Continuando con el análisis de las economías mundiales en el Balcón del Asesor en la Aldea Global.en esta ocasión analizaremos el país del sol naciente, Japón, centrándonos primordialmente en el punto de vista económico desde el pasado hasta el presente.
Actualmente nos vemos involucrados en una crisis a escala mundial que nos obliga a adentrarnos en materia para, con formación, buscar modelos eficientes en todas las economías mundiales. Tras la situación de anquilosamiento económico que sufrió el país desde hace ya más de dos décadas, en la actualidad representa una de las potencias a nivel tecnológico, político y económico más destacables de la época moderna. Por ello, nos parece interesante estudiar esta economía de una forma ampliada para ver posibilidades de inversión en esta potencia mundial que a nadie debe dejar indiferente, siendo miembro de la Organización de las Naciones Unidas, G8, G4 y APEC (Foro consolidado de países del Pacífico en búsqueda de facilitar el comercio, la inversión y desarrollo económico formado por 21 países que conforman el PNB del 56% de la producción mundial).
El origen del nombre de Japón proviene de China y se compone de dos ideogramas, que por separado quiere decir:
El carácter æ—¥ es la evolución de un círculo con un punto central que representa el sol y el otro carácter 本 representa la raíz de un árbol y también tiene el significado de origen, consiguiendo la expresión “país del sol naciente”.
Japón ya hablaba su propio idioma, pero la escritura fue importada de China. El nombre original antiguo es Yamato que significa “suprema armonía”, aunque teniendo en cuenta los ideogramas se denomina “país del sol” (NiHon o en japonés Nippon).
Los diferentes idiomas que podemos encontrar en Japón son, además del japonés, el ainu y la familia de lenguas ryukyuenses, que se hablan en las islas Ryukyu y cuentan con un millón de hablantes.
La lengua japonesa desarrolló dos sistemas de escritura, el hiragana (palabras japonesas indígenas o domésticas) y el katakana (palabras extranjeras que no sean de origen chino). Hay que mencionar que la lengua japonesa ha crecido como lengua de estudio para los negociantes de la industria automotriz, financiera y transacciones internacionales.
Otras lenguas que se utilizan en Japón son el coreano, con 670.000 hablantes repartidos por Osaka, Tokio y la ciudad de Shimonoseki; además se usa el inglés con 70.000 hablantes, el chino con 150.000 hablantes, lenguas filipinas, francés, español, portugués, persa, árabe, Bangladesh y tailandés, para la comunicación universal, diplomática y cultural, así como para las transacciones con otros países.
Japón es un archipiélago volcánico compuesto por 374.744 km² de islas, un 0,8% de agua y formado por más de seis mil islas que se extienden por toda la costa asiática este del océano pacifico. Tiene su capital en Tokio, siendo la ciudad más poblada. Se encuentra ubicado al noreste de China y Taiwan, al este de Corea y al sur de Siberia. Las cuatro islas importantes son Hokkaido, Honshu, Shikoku y Kyushu.
Cerca del 73% del país es montañoso, siendo el Monte Fuji el pico más alto con 3.776m de altura. El resto del terreno es aprovechado en su totalidad para el cultivo. Al estar en un terreno de mucha actividad volcánica sufren frecuentes temblores que provocan terremotos destructivos varias veces cada siglo, llegando incluso en algunas ocasiones a provocar tsunamis. (Fuente: confindeldesahogo.blogspot.com)
El clima es lluvioso y con una alta humedad. En la parte norte, es ligeramente frío con calurosos veranos y grandes nevadas en invierno mientras que el centro del país es caliente con veranos húmedos e inviernos cortos. En cambio en el sur cuenta con un clima subtropical con veranos largos, calientes y húmedos e inviernos cortos y suaves. Japón también se ve afectado por los fuertes vientos producidos por los centros ciclónicos y anticiclónicos que se forman en el continente y en el Pacífico.
Japón esta formado por 127.611.000 habitantes, que lo posicionan en el tercer país con la población mas longeva del mundo (82,07 años) y además, es uno de los países con un descenso en el índice de natalidad causado por el elevado coste de criar y educar a un hijo, lo que provoca una carencia de infantes. Para solventar este problema, el gobierno reforzó las leyes contra la discriminación de las mujeres en el trabajo lanzando tres proyectos de asistencia social (Plan Ángel, Nuevo Plan Ángel y Una Propuesta Más), los cuales ayudan a que las mujeres puedan compaginar su vida laboral con su vida familiar.
Japón se caracteriza por la fusión tradicional en madera y el arte occidental, que les llevó a la creación del manga. Esta influencia animada de la televisión y el cine dando origen al anime y el llamado “live action movie”, que son filmes o teleseries encarnadas por actores y basados en series de animación populares. Además, de la influencia del anime tienen las consolas de videojuegos que siguen prosperando desde el decenio de 1980.
Con el predominio de la música estadounidense y europea, surge el J-Pop o música pop japonesa, siendo el karaoke la actividad cultural más practicada en el país.
En el país nipón, además de las típicas festividades occidentales como Navidad o Halloween, se celebran otras fiestas tradicionales de las que cabe destacar Tanabata (festividad de las estrellas) y Obon (tradición semireligiosa que honra a los espíritus). La oración popular “Kami-sama, Hotoke-sama, doka otasuke kudasai” (Dios y Buda ayudadme de alguna forma, por favor) proviene de la creencia sincretista (intento de conciliar diferentes doctrinas).
El budismo es la religión mayoritaria, seguida del sintoísmo. Así mismo, por la influencia china, tiene una presencia destacable el taoísmo y el confucionismo. Como religión minoritaria destaca el cristianismo.
Es un país bastante supersticioso después de la bomba atómica, aunque algunas de las supersticiones tienen carácter tradicional, lo que hace que formen parte de sus aspectos de la vida cotidiana, como por ejemplo, no utilizar la planta número 43 en hospitales porque se pronuncia igual que “parto muerto”.
Tradicionalmente el deporte más conocido en Japón es el sumo como deporte nacional, por ser el más popular, aunque el que le ha quitado protagonismo es el béisbol, desde que se estableció en 1936, y su muestra está en que la Selección Nacional japonesa ha ganado dos ediciones del clásico mundial de béisbol.
El sistema educativo tuvo un papel importante durante la recuperación y favoreció el rápido crecimiento económico durante el final de la Segunda Guerra Mundial. La educación japonesa es obligatoria en primaria y secundaria, y en bachillerato es voluntaria, aunque prácticamente todos los alumnos lo cursan. La enseñanza nipona mantiene las primeras posiciones en los rankings mundiales, así como en los primeros puestos de los exámenes matemáticos.
La estructura educacional consta de colegios públicos financiados por el gobierno y por la educación privada, que forma una parte importante de este sistema. Se proporciona una educación de alto nivel académico y gratuito para los niños de entre 6 y 15 años. En cambio, las escuelas de 15 a 18 años cuentan con el 94% de los estudiantes que completaron el nivel primario. Seguidamente el tercio del nivel secundario de educación entra a las universidades u a otras instituciones superiores para completar su educación.
En la actualidad, la educación ha tenido que tomar medidas de atracción debido a la baja tasa de natalidad del país, teniendo que bajar las exigencias y los niveles de los exámenes de ingreso, ya que las aulas se encuentran con una capacidad de ocupación baja.
La gastronomía ha cambiado desde la Edad Antigua donde estuvo influenciada por la cultura china, hasta la Edad Moderna donde se introdujeron cambios por la cultura occidental. La comida japonesa es conocida por su énfasis en la estacionalidad de los alimentos, calidad y presentación de sus ingredientes. Aunque la mayoría de la gente la asimila al sushi, también es curioso que en 2012 la carne de vacuno producida en Japón la posicionara como el tercer país de producción mundial, detrás de China y EE.UU. desplazando a grandes productores como Argentina, Brasil e India.
El gobierno de Japón se divide en central y local. El gobierno central está formado por una monarquía constitucional, donde las personas mayores de 20 años pueden votar en sufragio universal. Aunque en la práctica es una democracia parlamentaria, el pueblo no vota a un presidente, sino a los miembros del parlamento, y estos al primer ministro. A diferencia de otras democracias, Japón tuvo hasta 2009 un partido dominante (Partido Liberal Democrático) donde no se proponía a un primer ministro. Por otro lado, el gobierno local está constituido por los gobernantes que son elegidos por el pueblo, pero su independencia es limitada por el presupuesto anual que el gobierno central destina.
El siglo IX fue representativo por el gran declive económico que se sufrió debido a las plagas y hambrunas, que provocaron que en el siguiente siglo X se originaran disturbios y rebeliones. Para controlar todo aquello, el gobierno tomo la decisión de conceder poderes a los gobernadores locales para reclutar luchadores que les ayudarán con las crecientes rebeliones. Esto provocó un enorme poder político para estos gobernadores, con el cual surgieron los samurais, que significa “aquellos que sirven”.
Ya en el periodo Edo (1603 a 1868), también llamado periodo Tokugawa, se consolidó la estructura social en tres partes (clase gobernante samurai, clase agrícola y la ciudadana formada por artesanos, mercaderes y comerciantes) y además, fue una etapa pacificadora y con un aumento en el oro y plata, lo que originó unas condiciones de vida más estables en las clases sociales, lo que trajo como consecuencia que la población desarrollara sus habilidades vocacionales.
La clase samurai siguió organizándose y desarrollando un sistema administrativo eficiente y legal, mientras que los agricultores y ciudadanos mejoraron en el ámbito material. En el siglo XVII la producción de arroz se había duplicado y el cultivo de cosechas valiosas se extendió a todos los pueblos. A todo ello, se le unió el desarrollo industrial alcanzando un nivel de prosperidad en muchas ciudades y un poder económico por parte de los comerciantes que superó al de los samurais, llegando a hacer el primer viaje transoceánico en 1614 por el galeón San Juan Bautista.
Se consiguió establecer la unión política del país con un poder equilibrado conocido como bakuhan, pero no sin grandes inconvenientes. Con ello se acabó con las luchas de poder de los señores de la guerra, samurais, además de propiciar el desarrollo de la agricultura, transporte, mercados nacionales, del comercio y crecimiento de las actividades manufactureras, no sin el grave inconveniente de estar prácticamente aislada de los avances que se habían dado en el exterior. Además, la población estaba dividida en una estructura férrea de clases, en el que el 80% de su población estaba formada por campesinos que no tenían libertad de movimiento, estando atados a la tierra. Aunque poco a poco, el foco de la actividad económica cambió de una agricultura de subsistencia hacia una agricultura comercial gracias a los excedentes por la mejora de su productividad y hacia una industria de artesanía.
Tras intentos de varios países de romper el régimen de aislamiento al exterior sin éxito, en 1853, EEUU presionó con varios barcos de guerra en costas japonesas y consiguió que las autoridades militares niponas cediesen después de un año. Se establecieron relaciones a través de tratados por los que se abrían determinados puertos para barcos foráneos y se establecieron algunos asentamientos de comerciantes y técnicos extranjeros. Gracias a estos pequeños atisbos de occidente, la población que hasta entonces era tan rígida en sus tradiciones, se dio cuenta que en occidente estaban más adelantados y eran más poderosos. Con lo que no se quedaron impasibles y acabaron con el gobierno militar dando paso de nuevo al poder imperial. Pero la capital imperial ya no se restablecería en Kioto, sino en Edo, la cual pasó a denominarse Tokio (capital del este). De esta forma se estableció el nuevo gobierno de Meiji en 1868.
Con esta nueva era, en la que el gobierno estaba a favor de la modernización de Japón, abriéndose hacia occidente, se promulgó una constitución según el modelo alemán en 1889 y se instauró el régimen parlamentario, centrándose así en la idea de la industrialización se abolió el sistema de clases quitándoles privilegios a las clases altas (daimyÁ´ y samuráis) a cambio de bonos gubernamentales. Lo que perjudicó a estas personas ya que en esta época la inflación era importante con lo que el valor de los bonos se redujo, empobreciéndoles.
En cuanto el comercio exterior en la primera época de la restauración Meiji, el esquema de comercio era básicamente de país en desarrollo, exportando alimentos y bienes escasamente elaborados (seda, té, cerámica…) e importando manufacturas y bienes de consumo final, con lo que propició desequilibrios en la balanza comercial. Aunque con respecto a Asia el esquema comercializador era diferente ya que importaban materias primas y exportaban manufacturas ligeras (textiles de algodón, productos de cristal, cuchillería…).
Hasta la primera guerra mundial se experimentó en el país del sol naciente un importante desarrollo de las actividades bancarias, de la industria pesada y marina, además de la especialización de su industria tradicional y la agricultura. De hecho, el gobierno Meiji apoyo la industria algodonera, con lo que consiguieron independizarse en cuanto a importación se refiere de Gran Bretaña e India, convirtiéndose sus industrias en líderes a nivel mundial durante el siglo XIX. En cuanto a la industria sedera tuvo una gran expansión gracias a la demanda exterior, se creó una red de distribución de seda importante. La gran producción propició la especialización y la introducción de maquinaria al proceso de elaboración de los tejidos, con un trasvase de la producción de las zonas rurales a las factorías. La mayor parte de la maquinaria era importada ya que en esta época la producción japonesa era de baja calidad, centrándose en la producción de piezas y dispositivos por parte de pequeñas y medianas empresas localizadas a las afueras de las ciudades. Pero el gobierno no tardó en darse cuenta que lo más efectivo era formar a sus propios ingenieros para depender menos del exterior y especializarse en los procesos informáticos tanto de sus empresas públicas como privadas.
Aunque las ambiciones del gobierno Meiji no se quedaron tan solo en ajustes económicos, sino que también se centraron en la expansión territorial creando un área de influencia alrededor de Japón para proteger sus intereses de las economías de occidente. De hecho, Japón estaba interesado en Corea ya que era un lugar estratégico. En esta época Corea estaba bajo la batuta de China y Rusia, lo que hizo que Japón provocase sendas guerras que finalmente acabaron con la anexión de Corea al país nipón en 1910. Además gracias a los pagos en oro por las reparaciones de guerra de China en 1897 pasó de hacer los intercambios en plata a usar el patrón-oro utilizado por la mayoría de los países de Occidente. Pero no todo fue positivo, ya que se produjeron fuertes tensiones de capital por esta expansión militar y por el proceso de industrialización que la economía nipona estaba experimentando.
Durante la primera guerra mundial (1914 a 1919), la economía nipona experimentó consecuencias negativas y positivas. En primer lugar, supuso la imposibilidad de importar productos y bienes de equipo ya que sus principales proveedores se encontraban en guerra. Pero, ello impulsó la demanda de productos japoneses al exterior lo que favoreció a la industria y agricultura japonesas, aunque si bien es cierto, los productos nipones que eran inferiores en calidad tuvieron gran demanda por la inaccesibilidad de los productos europeos. Con lo que la demanda a nivel global se trasladó de los países europeos hacia Japón, por lo que el déficit comercial se convirtió en superávit. Esta expansión de la demanda externa propició la acumulación de reservas en oro y la mejoría de los resultados empresariales. Así mismo, expandió el crédito bancario y las emisiones monetarias provocando especulación en los mercados de valores y bienes, disparando la inflación. Las industrias con mayor tirón en esta etapa fueron la construcción naval, transporte marítimo, maquinaria, siderúrgica, química y textil, aunque si bien es cierto se crearon muchas empresas ineficientes que provocarían desequilibrios internos en los años siguientes.
Durante los años 20 se produjo una recesión impulsada por la explosión de la burbuja de precios generada durante la guerra, con caídas en los precios de los bienes de un 60% aproximadamente. Adicionalmente, el sistema financiero vivió una crisis a raíz del terremoto de 1923 que asoló la zona de Tokio. El Banco de Japón dio liquidez a los bancos comerciales para que se los prestasen a los afectados, pero ante la posibilidad de descuento de sus efectos en el banco central aprovecharon la ocasión para traspasar impagos. El Banco de Japón, a su vez acudió al ejecutivo para pedir inyección de fondos públicos con los que cubrir las pérdidas, el gobierno se negó a ello con lo que se generó una severa crisis bancaria en 1927.
Después de varios intentos fallidos por parte del gobierno de mantener buenas relaciones con EEUU y China durante el período desde 1924 a 1931, los militares nipones consiguieron sus pretensiones, y Japón entró en guerra con China. Durante el período de 1930 a 1932 Japón sufrió una profunda recesión. Por un lado, padecieron las consecuencias de la Gran Depresión de EEUU y por otro, dentro del país el gobierno adoptó una fuerte política deflacionista con el objetivo de preparar a la economía nipona para la implantación del patrón oro y el tipo de cambio referenciado al dólar, además de presionar la caída de los bancos nipones ineficientes. Esta política deflacionista no tuvo los efectos deseados en cuanto al comercio exterior se refiere, por la coincidencia con las malas circunstancias económicas de sus principales países importadores.
Aprovechando la mala situación económica y social, el movimiento fascista se extendió entre la población. Por tanto, pasaron del liberalismo económico hacia una mayor intervención estatal. De hecho, después de un fallido golpe de estado, el gobierno del partido Minsei fue sustituido por el del partido Seiyukai. El nuevo ejecutivo cambió radicalmente las políticas llevadas hasta entonces, acabando con la paridad oro y el tipo de cambio referenciado al dólar, estableciendo un tipo de cambio flotante. Además comenzó una fuerte política de inversión en industria y en agricultura, expandiendo la oferta monetaria y bajando los tipos de interés. Con estas políticas de estímulo, Japón logró recuperarse mucho antes que los grandes países de occidente de la Gran Depresión. Aunque la presión de los militares no cesó y consiguieron el control político iniciando una guerra con China que duró hasta 1945, transformando la economía nipona en una economía de guerra; la prioridad en esta época fue la industria naval y militar desatendiendo las industrias de bienes básicos como la textil. Ante la imposibilidad de comercio con otros países, Japón ocupó Indochina y tanto EEUU como Gran Bretaña tomaron represalias por esta acción, haciendo un embargo energético y congelando los activos japoneses. Ello supuso un gran bloqueo energético ya que el 80% del petróleo importado procedía de EEUU. Japón sólo tenía reservas de petróleo para los dos años siguientes, por tanto a finales de 1941 atacaron Pearl Harbour, iniciando una guerra con EEUU y sus aliados.
En la segunda guerra mundial (1939 a 1945) Japón perdió Manchuria, Taiwán y Corea y 3 millones de vidas humanas. En cuanto a su economía, sufrió graves recortes en su producción tanto industrial como agraria después de los bombardeos americanos, ya que muchas factorías y vías ferroviarias se quedaron inutilizadas por la falta de energía. El gobierno estableció un control de precios, producción y abastecimiento de las materias primas. Lo cierto es que la población sufría hambrunas por la elevada escasez de alimentos. El gobierno intentó solventar la situación a través de préstamos a las industrias consideradas como prioritarias, financiándose a través de bonos que fueron comprados por el Banco de Japón con dinero nuevo, lo que provocó la subida de la inflación durante los últimos años de la década de los cuarenta.
Una vez que Japón se rindió, las fuerzas aliadas tomaron el mando aboliendo los grupos de empresas familiares de gran tamaño (Zaibatsu), estableciendo diferentes reformas: laboral, agrícola y política. En cuanto a la reforma política, se redactó una nueva constitución garantizando los derechos fundamentales. Entre otros aspectos se recogía: la soberanía popular, que el emperador de Japón no tendría funciones políticas, separación de poderes entre el legislativo, ejecutivo y judicial y una cláusula en la que se recogía la obligación de no enfrentamiento bélico de ningún tipo. La economía y comercio exterior eran absolutamente controlados por los estadounidenses, de hecho con el fin de solventar los problemas de inflación el gobierno americano desarrolló una política estabilizadora llamada “Dodge Line” (hecha por el presidente del Banco de Detroit, Joseph Dodge). Este plan consistía básicamente en anular los subsidios a las empresas, unificar el tipo de cambio del yen respecto al dólar (360 JPY/USD) la reforma impositiva basada en impuestos directos. Las medidas consiguieron la anhelada estabilidad de precios, aunque como contrapartida la actividad económica se contrajo.
Cuando estalló la guerra de Corea (1950-1953), EEUU necesitaba abastecerse y lo hizo con la producción del país nipón, la demanda exterior se recuperó. Por tanto, gracias a los gastos militares americanos en Japón se produjo una recuperación de la economía nipona, registrando un crecimiento continuado (aproximadamente 9%) hasta la crisis del petróleo de 1973. Se aumentaron las inversiones y la productividad con lo que la producción se disparó cubriendo tanto la demanda interna como la externa. Se vivieron ciclos marcados por el déficit de la balanza de pagos y por restricciones monetarias con el fin de controlar la inflación. La época de posguerra supuso un desarrollo económico internacional pasmoso para la economía japonesa, aunque si bien es cierto, condicionada por el buen devenir de sus importadores. Las divisas que se obtenían con las exportaciones, se utilizaban para importar y así expandir su producción. Cuando el comercio internacional se debilitaba las exportaciones niponas caían apareciendo el déficit en la balanza de pagos.
En esta época comienza la transformación de la composición de las exportaciones japonesas cambiando los productos textiles y acero por maquinaria, coches y barcos; lo que supuso el aumento del valor añadido de las exportaciones niponas. El desarrollo económico vino de la mano del desarrollo tecnológico, las empresas japonesas asimilaban la tecnología importada y la mejoraban. De hecho, la demanda de productos industriales fue un factor importante para el crecimiento industrial de Japón durante los años cincuenta y sesenta.
La crisis del petróleo de 1973 supuso un gran varapalo para el crecimiento de Japón, debido a la drástica reducción de la demanda exterior y a la subida de los precios de las materias primas. Las restricciones de la oferta interna a la espera de la subida de costes y el incremento de la demanda ante el pánico por la escasez de recursos, provocó que los precios se disparasen hasta niveles desorbitados. Pero a pesar de los intentos por parte de las autoridades japonesas por controlar la inflación con políticas fiscales y monetarias restrictivas, no consiguieron parar la recesión tan severa de 1975.
Después de que a principios de los 80, el dólar fuese una moneda fuerte, EEUU consiguió un hito crucial para su divisa con los Acuerdos del Plaza en 1985. Se acordó por conformidad de los 5 países, Estados Unidos, Francia, Alemania, Reino Unido y Japón; dirigir al dólar a cotizaciones más bajas, lo que se buscaba, por tanto, era debilitar al dólar, con el objetivo de reducir el superávit comercial nipón vía importaciones, apreciando el yen. La subida del yen afectó duramente a la economía japonesa, ya que las empresas exportadoras no eran capaces de cubrir el efecto depreciador del dólar. Aunque no todo fue negativo, las compañías ante esta nueva situación racionalizaron sus costes, haciendo más efectivos sus métodos de producción en masa, aumentando su productividad. Así mismo, algunas empresas aprovecharon la disminución del precio en yenes de los activos en el exterior para localizar nuevas factorías en occidente.
El yen es la unidad monetaria que se utiliza en Japón. Está catalogada como la tercera más valorada en el mercado de divisas después del dólar estadounidense y el euro. Fue adoptado oficialmente por el gobierno Meiji en 1871, una vez que se reemplazó el sistema monetario en la era Tokugawa. A partir de 1873 el yen se devaluó debido a la devaluación de la plata y en 1897 se adhirieron al estándar monetario del oro y el valor del yen pasó a valer 50 centavos estadounidenses.
La Era Heisei comenzó en 1989 con el ascenso al trono del príncipe Akihito (Emperador de Japón y padre del príncipe heredero Naruhito) y con el estallido de la burbuja inmobiliaria en Japón.
Koizumi (primer ministro 2001 a 2006) implanto una serie de reformas económicas enfocadas en la deuda gubernamental, que lograron detener la crisis económica y propiciaron un aumento de la popularidad del gobierno. Seguidamente a su renuncia los gobiernos sucesivos fueron débiles y efímeros.
Los cambios en el mercado de divisas y la buena dinámica industrial de Japón, inició un período de euforia económica que se ha denominado economía burbuja. Como podemos observar en el gráfico siguiente, el Nikkei 225, de cuyo nacimiento hablaremos más adelante, tuvo una evolución alcista espectacular hasta comienzos de los 90. Además el precio del suelo comenzó a aumentar durante el último lustro de los años ochenta explotando esta burbuja a comienzos de los 90. Incluimos un gráfico con la evolución del Nikkei frente al cruce USD/JPY.
Esta burbuja se formó por dos motivos esencialmente: la desregulación bancaria y la política monetaria llevada a cabo. Los bancos hasta los años ochenta estaban muy regulados por el ejecutivo. El error fue que en esta década se liberalizó el sistema financiero drásticamente, con lo que la competencia exterior avasalló el mercado. Así mismo, las empresas vieron la posibilidad de diversificar sus fuentes de financiación a través de los mercados financieros, separándose de la dependencia bancaria que tenían hasta entonces. Los bancos perdieron multitud de clientes lo que hizo que invirtieran o concediesen préstamos a pequeñas y medianas empresas que tenían inversiones inmobiliarias. A finales de los ochenta el riesgo bancario por estas riesgosas inversiones en ladrillo era descomunal, su exposición era amplísima (imaginamos que encontrarán similitudes con la situación actual en España). Y de hecho, cuando la burbuja estalló, muchos de los préstamos concedidos revertieron en impagados. Por otra banda, la política monetaria expansiva que siguió el BOJ después de los Acuerdos del Plaza que habían apreciado al yen con respecto al dólar, fueron la bajada de los tipos oficiales y aumento de la oferta monetaria, ya que estaban experimentando una inflación casi nula (0,46% en 1987). Como ven hay similitudes con la actual situación en Europa y de ahí que Aspain 11 en el pasado hablara desde 2010 de la japonetización de la economía española.
Los buenos resultados empresariales empujaron las bolsas al alza y la acumulación de ganancias se reinvirtió en muchas ocasiones en operaciones principalmente inmobiliarias (sólo hay que mirar el gráfico del IBEX 35 en la época alcista para seguir encontrando similitudes). Pero cuando los precios comenzaron a crecer, el BOJ decidió aumentar el tipo al que el banco central prestaba a los bancos de un 2,5% en 1988 a un 6% en 1990. Esto acompañado de la caída de los precios del suelo de 1991 ocasionó la explosión de la burbuja inmobiliaria. Los préstamos que habían concedido los bancos empezaron a revertir en morosos y el valor del activo ya no cubría el riesgo del préstamo concedido. Así, la economía japonesa entró en una dura recesión (otra similitud encontrada con la actual situación). Esta fue de gran calado debido a malos condicionantes estructurales como la existencia de menores niveles de inversión en equipo, empleo y la apreciación del yen que lastraba las exportaciones y aumentaba los costes laborales.
Desde que estalló la burbuja hasta la actual crisis financiera se han producido tres períodos de crisis y sus consiguientes recuperaciones en los años intermedios, considerándose este periodo la década perdida:
1) De 1991 a 1994
2) Mediados de 1997 a finales de 1998
3) 2001
La primera de las crisis como hemos dicho, se produjo por el estallido de la burbuja al incrementarse los tipos de interés y por la fuerte pérdida de valor de los activos inmobiliarios. La segunda de ellas tuvo su origen en la subida del impuesto general sobre el consumo del 3% al 5%, lo que lastró la demanda de manera importante. Además entre 1997 y 1998 la crisis financiera se agudizó desembocando en una crisis crediticia que afectó a la economía real. La tercera crisis se produjo en 2001 por pertenecer a una economía global, la economía japonesa se vio afectada por la crisis de las telecomunicaciones. Como podemos ver, las crisis han ido disminuyendo su duración, aunque no por ello en intensidad y calado (ver gráfica crecimiento del PIB). Durante las fases de crecimiento, los principales motores han sido la inversión privada, tanto en bienes de equipo como en vivienda y las exportaciones; mientras que el consumo privado, se ha mantenido en niveles muy bajos quizás por el nivel de desempleo registrado y el envejecimiento de la población japonesa (hoy en día el porcentaje de la población mayor 60 años o más es superior al 30%). Otra similitud con la población española.
Antes de la crisis financiera internacional, durante los seis años siguientes del 2002 a 2007, Japón experimentó un proceso de recuperación, el más largo que ha tenido desde la Segunda Guerra Mundial, aunque no ha sido lo suficientemente fuerte debido a que estaba lastrado por la inestabilidad macro en un entorno deflacionista. Esta época de recuperación se ha visto apoyada principalmente por las exportaciones y la demanda interna. Las autoridades monetarias japonesas ya habían mantenido tipos en el 0% con pequeñas subidas poco significativas por la inflación registrada en 2006 y 2007 que venía impulsada por la subida del precio del petróleo y otras materias primas. Por tanto, en ese momento no se tomaron decisiones tan drásticas para que Japón saliese de la espiral deflacionista.
En el contexto más reciente Japón se ha visto muy influida por la crisis financiera internacional que tuvo su epicentro en la mayor economía desarrollada, EEUU. La profunda contracción del PIB ha venido explicada tanto por factores foráneos, inestabilidad financiera que lastraba las exportaciones y la producción industrial; como internos, entre los que cabe destacar la reducción de la inversión pública por el elevado endeudamiento y déficit de la economía nipona.
La crisis de la deuda soberana europea también afectó a su actividad económica sobre todo vía exportaciones, aunque los efectos no han sido tan devastadores como la recesión derivada de la crisis financiera mundial. A ello hay que añadirle, los efectos de la catástrofe natural vivida a principios de año 2011 y la fortaleza del yen frente a sus principales cruces, aunque todo esto empieza a cambiar con el cambio de política monetaria del BoJ.
En los últimos dos años, las autoridades del país del sol naciente con un perfil tradicionalmente conservador decidieron dar un cambio a su política a raíz de los malos resultados en 2011. Por tanto, el Banco Central de Japón (BOJ) después de mantener los tipos de interés prácticamente a 0% los dos últimos años, expandió su programa de adquisición de activos, iniciado en 2010, en 10 billones de yenes (aproximadamente 93.773 millones de euros).
Este programa ha sido modificado y ampliado en 2013 con el fin de inyectar liquidez al sistema y depreciar su divisa para reactivar las exportaciones. Sin embargo, el objetivo principal es salir de la deflación en la que lleva inmerso el país los últimos 15 años. Por tanto, se puede decir que entra por fin en la guerra de divisas abierta por flexibilización monetaria con el fin de recuperar el crecimiento vía sector exterior, dejando de lado su particular temor por las medidas drásticas. En este contexto y en aras de abandonar la amenaza deflacionista, fijan el objetivo de inflación en el 1% para 2013 y en el 2% para 2014, aunque los analistas estiman que la inflación será de un 0,9% para 2014. Esta estrategia es arriesgada, pudiendo provocar una burbuja en los precios de los activos (rally del Nikkei el último año).
Cruce JPY frente a las principales divisas (EUR, USD y GBP)
En este último gráfico se aprecia el efecto de la flexibilización monetaria en la divisa japonesa, a pesar de que no ha sido inmediato.
A pesar de la mejora de los datos de consumo y vivienda, con su consiguiente revisión al alza del PIB de Japón en el 1T 2013, elevado 6 décimas su previsión de crecimiento para este año, en el 2T 2013 las cifras de PIB de Japón han sido algo decepcionantes, creciendo un 2,6% frente al 3,6% estimado y 3,8% anterior, sin duda debido a la corrección del cruce USD/JPY y al retraso en la implantación de las reformas estructurales y fiscales prometidas por Abe.
La ralentización de la zona asiática en el 3T ha lastrado la evolución de las exportaciones y el consumo doméstico interno, a pesar de ser el 4T consecutivo que la economía nipona crece. Se refleja una contracción importante del PIB desde el 1,9% esperado hasta el 1,1%, datos que no reflejan las medidas de estímulo del BoJ, así como la mejora de la situación estadounidense (segundo socio comercial) y la depreciación del Yen. También debemos tener en cuenta las consecuencias de la flexibilización económica, ya que la balanza comercial se sitúa en terreno negativo durante este año (a excepción de los meses de verano). La justificación se encuentra en el incremento de la dependencia energética y el petróleo que viene del extranjero tras el parón en la energía nuclear.
En cuanto a la deuda de Japón, Grecia a su lado parece un buen gestor, ya que su deuda sobre PIB sobrepasa el 230%. Si bien es cierto, buena parte de ella está en manos de sus ciudadanos (ver gráfico de la composición de la deuda), a muy bajo tipo de interés y respaldada por la consolidada posición de sus activos, por un férreo sistema financiero y una economía con una divisa de reserva internacional. No es probable que a corto plazo no pueda hacer frente a la deuda, pero a medio plazo es insostenible.
A pesar de ello, sigue siendo considerada como deuda-refugio de los inversores, al igual que la deuda estadounidense o alemana. Destacamos las últimas subastas de bonos han mejorado el interés anterior, por lo que la confianza inversora en la política monetaria nipona queda patente.
La necesaria reforma fiscal está integrada dentro de las políticas definidas como “Abenomics” que están siendo impulsadas por el primer ministro japonés, Shinzo Abe, para paliar la deuda, por lo que el impuesto al consumo se incrementaría al 8% en 2014 y al 10% en 2015 (desde el 5%, junto a Canadá, el más bajo de la OCDE). Esta reforma, aprobada en 2012 y pospuesta hasta enero de 2014, aunque supondrá un freno al consumo privado, facilitará los créditos baratos a pesar de la magnitud de la deuda. Para acolchar este golpe, se ha aprobado un paquete de estímulos de 6 billones de yenes de manera proporcional al aumento del gasto público.
Uno de los datos positivos más destacables fruto de la política del BoJ ha sido la evolución de la tasa de paro, que en junio de este año ha descendido a su nivel más bajo desde hace cinco años y medio, estableciéndose en un 3,9% desde el 4,1% del mes anterior. Desde entonces, dada la estacionalidad, repuntó hasta el 4,0%, aunque se prevé que la tendencia siga a la baja. Japón siempre se ha caracterizado por una tasa de desempleo oscilante entre el 2-3% en los años 80 y 90, aunque desde el año 2000 empezó a aumentar como consecuencia de las crisis económicas que le hicieron perder competitividad.
Los objetivos de inflación, crecimiento y recuperación económica marcados por el gobierno japonés son ambiciosos y de largo plazo, vislumbrándose síntomas de recuperación que reafirman la atracción de los inversores. De este lado, recientemente se pronunció el Presidente del BoJ mostrando su optimismo de que los esfuerzos iban “por el camino correcto” ante el aumento de la inflación al 1,1% anual (0,9% esperado) según los últimos datos de finales de noviembre.
En cuanto a los mercados financieros, nos gustaría comentar la evolución y tendencia de los dos índices bursátiles de mayor relevancia, Nikkei 225 y Topix Index (pequeñas compañías).
El Nikkei es el índice bursátil más popular del mercado japonés, compuesto por los 225 valores más líquidos (fue creado después de la Segunda Guerra Mundial en 1949). Como curiosidad, es el índice con la tendencia bajista más larga de la historia, desde 1989 que tocó su nivel más alto en los 38957 p.
Desde principios de este año, el Nikkei ha llegado a revalorizarse más de un 50% hasta los 16000 p, sufriendo una corrección marcada por la incertidumbre macroeconómica de los Bancos Centrales, en especial la FED y el BCE y la reducción de las previsiones de crecimiento para China, principal aliado comercial.
En cuanto al TOPIX Index se compone del conjunto de compañías japonesas que cotizan en la Primera Sección del Tokyo Stock Exchange. En el último año, al igual que el Nikkei, se ha comportado igualmente alcista, indicativo del aumento de la producción y la facilidad del acceso a crédito en el país nipón.
Un indicador crucial a la hora de evaluar la economía japonesa es el informe Tankan del consumidor elaborado a través de una encuesta realizada por el BOJ de forma trimestral. Este informe se basa en un recopilatorio de información empresarial con análisis coyuntural. El último informe del banco central reveló que en el 2T 2013 mejoró la confianza de las grandes empresas manufactureras hasta +14 (desde +12 anterior), al igual que el índice de confianza de los grandes fabricantes, lo que señaló que la economía se encuentra en la senda de la recuperación después de dos años marcados por el devastador tsunami y la desaceleración económica.
Dentro de los principales índices de referencia del mercado japonés, destaca el efecto que ha tenido la fuerte depreciación del Yen, que ha provocado que parte del ahorro doméstico abandone los depósitos bancarios deflacionarios en dirección al mercado bursátil. Además, los márgenes de rentabilidad de las empresas japonesas aumentaron en el mercado doméstico ya que se incentiva el consumo ante la pérdida progresiva del valor de la divisa.
Después de esta evaluación de la economía japonesa más exhaustiva, la combinación de las políticas económicas, tanto monetarias como fiscales, otorgan razones para pensar que la recuperación de la bolsa japonesa es una realidad, puesto que parte de un nivel muy bajo y tiene todavía un amplio recorrido (empleo, inflación, PIB, industria, sector exterior…) sobretodo al haber visto los últimos datos de PIB con cinco trimestres consecutivos de crecimiento.
Sin duda, con todo lo expuesto, hay razones para pensar que Japón será un mercado a tener en cuenta en 2014.
Nueva entrega del balcón del asesor en la aldea global
Sin duda, el proyecto iniciado hace varios meses, en donde vamos a analizar todas las economías del mundo, supone un aliciente para seguir fortaleciendo el asesoramiento financiero en España rodeándonos de gestoras, empresarios y entidades financieras a nivel internacional.
1) Perpectivas macroeconómicas 2014 Aspain 11 ASesores Financieros EAFI (Carlos Heras Rincón)
2) Paloma Vasallo Y Silvia Pazos, historia económica Japón
3) Yuko Umeda (Directiva Kubota Corporation) y David Navarro (gestor renta variable Inversis Banco)
4) Julián Alvarez e Ignacio Peralta, productos de inversión.