de Resiliencia (IER), nos cuenta cómo se desarrolla este concepto en la psicología.
¿Qué es la resiliencia?
La capacidad humana de afrontar situaciones adversas y salir mejorado de la experiencia. Cuando se afronta un reto, si se ha superado, se tiene la capacidad de afrontar uno mayor. El sentimiento no es lo que nos destruye, sino no encontrarle sentido. La resiliencia puede ser adquirida. Se ha descubierto que un tercio de la población tiene una capacidad genética especial para desarrollarla, pero que todo el mundo la puede aprender, potenciar y fortalecer.
¿Así que podemos entrenar la resiliencia?
Desde la psicología se trabajan dos campos: la resistencia frente a la destrucción y el desarrollo de una actitud vital positiva. A los pacientes se les pasa una escala de vulnerabilidad, con la que se analiza en qué aspectos la persona es más vulnerable. Aunque partimos del autoconocimiento, se trabajan otros conceptos como la fortaleza interior, el control emocional, la seguridad en uno mismo o la autoestima. El desarrollo de la resiliencia se hace a medida.
¿Cuál es el perfil de los pacientes?
Desde el IER trabajamos la prevención con niños en programas de desarrollo de la resiliencia. También con personas a las que se les diagnostica cáncer u otras enfermedades degenerativas. Además, vamos a trabajar con empresas para crear la resiliencia empresarial mediante herramientas que fortalezcan a la persona. Por último, trabajaremos la resiliencia en el deporte. Todas tienen un común denominador: desarrollar un nivel de confianza muy alto en sí mismos, que tiende a proyectarse hacia adelante, a cumplir los objetivos que se han impuesto.
¿Afecta de alguna forma la crisis a la resiliencia?
Desde luego, este concepto está ganando mucha fuerza en España porque estamos pasando una crisis, pero no tanto económica como de las estructuras de la persona. Hoy en día la persona es muy vulnerable. Los niños viven sobreprotegidos y no desarrollan la resiliencia frente a los acontecimientos de la vida. Por ello, ante cualquier conflicto un adolescente puede llegar incluso a querer morirse.
¿Existe una neuroquímica de la resiliencia?
Sí, el cerebro va configurando una base biológica sobre cómo tiene que afrontar las situaciones. Cuando una persona encara positivamente estos conflictos, va creando circuitos positivos que desarrollan algunos neurotransmisores y hormonas, como la oxitocina y la serotonina. Sin embargo, si tienen pensamientos negativos, de ansiedad o de miedo, generan neurotransmisores como las catecolaminas, la adrenalina y la noradrenalina.
¿Por eso cada persona tolera de distinta forma el estrés?
La resistencia al estrés o a la ansiedad depende mucho de dos factores: de la naturaleza del estresor y de cómo sea genéticamente la persona que lo sufre o se haya configurado su personalidad en relación con el aprendizaje. Ante el mismo acontecimiento hay gente que tiene más capacidad de afrontarlo y otra que se hunde, que tiene mucha ansiedad y miedo. Las personas más resilientes suelen ser mucho más equilibradas frente a las situaciones de incertidumbre y presión, y aguantan más los retos y los compromisos.
¿Existen estudios científicos sobre la neurología de la resiliencia?
De momento se está trabajando más desde la psicología de la conducta. El neurólogo Boris Cyrulnik, uno de los promotores de la resiliencia, sí tiene bastantes publicaciones. Sabemos que la corteza prefrontal del cerebro está muy implicada en la motivación y en la búsqueda de satisfacciones y pone en marcha los circuitos del placer y del cumplimiento de metas. Es una disciplina muy reciente, seguro que en un futuro se realizarán más estudios.
De hecho, hoy se inaugura el I Simposio en España.
En Europa estamos empezando, pero pasarán dos o tres años hasta que sea común hablar de resiliencia. De momento es un concepto innovador. En España se empezó a trabajar en 2001 cuando se creó la Sociedad Española de Estrés Postraumático, así que las personas que venían eran víctimas de atentados, de violación o de otro tipo de violencia. Poco a poco hemos aprendido que la resiliencia se puede aplicar a determinados sucesos de la vida que nos provocan los mismos síntomas que el estrés postraumático.
Verónica Fuentes / SINC