Si hacemos caso a las comillas del artículo que reproduce el Mundo en su edición digital de ayer, 22 de agosto; el secuestrador de Ortega Lara que está cancerosamente irreversible –que no terminal- ha dicho que abandona su presunta huelga de hambre debido a razones, citamos textualmente, de su “extrema debilidad” y para “priorizar su vida”.
Recordemos, aunque seguramente no hace falta, que el citado canceroso junto con los jaleadores habituales en este tipo de celebraciones, lleva un tiempo reivindicando a bombo y platillo que se le saque de la cárcel para reflexionar sobre la muerte y la vida de ultratumba en la tranquilidad de su propio domicilio antes de que el de la Guadaña se lo lleve al otro lado.
El comité de seguimiento de euskal kontu abertzaleak, es decir, de cuestiones patrióticas vascas de este blog divergente, ha establecido, después de un seguimiento superficial del fenómeno de apoyo de la liberación del etarra canceroso, que la razón principal de tal reivindicación es que el militante está muy enfermito y que es muy inhumano que un ser tan pachucho tenga que estar enjaulado mientras las células de su cuerpo siguen reproduciéndose de forma desordenada generándole desagradables tumores por varias partes. La valoración sobre lo que hizo el tipo para merecer una condena tras las rejas no tiene sentido porque todos sabemos que la humanidad institucional es el criterio de base a la hora de tratar con criminales apresados.
El poder judicial, siempre presto a la evaluación concienzuda de las reivindicaciones que puedan tener repercusión mediática, han actuado con gran celeridad y están decidiendo si se le aplica el tercer grado y luego la excarcelación, antes de que el sistema vital del canceroso deje de tener capacidad para resistir la invasión de células malignas y el corazón se le detenga, después del habitual fallo multiorgánico que produce el cáncer y su tratamiento.
Pero vayamos a las expresiones entrecomilladas, que son el objeto de este comentario veraniego:
“Extrema debilidad”, manifiesta el canceroso como motivo para decir que abandona su huelga de hambre.
Hombre, para abandonar algo, primero hay que ponerlo en práctica, y todos sabemos que una “huelga de hambre” en el diccionario abertzale-borroka se define como el “mecanismo de lucha de liberación nacional vasca consistente en no comer durante las horas de comida”.
Esta definición explica que se haya pillado jamando contundentemente a algunos presos en sus respectivas celdas durante la huelga; y que los elementos afectados hayan dejado claro que el hecho de acumular latas de bonito y gulas del norte en la celda no invalida en absoluto su lucha, puesto que el signo identitario de la verdadera huelga de hambre vasca es no comer en el comedor.
Por otro lado, la definición de huelga de hambre del entorno también explica que el gran jefe Otegui haya ganado peso desde que se declaró huelguista solidario; –recuerden que los médicos siempre dicen que lo que más engorda es el tapeo entre comidas-.
Y una vez realizada esta matización, tenemos que decir que otra cosa muy distinta es que el tratamiento de cáncer produzca como efecto secundario el deterioro de las papilas gustativas y la sensación progresiva de un gusto ferroso ante todo alimento, lo cual suele producir en el enfermo un rechazo espontáneo por la alimentación y el aumento subsiguiente de la debilidad, ya aumentada por los efectos secundarios del tratamiento.
En este sentido, es muy posible que nuestro canceroso haya aprovechado un período de sesiones de quimioterapia para publicitar que no hace lo que de todas formas no le apetecía hacer: comer. Ahora, una vez terminada las sesiones de tratamiento, no tendría sentido mantener el rechazo público a la comida, porque ahora ya no le sabe tanto el cocido a clavos.
Aclaramos que no estamos seguros de que esto haya ocurrido en realidad, pero se nos ocurre que es una hipótesis tan buena como cualquier otra, aunque reconocemos que es un poco especulativa.
El segundo elemento interesante de las declaraciones del canceroso es que abandona la huelga de hambre para “priorizar su vida”.
Francamente, el uso del verbo priorizar nos ha producido una cierta gracia; no tanto porque solo a un vasco se le ocurre expresar su deseo de mantenerse con vida mediante el verbo priorizar, sino porque al hablar en esos términos, nos hace deducir que el tipo sabe que sólo dejar de comer de verdad pondría en peligro real su vida.
Siendo un poco retorcidos, pensemos en que si el canceroso deja la presunta huelga para priorizar su vida, es porque no cree que el cáncer esté listo para matarlo, es decir, su vida no está en peligro inminente por causa del cáncer; y si su vida no corre peligro inminente, entonces no se dan las condiciones -enfermedad terminal- para mandarlo a casa.
En todo caso, terminal o no, priorizado o no, estamos seguros de que el canceroso podrá salir de la prisión en poco tiempo, los jaleadores gritarán que ha sido una gran victoria el pueblo vasco contra el Estado Español fascista y asesino, y el tipo podrá disfrutar de unos días, meses, o incluso algún año de libertad entre pruebas, terapias y asistencia a actos reivindicativos -quizá en silla de ruedas-. Después, cuando muera –incluso antes-, algún municipio lo nombrará hijo predilecto o le pondrá una calle, si es que no lo ha hecho ya. Así son las cosas de la paz que nos preparó tan cuidadosamente José Luis y que Mariano parece dispuesto a terminar.
Por nuestra parte, lamentamos profundamente el estado de esta persona humana, y desde aquí le damos ánimo y rezamos a diario para que Dios le mantenga el don de la vida por muchos años, a pesar de que su enfermedad es incurable y que terminará con su vida antes o después.