El denominado Virus-ZP no solo ha contagiado y destruido nuestros escasos recursos económicos, sino que ha afectado igualmente a los restantes ámbitos: moral, social, político, jurídico e institucional. El gobierno bicéfalo y en franca descomposición continúa empecinándose en mantener y defender posturas insostenibles, tan sumamente peligrosas que acabarán dificultando extraordinariamente la posible recuperación de la España post-electoral.
Los destrozos protagonizados por Zapatero y su gabinete han sido nefandos. El manirroto presidente despilfarró el patrimonio heredado de Aznar (PP) pero, no satisfecho con semejante latrocinio, se ha encargado de endeudar al país hasta las cejas, con el agravante de que nadie se atreve ni conoce con certeza a cuánto asciende el «pufo» sumando lo originado por la Administración central, Ayuntamientos, Diputaciones y Comunidades Autonómicas. A este paso no quedarán fondos ni para pagar las auditorías que levanten toda la porquería acumulada desde el 2004.
Nuestro faro y guía de la Alianza de las Civilizaciones, sumido en su particular reino de «Babia», en un concurso de disparates, locuras y temeridades, se llevaría todos los premios y, para colmo, políticamente ha hipotecado el país en manos de los insaciables nacionalismos que nos están precipitando hacia la más insolvente de las quiebras.
Con relación a la tan necesaria reforma de la Negociación Colectiva, Zapatero se comprometió con Angela Merkel, a que las subidas salariales, se adaptarían a la productividad, y tal promesa, como todas las restantes, no se ha cumplido. Obligarse a firmar una reforma sin el acuerdo de patronal y sindicatos es algo descafeinado y condenado al fracaso. Entre otras razones porque los empresarios se negaran a firmar los convenios. Otro gran error imperdonable ha sido el haber marginado el absentismo laboral.
Para profundizar en estos temas de rabiosa actualidad, es muy recomendable leer el editorial NEGOCIACIÁN COLECTIVA. PRODUCTIVIDAD Y COMPETITIVIDAD, de la experta en ciencias del trabajo, Ángela M. Márquez Casero, directora de la revista LABORAL, editada por el Colegio de Graduados Sociales de Málaga y Melilla.
Sobre la compleja y debatida participación de los sindicatos, que ya solo representan al 16% de los asalariados, están suscitándose múltiples críticas, acusándolos de que solo les preocupan los trabajadores fijos y seguir recibiendo sustanciosas subvenciones económicas. El resto, temporales y parados, al parecer no son su problema. UGT y CC.OO., han perdido más de 500.000 afiliados desde el comienzo de la crisis y su desconexión con la sociedad es galopante, al igual que su menoscabado prestigio.
El final de la etapa del desaparecido (missing) Zapatero no está pasando por sus mejores momentos. Ya apuntó hace muchos años el erudito Tomac de Verelokivich que «Cuando se agotan los razonamientos, comienza la violencia, fiel sinónimo de fracaso. Es entonces cuando se impone el rearme moral por la vía de la reflexión, el acuerdo y la conciliación intercultural».