Sociopolítica

Iglesia Católica española: sin límites en sus privilegios

Franco bendecido por la Iglesia

¿Cual es el límite de los privilegios de la Iglesia?

Acaba de aprobarse una ley de educación en España que coloca a la asignatura de religión católica como obligatoria y puntuable para la nota media como cualquier otra.

¿Es esto de recibo?

España es – según la Constitución- un país no confesional, con lo cual esta ley es anticonstitucional. Además estaríamos ante una curiosa casuística laboral de los llamados profesores de religión: sin tener título oficial de maestros, pueden formar parte del claustro de profesores. El obispo les contrata pero el Estado les paga, con lo que todo el conjunto raya en lo inaudito.

Tal vez haya quien piense que el Obispado será justo a la hora de contratar y despedir a sus catequistas. Pues se equivocan.

Un caso paradigmático y altamente revelador de la catadura de la Iglesia española: Una catequista de Religión Católica fue expulsada en su día de un colegio público por el Obispado. Y lo chocante de nuevo es que el Tribunal Constitucional, nada menos, dio por buena esa expulsión, aunque fue recurrida ante el Tribunal Supremo y este falló a favor de la profesora obligando a la Iglesia a readmitirla. Pero esperen a los motivos del despido: no dar buen ejemplo por ser mujer separada y haber rehecho su vida de pareja con otra persona, algo que la Constitución defiende, pero que no parece afectar a la Jerarquía católica, siempre gozando de privilegios particulares que les sitúan por encima del resto de ciudadanos también en esto. Ellos contratan a sus catequistas y usted y yo pagamos a través del Gobierno, designado por la curia como cajero de la Iglesia. Un negocio tan redondo como sus ostias.

Una jerarquía católica muy especial.

¿Qué pasa en España con los obispos que los hace de los más prepotentes, más anti demócratas, díscolos y retrógrados de toda Europa? Todavía tenemos en nuestra memoria sus manifestaciones callejeras y pancartas contra el anterior gobierno. ¿Han visto ustedes algo semejante en algún sitio del mundo?

Si se aplicase a cada jerarca católico la misma vara de medir de la Institución católica contra sus catequistas, ¿qué habría pasado con tantos curas, obispos y hasta papas que en el pasado y en el presente actuaron y actúan contra la moral sexual y los sagrados principios del cristianismo? La historia de la Iglesia estaría llena de procesos judiciales, tendrían que ser denunciados por corruptos y expulsados de inmediato muchos de ellos que a diario escandalizan a la opinión pública por sus crímenes sexuales contra niños o por encubrirlos. ¿Cuántos curas y obispos se quedarían en paro? No vemos que eso suceda nunca. De modo que siempre nos encontramos con esa doble vara de medir de la jerarquía, su ley conocida ley del embudo y su mano pedigÁ¼eña que no tiene contrapartida, porque lo suyo siempre es recibir y no dar, lo cual es profundamente anticristiano. Y no vale con que hablen de Caritas, que es su tapadera, porque ahí su aportación es ridícula –menos del cinco por ciento- y únicamente les sirve, como siempre, para aparentar.

Por todo esto, el que escribe no solo está en contra de que se estudie religión en las aulas, lo que sería constitucional, sino también contra la arbitrariedad, los abusos legales, el caciquismo vaticanista y la doble moral que se aplica en las relaciones entre la Iglesia y los gobiernos españoles.

Atrapados por el Concordato

¿Por qué no se cambia de una vez este fatídico Concordato que va contra nuestra Constitución en cuanto igualdad jurídica y derechos se refiere? ¿Por qué no se revisan de una vez los enormes privilegios sociales, fiscales, políticos y administrativos de esta Iglesia caduca, cada vez con menos fieles pero cada vez más rica y con mayores privilegios en este país? ¿Por qué estamos tan lejos de evitarles a nuestros tan esquilmados bolsillos los más de SEIS MIL MILLONES ANUALES que reciben los obispos, los ingresos incontrolados por venta de entradas para visitas a sus catedrales y centros religiosos de interés turístico, y las exenciones de impuestos de que goza la jerarquía católica en sus miles de propiedades rústicas y urbanas? Todo esto justificaría una desamortización que superaría a la de Mendizábal, que se quedó corto en su momento.

Por lo demás, invito públicamente a los obispos a que muestren un solo texto del Evangelio donde Cristo se manifieste contra la unión libre de parejas o hable del matrimonio como norma cristiana, pero sí lo hizo contra la clase sacerdotal.

Contra lo que hace secularmente la clase sacerdotal católica, Á‰l sí dio ejemplo de libertad, respeto, amor y tolerancia.

¿Dónde están esas virtudes en los que dicen ser Sus representantes? No creo que reúnan los requisitos de idoneidad que en cambio exigen a los profesores de su religión. ¿Son idóneos para algo socialmente útil estos obispos de mentalidad medieval? Dar al pueblo su ración de paganismo, superstición, desinformación sobre el verdadero cristianismo, y acomodación al Sistema del César, justifica para el César su utilidad social, pero al pueblo, ¿de qué sirve esta rémora nacional? De nada, porque ahora ni curas obreros hay. Cuanto menos, obispos, cardenales o papas.

Añadamos a esto las manifestaciones del episcopado contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía, con el argumento (increíble) de que se opone a la doctrina de la Iglesia, y veremos nítidamente el claro perfil derechista retrógrado, y con un punto de nostalgia inquisitorial de la Jerarquía católica en España y el eterno servilismo de nuestros gobiernos a los señores de la mitra y el báculo…


La enseñanza de la religión católica, como las demás, como la islámica o cualquier otra (que no tienen ni por asomo ninguno de esos privilegios), pertenece al ámbito privado. Pues, séase: que el que se bautice, pague. Que pague y sostenga a sus religiones con sus propios medios y deje en paz nuestros bolsillos. Parece lo justo.

Está pendiente en este país, y es urgente, el debate público sobre si el Estado debe considerar derroche social mantener esta Iglesia tan cara y con tantas prerrogativas. Pero ni la izquierda parlamentaria lo propone: son buenos chicos.

Andamos a la cola de Europa en gastos sociales, los cuales, de no existir el parasitismo de la Iglesia veríamos aumentar sustancialmente. Entre tanto, en lugar de Religión Católica, ¿por qué no más gimnasia, más educación artística, más idiomas, más enseñanzas prácticas?)… Y por supuesto, Educación para la Ciudadanía. Mucha educación para ser responsables, respetuosos, pacíficos, justos, libres e iguales, cualidades, en fin, tan ajenas a esta Iglesia medieval y que por cierto – no conviene olvidarlo- son cualidades cristianas. ¿Lo es esta Iglesia? Saquen sus conclusiones.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.