Mirar al futuro
España tiene un grave problema energético. Un serio inconveniente para la economía que guarda estrecha relación con la crítica situación financiera en la que se encuentra el país.
Todo comenzó al principio del nuevo siglo. Era el despegue. Un nuevo milagro económico hacia posible la recuperación de la crisis de mediados de los noventa. Incluso creíamos factible alcanzar economías de la talla de Francia o Alemania. Como si estuviésemos corriendo una prueba de velocidad, cuando la carrera era de fondo.
Decidimos seguir hacia delante y nos olvidamos de que lo importante no es la meta, sino el camino. Para continuar y crecer más y más era necesario aumentar el consumo. El Ejecutivo de José María Aznar decidió contener los precios de la luz para que no se disparase la inflación. Y el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero acrecentó la deuda, que actualmente se sitúa en torno a los 26.000 millones de euros. A dicha deuda se la conoce como déficit de tarifa acumulado. Es el desfase entre ingresos del sistema eléctrico –lo que pagan los consumidores- y el precio de la generación de la electricidad más los costes regulados, es decir, transporte, distribución, primas a las renovables y ayudas al carbón, entre otros.
El Ejecutivo español ha elaborado una hoja de ruta donde los consumidores, el Estado y las empresas con actividades reguladas serán los encargados de pagar el déficit. Para los usuarios, la tarifa ha subido un 63% entre 2003 y 2011. De hecho se ha convertido en la más cara de la UE para el consumidor doméstico, solo por detrás de Irlanda y Chipre.
El ajuste para las empresas se cifra en 2.700 millones de euros, repartidos entre eléctricas tradicionales y generadoras de energías renovables. Supondrá la desaparición del mecanismo de primas. La comisaria europea de Cambio Climático, Connie Hedegaard, ha sido muy crítica con las políticas energéticas realizadas por el Gobierno español en los últimos años. “Entendemos que el país vive una situación económica difícil, pero tal vez las renovables no sean tan culpables. ¿Realmente son las mayores responsables del déficit de tarifa?”, añadía otra fuente del Comisariado.
Las primas a la energía limpia, introducidas en 1999, se vieron potenciadas por el Plan de Fomento de las Energías Renovables, elaborado en 2004 por el Gobierno de Zapatero. Pretendía solucionar el alto coste del petróleo y las necesidades de España de reducir emisiones de dióxido de carbono. La subida de las primas atrajo a cuantiosos inversores, tanto nacionales como extranjeros, lo que produjo un boom en las energías renovables, especialmente la solar. Ante el creciente aumento de los incentivos, el Ministerio de Industria socialista en 2009, procedió a recortar las primas para indignación de los inversores. Pese a los recortes en dichas primas, éstas crecieron un 17% entre enero y junio de este año con respecto a 2012, según datos de la Comisión Nacional de la Energía (CNE). El mismo organismo que critica la última reforma energética ya que “sacrifica la eficiencia económica a medio y largo plazo en aras de la sostenibilidad económica a corto plazo, entendida como recuperación de costes en gran parte hundidos que preceden en el tiempo al autoconsumo y no son achacables a él”.
Los usuarios que se han pasado al autoconsumo también ven como el Ejecutivo de Mariano Rajoy se opone a su modelo de generación de electricidad, basado en su mayor parte en energía fotovoltaica o eólica. Se ha establecido un peaje de respaldo, que deben pagar las instalaciones de autoconsumo y cuya cantidad será modulada por el Ministerio de Industria. Tanto la CNE como la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) han criticado este pago y lo han calificado de “discriminatorio”. Entretanto, las compañías tradicionales de electricidad se frotan las manos porque supone un espaldarazo en sus balances.
“Invertir en renovables es más barato que comprar gas a Argelia”. Con esta rotunda frase confirmaba GÁ¼nther Oettinger, Comisario Europeo de Energía, el necesario rumbo energético a seguir en España. Un modelo eficiente y limpio que tiene que consolidarse. No se puede depender de energías caras y limitadas. Obama alabó el modelo energético español allá por 2009, cuando iniciaba su andadura presidencial. ¿Tanto hemos cambiado?