Ciencia

Impactos de la radiación solar en la salud

La exposición excesiva a la radiación ultravioleta es la principal causa del cáncer de piel en el mundo. Según la OMS, en el año 2000 se diagnosticaron más de 200.000 casos de melanoma y 10 millones de basaliomas en todo el mundo. Además, es una de las principales causas evitables de ceguera reversible, pues favorece la aparición de cataratas; se estima que unas 900.000 personas al año se quedan ciegas por esta causa. Sumando ambos efectos, se estima que en el mismo periodo provocó la pérdida de unos 500.000 DALYs (Disability Adjusted Life Years: suma de los años de vida potencial perdidos debido a mortalidad prematura y años de vida productiva perdidos debido a discapacidad).

La radiación UV es un componente de la radiación solar, aunque puede también ser producida artificialmente (lámparas de bronceado). Como el resto de las radiaciones ionizantes, sus efectos a lo largo de la vida son acumulativos. Cada baño solar es una monedita que nunca saldrá de nuestra hucha de radiación total; por eso es especialmente importante proteger a los niños, ya que la radiación recibida durante la infancia puede condicionar efectos a largo plazo.

No todo es malo: esta radiación también tiene efectos beneficiosos para la salud, puesto que es responsable de la síntesis de gran parte de la vitamina D3 de nuestro organismo, y nos protege del raquitismo. Por ello es necesario mantener un adecuado equilibrio entre la exposición solar sana y la patológica. La dosis total que recibimos depende de tres factores: la radiación UV a la que nos exponemos, las características fisiológicas de cada individuo, y las medidas de protección que adoptemos para minimizar la irradiación.

La cantidad de radiación UV a es poco controlable, pero debemos ser conscientes del riesgo al que nos exponemos en cada momento. Influyen en ella la latitud (más radiación cuanto más nos acerquemos al ecuador), altitud (se incrementa aproximadamente en un 5% la radiación recibida por cada 1000 metros sobre el nivel del mar), cobertura nubosa (las nubes reflejan una parte de la radiación, aunque no toda), grosor de la capa de ozono de la atmósfera (muy deteriorada en la cercanía de los polos), o incluso la radiación reflejada por el suelo que pisamos (menos del 5% en un suelo herbáceo o terroso, hasta el 80% en un paisaje nevado).

De otra parte, dos individuos expuestos al mismo nivel de radiación no absorben la misma cantidad total: su coloración de piel y de iris, por un lado, y su sistema de depuración enzimático de radicales libres, por otro, determinarán si la exposición resulta o no dañina. La presión evolutiva seleccionó a lo largo de siglos para cada población humana una serie de rasgos (ojos y piel claros u oscuros, pelo rizado o liso…) que optimizaron el equilibrio entre los efectos beneficiosos y dañinos de la radiación para su hábitat. Los actuales medios de transporte, sin embargo, nos permiten viajar a zonas donde nuestras características físicas pueden resultar un problema. Así, existe una mayor tasa de raquitismo en los individuos de piel oscura desplazados a latitudes alejadas del ecuador, o de cáncer de piel en los de piel clara que se establecen en países más insolados que aquellos de los que provienen sus ancestros.

El factor más modificable es la insolación total ultravioleta. Debemos limitar la exposición solar en las horas centrales del día, buscar las sombras, utilizar ropa protectora para ojos, cuello y cara, gafas de sol con protección adecuada a rayos UV-A y UV-B, y protector solar con un factor superior a 30 en las áreas de la piel que no pueden ser cubiertas por ropa. No hay que olvidar que las cremas de protección solar son mucho menos eficaces que la sombra o la ropa en la limitación de la exposición, y que nunca deben utilizarse para aumentar la duración de la exposición solar. Especialmente peligrosas son las cámaras de bronceado: su uso por debajo de los 35 años se ha asociado con un incremento del 75% del riesgo de melanoma.

Es necesario ser cauto a la hora de entregarse a modas estéticas, como la del bronceado intensivo. No hace tanto que la piel exquisitamente blanca era sinónimo de belleza, y no pasará mucho antes de que el baño de sol esté demodé. Pero aunque la moda pase, la radiación solar acumulada no nos abandonará nunca, y condicionará nuestra futura salud.

Teodoro Martínez Arán
Médico

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.