¿En qué se parece la enorme crisis económica que estamos padeciendo a los incendios forestales catastróficos? A que tienen su origen en la intervención bienintencionada de las autoridades que termina siendo contraproducente.
A nadie le gustan los incendios forestales, a nadie le gustan las crisis económicas. No queremos ver árboles en llamas ni empresas cerrando sus puertas, tampoco queremos que la fauna del bosque perder su hábitat o a trabajadores perder su empleo. Por eso, cuando hay un incendio o una crisis económica esperamos que nuestras autoridades actúen y estamos dispuestas a darle los poderes necesarios para que lo hagan.
Lamentablemente a base de combatir los incendios forestales cada vez que aparecen se permite la acumulación de materiales inflamables en el bosque. Al paso de los años la cantidad
de material acumulado llega a ser sustancialmente mayor a la que ocurriría naturalmente y se crean las condiciones ideales para un incendio de dimensiones catastróficas.
De manera similar, a base de intervenir en la economía para evitar los efectos de las crisis nuestras autoridades van generando las condiciones para una crisis catastrófica. Cada vez que se ofrece un subsidio, programa de estímulo, paquete de rescate lo que hacen las autoridades es permitir que se vayan acumulando distorsiones e ineficiencias que como hojas y arbustos secos en un bosque serán el combustible de una crisis que se saldrá de sus manos y cuyo costo será sustancialmente mayor al provocado.
Hoy gobiernos de todo el mundo están ofreciendo todo tipo de apoyos y planes de rescate. No dudo que en este momento muchas empresas estén más preocupadas por hacerse de esos recursos que por resolver sus problemas internos y servir a sus clientes. Hoy la carrera no es por explotar las fortalezas a favor del consumidor, sino por exacerbar las debilidades para lucir como merecedor de los recursos que los funcionarios gubernamentales están repartiendo. Quizás ahora mismo se estén generando las condiciones para el próximo incendio económico.