Desde que España entró en la crisis, los datos del desempleo no han dejado de aumentar. La tasa supera el 20%, aunque entre los jóvenes, el índice de desempleo dobla este porcentaje. Parece irónico que estas personas sean “las más cualificadas” en la historia del país. Másters, doctorados, post-grados, incluso más de una carrera universitaria. Los expedientes son magníficos, pero los datos dicen que los jóvenes españoles, “sobradamente cualificados”, siguen con el mismo talón de Aquiles: la falta de conocimiento de otros idiomas.
Los planes de estudio, la pasividad familiar, las imposibilidades económicas o la simple pereza contribuyen a que más del 63% de los españoles no sabe inglés, según el Centro de Investigaciones Sociológicas. Además, el estudio indica que solo un 8,3% de los encuestados se propone cambiar de rumbo.
Un dato significativo es que de los cinco presidentes que España ha tenido en democracia, sólo uno de ellos -Leopoldo Calvo Sotelo- hablaba idiomas. En plena mundialización, las universidades españolas todavía no tienen los idiomas como asignaturas obligatorias.
En el ámbito profesional internacional el idioma usado es el inglés. Si un joven Ingeniero se va a Suecia, no tiene porqué saber sueco para desempeñar su trabajo; el sueco lo aprenderá una vez que esté allí, ya sea en su casa delante de un manual de gramática, en la compra del supermercado o en el Pub charlando con los amigos.
Es el caso de Alemania, un país que demanda más de 800.000 empleos para mantener la tasa de crecimiento que este año ha superado el 3% de su producto interior bruto –PIB. El gobierno alemán de Ángela Merkel ha propuesto que profesionales españoles vayan a cubrir algunos de esos puestos. Con esta medida, España bajaría su alta tasa de paro y Alemania cubriría los puestos que necesita para seguir en la senda del crecimiento. Tres de cuatro vacantes son para ocuparlas de forma inmediata, informa el Instituto de Mercado de Trabajo de NÁ¼remberg.
Hay varias razones por las que España está a la cola en el uso de idiomas. El contacto con las lenguas desde la edad infantil es muy importante. El cerebro de los niños es una red tupida que puede aprender cualquier cosa, asegura el profesor de Psicología del Lenguaje de la Universidad de Navarra, Gerardo Aguado. Cuanto más tarde se acerque un niño a los idiomas, más dificultades va a tener a la hora de reproducirlo, porque hay ciertos fonemas que no son adquiridos, y de mayor es más complicado cambiar las rutinas neuronales.
Mientras que la mayoría de países los ciudadanos han visto, durante décadas, la pantalla en versión original, en España ha habido una cultura del doblaje que ha conseguido que generaciones enteras jamás hayan escuchado una palabra en otro idioma. Eso es consecuencia de una política retrógrada que se impuso en la dictadura franquista, para impermeabilizar y manipular a su antojo a la sociedad de todo aquello que venía del extranjero y “ponía en peligro” al régimen. Todavía hay generaciones que están pagando esa cultura del miedo y la involución.
A estas alturas del siglo XXI, el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, hizo hincapié en la necesidad de cambiar esta manera de ver televisión, favorecida ahora por la entrada de la televisión digital terrestre -TDT-, “para promover el aprendizaje de idiomas”.
Estudios, viajes, lecturas, películas en versión original, becas Erasmus e intercambios forjan el aprendizaje de un idioma. En las grandes ciudades españolas hay bares donde se fomenta y promueve el aprendizaje del inglés. Es el caso de Bacchus, un bar de Madrid donde los sábados se reúnen, sin coste alguno, a hablar, a jugar al Trivial o “a echar el rato”, siempre y cuando se hable en inglés. Andy Wilson, uno de los coordinadores, asegura que los españoles saben más gramática que yo, pero luego no saben mantener una conversación. “Supongo que es un problema del sistema educativo”, concluye este joven que lleva diez años impartiendo clases de inglés en España.
David garcía Martín
Periodista