Según el documento interno de la Conferencia Episcopal Española, difundido por el diario La Razón, el Grupo Editorial SM, propiedad de los marianistas en España, podría enfrentarse a una «auditoría doctrinal» que llevaría a declarar «que la editorial no puede ser considerada católica y que, en consecuencia, sus publicaciones no ofrecen garantías de cara a la transmisión de la fe».
Una de las razones es la publicación por parte de la Editorial SM de los manuales para la enseñanza del Islam en la escuela, en octubre de 2006, cuyo autor y presidente de la Ucide, Riay Tatary, lo calificó como «un sueño» para los musulmanes españoles, y una esperanza de que el manual abra puertas y ayude a vencer los recelos que aún despierta la enseñanza del Islam en la escuela pública. Otras de las razones son varios libros escolares de SM que ofrecen una explicación de los métodos anticonceptivos gracias a los cuales cada pareja puede realizar su «propia planificación familiar» o en los que afirma que «no tiene nada de malo ser homosexual o bisexual». Por lo cual, según el diario La Razón, «tanto los obispo como el Vaticano contemplan con preocupación la deriva doctrinal que ha adoptado desde hace tiempo la editorial, que dirige el religioso Javier Cortés, y aseguran que la gravedad de lo que está sucediendo en el Grupo Editorial SM es de tal magnitud que no se resuelve con la censura de alguna obra aislada. La solución pasa por una reorientación de la línea editorial».
Después de informarme ampliamente sobre este tema, y de haber estado anoche hasta las tantas dándole vuelta; esta mañana soy yo la que contemplo con preocupación la deriva doctrinal, no de la editorial SM precisamente, sino la que está adoptando la Iglesia.
Declarar a SM «no católica» pienso que sería una decisión nada católica. Es más, lo que entraría en crisis no sería la citada editorial, a la que no le faltaría apoyo, sino la propia Comisión para la Doctrina de la Fe de la CEE, caracterizada ya de por sí por su visión estrecha y preconciliar de la fe cristiana. ¿Pero qué pretende nuestra Iglesia, seguir siendo la dominadora del mundo? En España hay 10.000 niños musulmanes que tienen derecho a la enseñanza del Islam, ¿por qué no se normaliza el derecho de los padres a que sus hijos reciban la educación religiosa que deseen? ¿Por qué cuando la finalidad de una editorial católica no es otra que promover la tolerancia, la solidaridad y la paz, la misma Iglesia Católica la condena? ¿Por qué tanto los obispos como el Vaticano no contemplan también con preocupación la falta de amor cristiano que existe cada vez más entre sus filas? El mundo está falto de calor humano ¿Por qué promover tanta discordia continuamente? Tanta imposición, desconfianza, fanatismo, prejuicio… Los sacerdotes manifiestan en sus homilías que la violencia, el consumismo, las drogas, así como la desmedida libertad sexual que existe hoy día, es debido a la falta de valores que padece esta sociedad. Y me pregunto: ¿qué está haciendo la Iglesia para paliar este «desenfreno»? Porque lo que estamos observando es que cada vez que se pronuncia lo único que consigue es crear polémica y malestar. Hace poco, la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, puso una nota de clarificación sobre el libro del Rvdo. José Antonio Pagola Jesús aproximación histórica, ya que opinan que es «incompatible con la fe» Por favor… Ni siquiera merece comentario.
Si la única preocupación que tiene la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, es preservar la teoría de una doctrina exenta de amor, de acuerdo. Si por el contrario, es poner de manifiesto las enseñanzas de Jesús, creo que debería adoptar otra actitud.
El reto prioritario que debemos o deberíamos tener los seres humanos, es conseguir la paz en el mundo. Pero, claro, si nuestro corazón está saturado de ambición, egoísmo y desconfianza ¿cómo vamos a encontrar la senda? De hecho, esto lo demuestra el fracaso de «todas las mesas redonda» y las interminables discusiones que se organizan para tratar dicha cuestión. Por lo cual, más vale no hablar de paz hasta que ella deje de significar, tan sólo, un precario acuerdo internacional montado sobre el cráter de un volcán.
Por último, ensalzar la extraordinaria labor que ejercen y han ejercidos tantos y tantos, religioso/as y seglares católicos en el mundo: los que han entregado su vida en pro de los más desfavorecidos, los que luchan y trabajan en el anonimato, y los que han sido acallados y amonestados, como fue el caso del Obispo Casaldáliga (el obispo de los pobres) seguidor, como otros muchos, de la Teología de la Liberación.
Maite García Romero