Tras la huelga de basuras habida en Madrid he dado un repaso a las huelgas sectoriales o locales habidas en estos últimos meses y he llegado a la convicción de que la vieja y permanente reivindicación de la patronal de que se regularice el derecho a la huelga, las verdad es que nunca he entendido que es lo que realmente quieren los empresarios, aunque me lo imagino, ese antiguo deseo puede estar camino de llegar a materializarse y además con muy buenas perspectivas de que el resultado de esa “regularización” sea muy, pero que muy favorable para ellos.
En mi opinión creo que estamos en el camino que se corresponde para llegar a alcanzar lo que podríamos llamar “La huelga perfecta”. Ya hace mucho tiempo que los trabajadores japoneses iniciaron el camino a seguir con sus huelgas a las que llamamos “a la japonesa”. Sabido es que estas consisten en no paralizar la producción sino todo lo contrario: aumentarla.
Hace unos meses tuvo lugar la “huelga de las basuras” en Granada que duró bastantes días y que provocó el que miles de toneladas de desechos orgánicos y de todo tipo estuvieran “decorando” las calles de la bella ciudad andaluza y “perfumando” el medio ambiente como un “regalo” para el olfato de sus habitantes y para otro de los cinco sentidos que poseemos los humanos: la vista. La huelga acabó de forma bastante insólita, algo novedoso y que no se había dado hasta ahora, los que llevaron a cabo la huelga no consiguieron ningún tipo de mejora social o económica, nada de eso, el resultado fue atípico de todas todas, el acuerdo para desconvocar la huelga consistió en que los trabajadores aceptaron una rebaja en sus salarios del 2,5% en este año 2013, así como renunciar a los ocho días de descanso que tenían concedidos por convenio, a lo que hay que añadir que también se comprometieron los trabajadores a trabajar una hora más a la semana para ampliar la jornada que era de 35 horas hasta llegar a las 37,5 horas semanales. Como se puede ver el acuerdo fue de lo más beneficioso, pero está claro que no para los que convocaron y protagonizaron la huelga sino para la empresa contratante de la limpieza en la ciudad granadina. Como antes he dicho es algo bastante, totalmente, atípico y que marca un antes y un después de lo que puede quedar para los trabajadores tras llevar a cabo una huelga. A esto se le podría llamar, yo creo que muy acertadamente, y por lo que se pueda repetir en el futuro, una “huelga a la granadina”.
Lo mismo ocurrió con la huelga de basuras que hubo en Sevilla. Se desconvocó con la aceptación de los trabajadores de ver reducidas sus salarios en un 3,6% y trabajar media hora más diariamente. Esto sería una “huelga a la sevillana”.
La última y más reciente ha sido la de Madrid donde la cosa ha acabado con la aceptación de los trabajadores de una congelación salarial para los próximos cuatro años y que la empresa tenga derecho a presentar expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) de 45 días con una vigencia de cuatro años o sea hasta 2017. Esto sería una “huelga a la madrileña”. Por cierto, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ha afirmado que esta huelga fue desconvocada gracias a la flexibilidad de la reforma laboral del Gobierno, nada más incierto en tanto en cuanto dicha reforma es la que permitía despedir a 1.135 trabajadores y una rebaja del 40% en el sueldo de los que quedaran en plantilla. Por tanto está claro que entre la “huelga a la japonesa”, la “huelga a la granadina”, la “huelga a la sevillana” y la huelga a la madrileña” se dan los ingredientes precisos para poder llegar a conseguir en un futuro lo que podríamos considerar “la huelga perfecta” a la que antes he hecho alusión, algo que sin duda alguna aplacaría la constante presión del sector empresarial y se podría asegurar que satisfaría, yo creo que más que ampliamente, sus deseos de cómo, según ellos, debe ser realmente el objetivo de una huelga: Trabajar más y cobrar menos. Ya lo dijo ese “célebre” personaje apellidado Díaz Ferrán, expresidente de la CEOE. A la vista de todo esto se puede decir que en la actualidad las huelgas no las hacen los trabajadores para que les den más, sino para que les quiten menos. Son otros tiempos. Son tiempos de rebajas.
Pero todo lo acontecido y referido, si el resultado es el de poder alcanzar “la huelga perfecta”, valdrá la pena al menos para una parte pues no cabrá la menor duda de que el sector empresarial habría conseguido una mejora económica muy sustanciosa. Esto es bueno si asumimos el que los perjudicados sean los de siempre: Los trabajadores.