Sociopolítica

IU y Podemos: sus errores

IU debe superar sus contradicciones internas. Podemos ha empezado con buen pie su andadura política, pero no está exento de peligros. Nadie está libre de cometer errores.

La impactante irrupción de Podemos en el panorama político español no se ha producido por simple casualidad. Indudablemente, la tremenda y larga crisis, económica pero también política, ha sido fundamental. Indudablemente, el surgimiento de Podemos no podría explicarse sin el surgimiento del 15-M. Pero también el haber logrado “robar” votos a IU (porque yo sí creo que muchos potenciales votos de IU han ido a parar aPodemos), al PSOE o incluso a la abstención es el resultado de una mejor estrategia, consistente en aprovechar las oportunidades brindadas por los grandes medios de comunicación para hacerse oír, en hablar en un lenguaje contundente y sencillo que llega a la gente, en no conformarse con ser una fuerza meramente testimonial, en aspirar sin complejos a ganar, a convertirse en mayoría, a gobernar, así como sobre todo en dar el máximo protagonismo posible a las bases, a la ciudadanía. Sin duda, la estrategia, a mi entender, ha sido muy acertada. Ahora bien, esto no significa que la nueva formación Podemos esté exenta de peligros, de hecho, sólo empezar ya se están cometiendo importantes errores.

podemosComo no acudir a la llamada hecha por IU para coordinar a todas las fuerzas democráticas en la lucha por la República. No me parecen satisfactorias las explicaciones dadas por Pablo Iglesias en el sentido de que no les gusta ponerse por delante de la ciudadanía, o en el sentido de decir que están desbordados y no pueden enviar a portavoces de la organización para coordinarse con otras organizaciones que comparten objetivos comunes. Podemos debe tener en cuenta que ha logrado la confianza inicial de una parte del electorado de izquierdas harta de falsos profetas, de organizaciones que dicen pero no hacen, que traicionan una y otra vez a quienes apuestan por cambios verdaderos. Pero dicha confianza puede finalizar prematuramente si la cagan, si cometen errores tan burdos como el que acaban de cometer. El electorado de la izquierda real es mucho más exigente, no consentirá el más mínimo error. El más mínimo error de importancia se entiende. El voto depositado por el votante de izquierdas no es un cheque en blanco. Es absolutamente imperativo que una nueva formación política que aspira a recuperar la ilusión y la confianza de una gran parte asqueada del electorado no cometa graves errores, o por lo menos los reconozca y corrija a tiempo, cuanto antes, cuando los cometa. No se puede permitir, a diferencia de quienes son votados sistemáticamente hagan lo que hagan, cometer esos deslices. Sus enemigos los aprovecharán todo lo posible y su electorado no se los perdonarán. Espero no ser demasiado duro con la gente de Podemos, soy muy consciente de todas las dificultades a que se enfrentan, pero quien desea que ese proyecto no se frustre tiene que criticar lo que considere oportuno criticar, que intentar que los errores se corrijan cuanto antes, que no vayan a más. Así como hay que criticar a IU cuando lo hace mal, lo propio hay que hacer con cualquier otra organización que pueda ser útil para el cambio verdadero. Como decía Rosa Luxemburgo, la autocrítica más despiadada, cruel y que llegue al fondo de las cosas, es el aire y la luz vital del movimiento proletario.

Dicho sea de paso que tampoco me parecen satisfactorias las explicaciones dadas por Cayo Lara para justificar la coalición de IU con el PSOE en Andalucía. Dice Lara que esa alianza fue votada por los militantes de dicha formación en aquella comunidad autónoma. El problema es que esa decisión afecta al conjunto de IU en todo el Estado español. Le resta votos porque le resta credibilidad en el conjunto del país. ¿Hasta qué punto es legítimo que algunos decidan lo que afecta a otros muchos? ¿Puede una parte de un partido político tomar decisiones que afectan a una posible estrategia general de todo ese partido? Yo sigo pensando que mientras IU no rompa definitivamente con el PSOE no podrá convertirse en fuerza alternativa al PSOE, sólo podrá conformarse con ser un apéndice de la derecha no oficial. También pienso que es preferible no gobernar con programas descafeinados, no conformarse con ciertas migajas de progresismo, porque eso supone una hipoteca para lograr programas de gobierno verdaderamente progresistas. Es preferible saber mantenerse al margen de gobiernos donde sólo pueda aplicarse una pequeña parte de nuestro programa político, para más adelante lograr cambiar la correlación de fuerzas y gobernar en gobiernos donde sí pueda aplicarse gran parte de dicho programa. El no gobernar a tiempo puede suponer el tener verdaderas posibilidades de participar en un gobierno que sí merezca la pena más adelante. No basta con parar a la derecha más agresiva, hay que desmarcarse también de la derecha menos agresiva, pero derecha. No basta con pensar a muy corto plazo, hay que pensar también a medio y largo plazo.

No basta con decir que PSOE y PP son prácticamente lo mismo, hay que practicar con el ejemplo, hay que ser coherentes. Que se someta a votación al conjunto de la militancia de todo el Estado la estrategia general de IU, si coaligarse en algún lugar o en algún momento con el PSOE o no. Creo que eso sería más democrático y lograría cohesionar más a dicha coalición de izquierdas, ayudaría mucho a superar sus grandes contradicciones. Quienes votan a IU y luego ven que ésta gobierna junto al PSOE pueden replantearse su voto en las siguientes elecciones (como de hecho, en mi opinión, así ha ocurrido en numerosas ocasiones), bien para votar directamente al PSOE (dándole de paso a éste argumentos a favor del “voto útil”), bien para votar a otras formaciones con las que no se sientan traicionados, o bien para simplemente no votar.Creo que IU no está haciendo suficiente autocrítica con respecto a lo ocurrido en las pasadas elecciones europeas. Es verdad que han aumentado notablemente los votos recibidos, pero también es cierto que las expectativas eran mayores, también es cierto que en apenas cuatro meses de existencia una nueva formación política se ha puesto casi a su misma altura (superándola incluso en algunas comunidades autónomas muy significativas). Cabe preguntarse si IU ha subido gracias a su estrategia o a pesar de ella.

Yo deseo que se produzca la imprescindible convergencia entre IU y Podemos, junto con otras fuerzas progresistas. Creo que es necesario un gran frente electoral de izquierdas, popular, ciudadano, que abandere la causa republicana, democrática. Creo que esta demanda la comparte mucha gente de izquierdas, muchos ciudadanos. Es obvio que si no nos unimos no podremos vencer. Ahora bien, ese frente debe tener un programa claro que merezca la pena y deberá emplear una estrategia adecuada. En dicho programa y en dicha estrategia creo que las distintas organizaciones pueden aportar algo, aunque no todas por igual. Algunas cosas habrá que tomarlas más de unas que de otras. Quien haya demostrado tener mejor estrategia deberá aportar más a la estrategia común. Dicha convergencia deberá permitir que 1+1 se convierta en 5 y no en 1,5. Ello dependerá de cómo se haga. Cualquier organización política es un medio y no un fin en sí mismo. Debe ser una herramienta para canalizar la unidad popular, para coordinar a la ciudadanía en la lucha que se avecina por un sistema mejor, para crecer, para hacer que dicha lucha sea más efectiva, tenga mayores posibilidades de éxito. Hay que huir de sectarismos, de dogmatismos, de orgullos, de personalismos (lo cual no significa que no haya que usar a los líderes carismáticos, a quienes elocuentemente puedan convencer a las masas). Por encima de todo hay que practicar la crítica y la autocrítica constructivas, sin limitaciones. Cuando hay que criticar se critica así como hay que decir también lo que se está haciendo bien, según la opinión de uno por supuesto, la cual puede estar equivocada. Nadie es perfecto. Lo importante es la intención, la actitud. Con la actitud adecuada es posible superar los inevitables errores.

Creo que ambas formaciones políticas pueden aportar cosas útiles. Las nuevas formas de hacer política de Podemos deben considerarse, así como la experiencia de IU. Hacer nueva política no significa desechartodo de la vieja política. Hay ciertas cosas que no pueden desecharse, como, por ejemplo, la necesidad de que en determinados momentos las organizaciones, sus máximos responsables, canalicen, coordinen, a sus bases, a la ciudadanía. Que la parte de abajo de cierta organización deba tener el control de la misma (como así pienso que debe ser) no significa que no exista una parte de arriba o que ésta sólo deba decir o hacer todo en todo momento con el visto bueno de las bases. Nos guste o no, en determinados momentos, alguien debe hablar (o actuar) en nombre de otros. Los portavoces de Podemos hablan en nombre de sus bases, de sus votantes, pero no se atreven a actuar porque dicen que no les gusta situarse por delante de la ciudadanía. ¿No es esto una incongruencia? Precisamente quienes les votan, quienes les dicen que sí les representan, esperan que hablen y actúen de acuerdo con el programa electoral por el que fueron votados. Por supuesto que deben rendir cuentas ante sus bases cada cierto tiempo, pero no puede pretenderse que no puedan decir o hacer nada si sus bases no les dan el visto bueno en todo momento. Si así fuera sería impracticable la política. ¿Qué problema hay con reunirse (abiertamente, sin secretismos) con portavoces de otras organizaciones para coordinar estrategias, mientras éstas no contradigan el programa por el que fueron elegidos? Es más, el problema de no actuar en concordancia con lo dicho y prometido no sólo es absurdo sino contraproducente pues así se pierde credibilidad ante la ciudadanía, ante quienes les votaron y ante quienes podrían votarles pero aún no lo han hecho.

La política es ante todo una guerra, una lucha de clases. ¿Podemos imaginarnos que en plena ofensiva del enemigo ciertas partes de nuestro ejército dijeran que no pueden disparar hasta convocar una asamblea con los suyos para ver qué hacer? ¿Podemos imaginarnos un ejército sin mandos, sin coordinación, donde todo se deja a la improvisación o a la espontaneidad de las masas? ¿Podría un ejército “organizado” de esa manera ganar una guerra, ni siquiera una batalla? Pues esto esencialmente es lo que están haciendo en parte los responsables de Podemos ante los acontecimientos históricos que se han precipitado con la abdicación de Juan Carlos I. Ahora mismo la prioridad número uno es luchar para que el pueblo pueda hablar, por lo menos poner en evidencia a la falsa democracia actual. No cabe decir que uno está desbordado. Tampoco creo que cueste mucho mandar a algún representante del partido para reunirse con otros partidos, o por lo menos decir públicamente que el partido se suma a la iniciativa de IU. Probablemente, no sea casualidad que el enemigo tome la iniciativa antes de que las fuerzas de izquierdas se organicen mejor o se reorganicen. Pero quien entra en política, es decir, en el campo de batalla, no puede pretender controlar los tiempos en que acontecen las cosas. Hay que estar preparado también para lo imprevisto. El enemigo no se queda de brazos cruzados, intenta sorprender. Hay que saber reaccionar a tiempo, con celeridad, para lo cual, desgraciadamente, hay que prescindir en ciertos momentos de la democracia directa, hay que recurrir a cierta representatividad. En este aspecto IU sí está actuando con mayor celeridad, en este caso Podemos debe aprender de IU.

Hay errores y errores. Nunca puede cometerse el error de pensar que uno tiene la razón en todo, no hay que despreciar la experiencia de gente que lleva mucho más tiempo haciendo política, así como tampoco hay que despreciar a quienes aportan aires nuevos, tan necesarios. Hay que distanciarse de ciertas viejas formas de hacer política (y éste es un crucial reto para IU) pero tampoco hay que hacerlo por completo, también hay que salvaguardar ciertas viejas formas inevitables (y éste es un reto crucial para Podemos). Todos podemos aprender y a su vez enseñar. Creo que el camino correcto es que se tome lo bueno de unos y lo bueno de otros, y se deseche lo malo. Hay que llegar a un cierto equilibrio entre planificación y espontaneidad, entre arriba y abajo, siendo siempre la parte de abajo la que controle, en líneas generales, la situación en última instancia, pero delegando suficientemente a la parte de arriba para que pueda ser operativa la organización, es decir, la lucha común. Hay que dar el máximo protagonismo posible a las bases, a la militancia, a la ciudadanía, pero quienes coordinan a las organizaciones deben tener cierta autonomía en los detalles de implementación, en elcómo decir o hacer (siempre que no se traicionen objetivos y estrategias generales, sobre todo el programa electoral), incluso deben también, cuando los acontecimientos se precipitan, tomar ciertas iniciativas, reaccionar a tiempo. Como se suele decir, la guerra es la continuación de la política por otros medios, por tanto en algunos aspectos hacer política es similar a hacer la guerra. Por lo menos mientras la política sea esencialmente una lucha de clases, mientras aún no sea simplemente la administración de las cosas.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.