Se acercan ya las elecciones y los partidos políticos afinan sus estrategias… captar el voto joven, captar el de los parados, el de los presos y sus familias, captar el voto de los ancianos, sobre todo los que están en residencias y otros centros. Y para ello se establecen estrategias morales e inmorales, y dentro de estas últimas tiene un lugar de honor la picaresca de la compra de votos por correo.
Diréis que soy una exagerada, pero si tenemos en cuenta las denuncias del año pasado y, lo más importante, lo que es un secreto a voces de la sociedad española, la situación ni es excepcional ni es de bajo calado.
El sistema de compra de votos funciona según el colectivo a captar y el interés de la persona o personas captadores, y así tenemos:
a) La compra de votos a trabajadores de empresas que tienen concesiones municipales (Se suele dar en pueblos pequeños y consiste en instar a la empresa a que le entregue al concejal de turno los votos por correo de sus trabajadores y otros).
b) La adquisición de votos por correo de algunas personas que gestionan los bancos de alimentos y otras figuras de ayuda a los más desfavorecidos ( conseguido mediante coacción del votante, y en el que el captador consigue del partido, un puesto en el servicio de limpieza, su mujer uno en la limpieza de colegios, su prima trabaja… bueno sería largo y en resumen consigue cosas).
c) La compra del voto del empadronado de ultima hora, se trata de empadronar a personas de otras localidades para que ejerzan su voto en una en concreto, para ello se les pide que se empadronen en casa de un conocido o familiar y caso de no tener, siempre esta el caso del empadronamiento en viviendas en ruinas o incluso en solares (hace unos años un candidato en Félix denunciaba que en un solar de su propiedad vivían 25 empadronados)
Y aunque estos sistemas son de uso más o menos frecuente en nuestra capital y fuera de ella, el más usado es la «sustracción» del voto de los ancianos y otros disminuidos por sus cuidadores.
Aquí la operativa va desde la entrega del sobre para votar cuando se les traslada hasta el colegio electoral, ¿quién no ha sido testigo de esta práctica?; hasta el empleo de un notario para que personado en la residencia redacte un poder a favor de un tercero para que solicite los votos por correo a nombre de los ancianos, una vez solicitado el voto, éste llega a la residencia, se meten las papeletas y se lleva a la oficina, que para entregarlo no hace falta acreditar que eres el votante.
Este modelo se siguió en una flamante residencia de Almería hace unos años y fue puesto en conocimiento de la sociedad por «Teleprensa», un periódico digital que mediante el titular «Golpe a la democracia en las residencias de ancianos» ponía puntos y comas (también apellidos y nombres) a esta práctica en Almería capital, y lo denunció un compañero de UPyD a la Junta Electoral Central, quien lo pasó a la de zona y ésta al Juzgado. para que fuese investigado.
Lo cierto es que esta práctica solo se produce porque los partidos políticos, «TODOS LOS PARTIDOS POLÁTICOS», la aceptan. Ninguno, que yo sepa, ha propuesto que al igual que para solicitar el voto por correo, el ciudadano tenga que identificarse, para entregar este mismo voto el elector sea identificado. Claro que cabría preguntarse qué figura de autoridad va a identificarlo, cuando hemos desmantelado el servicio público de Correos y los empleados ya no son funcionarios.
Es por tanto que los partidos políticos que buscan combatir la corrupción, deberían hacer suyas dos medidas:
- La primera sería la necesidad de identificación del elector cuando deposita su voto en la oficina de Correos.
- Y la segunda, la de que en cada oficina de Correos sea obligatoria la presencia de un funcionario que garantice que la práctica postal se realiza con totales garantías jurídicas.