La actitud es esencial. La manera de mirar las cosas, y de cómo nos las contemos a nosotros mismos. A veces vendrán cosas buenas y a veces vendrán cosas malas… Los pensamientos son los que determinarán cómo vivimos la vida.
«Serenidad para aceptar lo que uno no puede cambiar; valor para cambiar lo que hay que cambiar; y sabiduría para diferenciar ambas cosas». (Marco Aurelio, emperador romano y filósofo estoico.)
Puedes dedicar toda tu vida a cambiar lo que ha ocurrido, y no conseguirás mover ni un milímetro lo que ha pasado.
Dicen que el objetivo fundamental de la Filosofía es la búsqueda de la felicidad, en el sentido de llevar una “buena vida”, para lo cual hay que evitar todo lo que envenena a la felicidad, buscar la manera de salir adelante en la vida y en la sociedad con la luz de la sabiduría, en lugar de buscar la forma de evadirse, huir, o escapar de los desafíos y las contradicciones, los problemas, las grandes pruebas a los que nos somete la vida.
Pero, entre otros, existen tres impulsos especialmente destructivos que constituyen la causa fundamental de todo sufrimiento: la avaricia, el odio y la estupidez. Estos tres elementos son denominados los «tres venenos». Los tres venenos son la esencia de todas las falsas ilusiones y las causas negativas que impiden la realización de nuestras riquezas, nuestras potencialidades para lograr una vida feliz y creativa.
La estupidez engendra odio y avaricia.
Cuando hablo de “estupidez” me refiero a la ignorancia (pasiva, negligente, o consciente) de lo que realmente es importante en la vida, el ofuscamiento que nos impide ser capaces de comprender la realidad, nuestra propia realidad y la realidad del entorno, y la íntima relación entre nosotros y el entorno. La filósofa Ayn Rand habla de que la especie humana, más que “homo sapiens” habría que denominarla “homo potencialmente sapiens”; puesto que los seres humanos podemos elegir ser, pensar, actuar de forma racional, o por el contrario, renunciar a ser racionales… La cuestión tiene una especial importancia, aunque pueda parecer una perogrullada.
Renunciar a pensar y actuar de forma racional, conduce a vivir de forma incoherente, en un mar de contradicciones, lo que algunos llaman «oscuridad fundamental», y otros estar “alienados”, tener una falsa conciencia de la propia realidad y del entorno.
Cuando el ser humano está atado a este tipo de ignorancia, tiende a buscar su realización en el consumismo, en la adquisición compulsiva de objetos, en la obsesión por alcanzar todo lo deseable, de manera caprichosa (que algunos consideran sinónimo de “derecho”), la fama, el poder, etcétera. La avaricia se torna en búsqueda desmedida, impulsiva, descontrolada y frustrante centrada en la satisfacción de los deseos propios, incluso a costa de la felicidad ajena.
El odio procede de los impulsos violentos que emergen del egoísmo irracional, en los cuales están incluidos las explosiones de ira, el resentimiento, la envidia y todos aquellos sentimientos tóxicos que llevan a las personas a funcionar de manera poco constructiva, e incluso a la autodestrucción.
Los tres venenos minan, destruyen nuestra felicidad, son un gran obstáculo a la hora de establecer relaciones interpersonales positivas e impiden el desarrollo de la creatividad. Y por supuesto, en el ámbito social, comunitario, son causantes de conflictos, de opresión, maltrato, violencia de toda clase.
Decía Ludwig von Mises en su obra “Liberalismo”, que “el resentimiento entra en juego cuando alguien, aun encontrándose en condiciones bastantes beneficiosas, odia hasta el punto de estar dispuesto a aceptar graves desventajas con tal de ver perjudicado el objeto de su odio. También muchos adversarios del capitalismo saben perfectamente que su condición sería menos favorable bajo cualquier otro sistema económico; pero aun siendo perfectamente conscientes de esto, se baten por una reforma, por ejemplo, el socialismo, porque esperan que también el rico al que envidian salga perdiendo”.
El resentimiento es la consecuencia de un sentimiento de ira mal gestionado, e incluso nunca verbalizado, y está estrechamente relacionado con la codicia y el desear los bienes ajenos.
Por el contrario, cuando perdonamos, nuestros sentimientos dejan de ser rehenes de la persona que nos lastimó.
Pero… ¿Qué es “perdonar”?
El perdón parece ser uno de los conceptos más difíciles de comprender y de experimentar. Pero además de eso, es un vocablo mal entendido.
Muchas veces no perdonamos porque creemos que el perdón contribuye a la injusticia. “Quienes me han hecho daño no merecen mi perdón”, pensamos a veces. “Si lo perdono me volverá a herir, a hacer daño,… se volverá a aprovechar de mi bondad”, me tomará por tonto…”
Cuando alguien no perdona, guarda su herida en baúl de los recuerdos, y la saca de vez en cuando, y se recrea en ella, como el que mira un álbum de fotos, y revive nuevamente el dolor que aquel acontecimiento le produjo en el pasado, en su pasado de niño o adolescente. Y, entonces, poco a poco se va convirtiendo en rencor, resentimiento.
Perdonar no significa aceptar la crueldad, olvidar que algo doloroso ha sucedido, ni excusar, justificar el mal comportamiento de alguien; tampoco implica necesariamente la reconciliación con el agresor.
Quienes poseen la capacidad de perdonar lo hacen, entre otros motivos, para no desperdiciar su valiosa energía atrapados en la furia y el dolor por cosas con respecto a las que nada pueden hacer. Perdonar es reconocer que nada se puede hacer para cambiar el pasado, y permitir liberarnos de él. El perdón sirve para descansar y no implica necesariamente que el ofensor “se salga con la suya”, tampoco aceptar algo injusto. Significa, por el contrario, no sufrir eternamente por esa ofensa o agresión. Decía un amigo mío que “odiar”, estar instalado en el rencor, es algo así como sentarse junto a la persona odiada, tomarse un buen vaso de veneno, y esperar que la persona odiada, que supuestamente nos ha ofendido, se acabe muriendo por envenenamiento…
Las personas que son capaces de sobreponerse a las tragedias, de salir airosos de las grandes pruebas a las que nos somete la vida, o que logran salir de períodos difíciles de dolor emocional, también consiguen abandonar su papel de víctima, y mueven su voluntad y optan por una vida nueva. Frente a las personas que mantienen su dolor al rojo vivo, con la pretensión de demostrar al mundo lo mal que han sido tratadas, sin querer darse cuenta de que se dañan ellas mismas al hacerlo; están las que se recuperan, se vuelven personas de bien y son felices, fuertes, prósperas o exitosas. Es lo que los psicólogos denominan “resiliencia” (capacidad de las personas de sobreponerse a la adversidad y ser fuertes en las situaciones de crisis).
Y dirán ustedes ¿A cuento de qué nos viene este señor con este discurso sobre las terribles consecuencias de la ignorancia, la arrogancia, la ira, el resentimiento, la codicia…? Pues muy sencillo ¿Qué si no, subyace en la legión de individuos que tienen por costumbre vocear, vejar, insultar, coaccionar, violentar, a quienes con ellos discrepan, a la primera oportunidad en las llamadas redes sociales, en los medios de información “de masas”, hasta en la vida cotidiana, en sus relaciones interpersonales… No creen que es de urgencia extrema abrir un debate serio sobre todo ello?
Y ya, para terminar, permítaseme darles, regalarles los “10 diez consejos para tener éxito en la vida”, del profesor Jesús Huerta de Soto, ahí van… y ¡que les aproveche!:
“Tener éxito (felicidad) consiste en perseguir objetivos éticamente buenos,
y conseguirlos.»
1. SER ENTUSIASTA.- Entusiasmo: energía psíquica interior que nos mueve a actuar para lograr nuestros objetivos. ¿Qué hacer cuando nos falla el entusiasmo? Actuar como si fuéramos entusiastas, y seremos entusiastas.
2. TENER CONSTANCIA
3. ACTUAR SIEMPRE LO MEJOR POSIBLE. Anteponer los principios a lo aparentemente útil o práctico.
4. NO PREOCUPARSE NUNCA POR NADA. Preocuparse significa ocuparse indebidamente antes de tiempo.
Lecturas recomendadas:
– Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida, de Dale Carnegie.
– Meditaciones, de Marco Aurelio.
5. APRENDER IDIOMAS (INGLÁ‰S). Aprender inglés es tan importante como estudiar una carrera.
6. ESTAR AL TANTO DE LO QUE OCURRE EN EL MUNDO.
7. EQUILIBRAR ADECUADAMENTE LOS OBJETIVOS PROFESIONALES, FAMILIARES Y CULTURALES. La faceta familiar incluye familia y amigos. La faceta cultural incluye cultura física y espiritual (arte, viajes, historia,…).
8. SER BUEN EMPRESARIO. La función empresarial es la innata capacidad de todo ser humano para descubrir las oportunidades de ganancia (obtener fines que le aporten el mayor valor subjetivo posible) que surgen en su entorno y actuar para aprovecharlas.
9. TENER ESPÁRITU CRÁTICO. “Tu ne cede malis sed contra audentior ito”. Eneida de Virgilio (jamás cedas a la maldad, por contra oponte a ella con todas tus fuerzas).
10. TENER UN COMPORTAMIENTO EXCELENTE, SERIO Y Á‰TICO EN TODOS LOS ÁMBITOS DE NUESTRA VIDA.
Y… Si alguna vez actuamos mal debemos reconocer el error, intentar solucionar el daño causado y seguir adelante con todos estos consejos que habrán leído, si es que han llegado hasta el final…