No resulta nada edificante leer los titulares y noticias de prensa relacionadas con la toma de posesión de los nuevos alcaldes y concejales en los ayuntamientos tras las elecciones celebradas el pasado 22-M. Da la sensación que acceder a un puesto político de índole municipal constituye un acto indigno a la vista de los altercados producidos.
La sociedad considera que si alguien tiene pleno derecho a mostrar su indignación, son los candidatos electos, muchos de los cuales han sido vituperados e insultados, y algunos de ellos, hasta perseguidos y zarandeados en varias ciudades y pueblos españoles, incluidas las provincias vascongadas y catalanas.
¿Hasta qué punto tienen derecho un grupo de desalmados a obstaculizar la salida de los concejales de Madrid del Ayuntamiento durante media hora?
Habrá ciertos casos en los cuales el movimiento 15-M considere denigrante el nombramiento de personajes como la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, implicada en el caso «Brugal» y presunta trincona de obsequios varios por parte de empresarios, y no les falta razón, pero bajo ningún concepto, tal acusación les otorga poder alguno para suplantar la labor de jueces y policía.
Hasta el momento no se habían producido en España «incidentes» de este tipo, como los habría catalogado el desaparecido (missing) ZP, si bien, los desmadres cometidos por estos grupos, tomando calles y plazas cuando y como les da la gana y estratégicamente elegidos, son vergonzosamente intolerables.
Posiblemente, el ministro de Interior (Freddy), se encuentre altamente ocupado con el diseño de su campaña para las próximas elecciones generales, lo que no obsta para que alguien, léase el subsecretario, asuma todas las responsabilidades e impida a estos camaleónicos antisistema, corten el tráfico, acampen donde les plazca, arruinen a comerciantes, destruyan puestos de trabajo y molesten a los ciudadanos.
Ášltimamente están ocurriendo sucesos un tanto raros e inadmisibles cuya oscura intencionalidad levanta sospechas y comienza a preocupar seriamente. Tampoco resulta gratificante escuchar la frase de que «al Gobierno se le está escapando de las manos ciertos acontecimientos…» Una cosa es padecer una situación económica desoladora y otra muy distinta y peligrosa son estas continuas alteraciones del orden público que ignoramos en qué pueden desembocar….¡¡Tiempo al tiempo!!