Martin E.P. Seligman, psicólogo y escritor norteamericano, director del Departamento de Psicología de la Universidad de Pensilvania, y redactor jefe de la prestigiosa revista «Prevention and Treatment», acuñó el término «learned helpessness», que ha sido traducido al español de diversas maneras: «desesperanza aprendida», «desamparo aprendido», o «indefensión aprendida». También: “Incapacidad Aprendida”. Lo hizo tras experimentar una variante del aprendizaje con perros.
El experimento consistía en administrarles descargas eléctricas dolorosas, y no ofrecerles ningún recurso o táctica que les permitiera evitar la descarga. Como quiera que la corriente eléctrica aparecía inevitablemente, hicieran lo que hicieran, los perros del experimento aprendían que nada de lo que hicieran, les evitaba recibir la descarga.
Posteriormente M. Seligman, armó una jaula con dos apartados divididos por una barrera. Uno de los compartimentos tenía el piso electrificado, mientras que el otro no. No obstante, la altura de la barrera permitía que los animales, únicamente con un salto, pudieran pasar del lado electrificado al que no lo estaba, y así librarse de las descargas. En un primer momento, en esta jaula compartimentada, fueron introducidos perros que nunca habían sido sometidos a descargas eléctricas. Evidentemente, estos animales, al sentir la descarga eléctrica, exasperadamente y con fuertes aullidos, comenzaron a correr de un lado a otro del compartimiento, hasta que, quizá por azar, saltaron el parapeto que les permitía llegar al compartimiento en el que el suelo no estaba electrificado, y así podían escapar de las descargas. Tras repetir este ensayo con los mismos animales, Seligman, comprobó que cada vez los animales saltaban antes al lado no electrificado, y finalmente lo llegaban a hacer en cuanto eran introducidos en la jaula. Los animales sometidos repetidamente a descargas eléctricas llegaba un momento en el que, aunque pudieran evitarlos, no lo hacían, se volvían apáticos, impasibles e indiferentes.
Extrapolando las observaciones en los animales, y por la misma razón, según M. Seligman, los seres humanos, tras una serie de pérdidas, fracasos, frustraciones, desengaños o desventuras, forjamos la idea de que somos incapaces de controlar los escenarios en los que se desenvuelven, y las situaciones en las que intervienen, y finalmente se vuelven depresivos.
Para Vinaccia (2004) la Incapacidad Aprendida es definida “como el estado psicológico que se produce cuando los acontecimientos son percibidos como incontrolables y por los cuales no se puede hacer nada para cambiarlos; lo incontrolable es justamente lo que genera dicha desesperanza. Por ello la percepción de incontrolabilidad se caracteriza por una marcada distorsión de la percepción de control”. Y es esta incontrolabilidad, aprendida del entorno, la que altera el sentido de planificación de respuestas, y de previsión de consecuencias, aumentando con esto, respuestas de resignación y fatalismo.
Así, la incapacidad se va aprendiendo tras enfrentarse a distintas situaciones de fracaso, frustración y pérdida de control en distintos acontecimientos. Todo ello desemboca en un profundo sentimiento de indefensión. Cuando se comprueba que, “haga lo que haga”, “por mucho que lo intente”, o “por mucho que me esfuerce”, siempre obtendré los mismos resultados, la motivación disminuye, se hace más quebradiza y débil, hasta que finalmente se pierde, muy probablemente resultando una respuesta de agresividad o búsqueda de culpables en el exterior, hasta que finalmente se instala la apatía y el abandono de todo esfuerzo. Como en el experimento de Seligman con los perros. En todo caso, se trata de barreras autoimpuestas, y autolimitaciones a la propia productividad.
A nivel organizacional, si bien se han establecido diferencias entre el aprendizaje de los individuos y el aprendizaje de las organizaciones, en general se puede afirmar que, la forma de aprender organizacionalmente sobreviene a partir de los aprendizajes de las personas que las integran. Por lo que una organización también puede tener aprendida la incapacidad. Máxime, cuando se dan ciertos aspectos en las relaciones de los individuos que conforman las organizaciones, que dificultan y llenan de proyecciones de fracaso y frustración personal, su aprendizaje y desarrollo.