No tengo por norma, nunca lo he hecho, responder a las críticas tanto a las positivas como a las negativas que me formulan aquellos que tienen la amabilidad de leer mis escritos, pero voy a hacerlo ahora porque de un tiempo a esta parte hay algunos lectores a los cuales parece haberles molestado que haya hecho comentarios sobre los dirigentes de la Iglesia Católica de forma muy dura y, según ellos, poco educada, pero esto no me preocupa ni me molesta, lo que me preocupa y molesta es que algunos de ellos me han tachado de “anti” porque en absoluto lo soy. Siempre he tenido muy claro que del “anti” se pasa al odio y este sentimiento siempre lo he tenido apartado de mí por una sencilla razón: Porque quien odia no vive nunca en paz.
Ante este hecho creo que debo aclarar el porqué de mis críticas a los prebostes de la Iglesia Católica y para ello simplemente diré que no estoy en contra de la Iglesia Católica, ni de ninguna otra, estoy en contra de aquellos que la quieren convertir en una organización política. La política es para los políticos para aquellos a los que la paz entre las gentes y la vida de las personas les importa muy poco, nada, esto es algo que siempre he sabido pero que en uno de mis viajes se me reafirmó pues tuve ocasión de visitar uno de los muchos cementerios que acogen los cuerpos de los soldados norteamericanos que desembarcaron en las playas francesas de Normandía. Allí leyendo las inscripciones que había en sus cruces de mármol blanco fue cuando quedé totalmente convencido de que a los políticos les importan muy poco los seres humanos. Aquello me impresionó mucho y más al leer la edad de los allí enterrados que oscilaba entre los 18 y los 20 años. Muchachos que apenas habían comenzado a vivir dejaron su vida porque algunos politicastros y algún loco consideraron que había que “organizar” una guerra como quien monta una barbacoa. Eran miles de cruces blancas en aquel camposanto que era uno de los muchos que había en esa región.
Sí, yo no tengo nada contra la Iglesia Católica ni contra cualquier otro tipo de religión siempre que esta se identifique con todos aquellos que padecen hambre y todo tipo de calamidades, pero esto parece ser que para los que dirigen la Iglesia Católica es una cuestión de segundo o tercer orden . Hace unos días quedé francamente aterrado cuando leí las palabras que pronunció el que hasta hace poco ha sido el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, que, a la vista de lo que dice está muy claro, le ha sentado como un “tiro” su cese en dicho cargo. Bertone se ha despedido revelando que ha sido “atacado por una red de cuervos y víboras”. Estas palabras de despedida no las mejora ni el propio Berlusconi o cualquier otro político de esos que provocan con su actitud el que los ciudadanos estén cada vez más asqueados y desilusionados de todo lo relacionado con la política y con los políticos.
Lo dicho por el cardenal nos da la medida de cómo están las cosas entre los clérigos de “alto rango”. La política es para los políticos al uso, no para los que dicen que sirven a Dios pero que su actitud y forma de hacer se aparta bastante de lo que debe ser su vocación de servir a Dios sirviendo a los demás y dejándose de intrigas palaciegas. Algún día sabremos la verdad del porqué de la renuncia de Benedicto XVI. En cualquier caso debemos estar a la expectativa para ver si el Papa Francisco es capaz de poner orden y situar a cada cual en el sitio que les corresponde. De momento ha dicho que nunca fue de derechas pero no ha dicho que fuera de izquierdas. Repito y acabo: No, no estoy en contra de la Iglesia, estoy en contra de los que la quieren convertir en una organización política.