Sociopolítica

Instrucciones para entender a un político

[Antes de nada, cabe advertir al lector que esto es sólo una aproximación para la comprensión de esos extraños seres, cuyo completo entendimiento es imposible. Se sabe, en los distinguidos círculos divinos, que Dios fue omnisciente hasta que aparecieron estos personajes, de cuyo conocimiento se declara incompetente…]

En primer lugar, rastree su casa en busca de diccionarios, recolectándolos todos, por anticuadísimos o modernos que parezcan. Acto seguido acérquese a una ventana y arrójelos al vacío, con esta advertencia en forma de vocerío: » diccionario va «. Tenga cuidado de no aplastar cabeza alguna, pues el afectado puede reprenderle con palabras que el diccionario omite o ni siquiera conoce. Si no le agrada esta opción, puede cocinarlos en una sartén, así, sin condimentar siquiera, hasta que se haga un amasijo pastoso donde ni siquiera pueda hincar el diente la prueba del carbono 14. Hay otros procedimientos, todos aceptables, pues el fin único es desprenderse de ese oráculo gramatical; de nada nos va a servir. Aunque se sabe que estos seres utilizan las palabras que en él hay escritas, el zarandeo a la que las someten, violentándolas con eufemismos o simplemente haciéndolas meras herramientas de una sarta de embustes, las hacen huecas a toda comprensión racional, dejándolas vacías por dentro como una cáscara inútil.

Como aun sin diccionarios usted creerá entender lo que oye de ellos, merced a una previa educación, lo más conveniente sería desprenderse del sentido de la audición, utilizando cuantos métodos sean necesarios; desde los más científicos, sirviéndose de la cirugía, hasta los más rudimentarios, como pegar la oreja a la campana de cualquier iglesia en los momentos en que anuncia la hora.

Tampoco el sentido de la vista le servirá de mucho para la verdadera comprensión de dichos seres, atendiendo a los distintos procedimientos de impacto visual de que estos se sirven, por medio de escenificaciones y alambicadas puestas en escena, descontextualizadas en pro de sus intereses ( cabe indicar aquí que no se trata en ningún momento de comprender lo que ellos quieren hacernos creer, cosa las más veces bastante obvia, sino conocer los verdaderos entresijos de su turbia conciencia). Utilice el lector su imaginación si quiere desprenderse de este estimable sentido, pues lo dejo a su antojo, con esta advertencia: si bien no me he arrancado los ojos de cuajo hasta la fecha, se me antoja que debe hacer algo más que cosquillas, por lo que yo lo descartaría de antemano. Tampoco es recomendable mirar un eclipse a bocajarro, y no por lo efectivo del proceso, sino por la tardanza entre uno y otro, tiempo que no podemos esperar si queremos por  fin entender a estos complejos individuos.

El último paso (y aun podría considerarse el único, y prescindir de los anteriores: discúlpenme los que hasta aquí hayan seguido el proceso a rajatabla, pudiendo ahorrarse las molestias) es embestir  una pared cualquiera con nuestra cabeza, tal como si fuéramos a traspasarla, a fin de quedarnos lisiados de entendimiento, mellados de razón y , por decirlo de una vez, tontos de remate. Llegado a este punto, el lector podrá reprocharme este último método, arguyendo que faltos de entendimiento mal podremos entender cosa alguna, mucho menos a especie tan incalificable. No sé que esperaban. Lo titulé instrucciones, no milagros. Y no sé que otra cosa puedo recomendar para comprender a unos seres de nula conciencia, que ponerse a su nivel, desposeyéndose de ella.

Nota a pie de página: Se conocen contadas excepciones ( como toda regla ) de políticos con conciencia y dignidad, verdaderamente preocupados por el prójimo y, como debe ser, a su servicio. Lejos de dejar aquí un catálogo, dejo caer un nombre: José Mujica.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.