Ante todo, vaya mi compasión por la enorme catástrofe que una vez más, ha sufrido esa nación; puesto que es mi forma de compartir esa tragedia que no entendemos por mucho que nos lo expliquen… pero como dijeron los sabios estoicos… “lo que viene del cielo, sólo hay que ponerle la espalda para aguantarlo… tú haz bien lo que de ti depende y hazlo de forma que te permita dormir tranquilo, puesto que lo otro está fuera de tu control o poder y no debe preocuparte”. Lo dijeron de otra forma, pero el sentido es el mismo; “el ser humano estamos aquí para aguantar lo que nos echen”: pobres criaturas y en ellas es claro que yo me incluyo… “ pero ese es el ser y existir aquí”.
Del padecimiento “crónico de los temblores de tierra y los maremotos”, en Japón; me enteré hace muchos años leyendo una de las grandes novelas, del más famoso de los escritores españoles de la época moderna; Vicente Blasco Ibáñez, el que en su novela, “La vuelta al mundo de un novelista”; y donde y en su visita a Japón, llegando por mar (creo recordar que al puerto de Yokohama) relata, que aún hay gran cantidad de cadáveres sin rescatar en las aguas del puerto donde desembarca. Una noticia de aquella catástrofe decía lo que sigue.
“Japón, 02-09-1923. El terremoto del Gran Kanto, en la isla de Honshu, golpeó Tokio y Yokohama, matando a más de 100.000 personas. Las estaciones de ferrocarriles próximas a Tokio se desplomaron, dejando a la capital incomunicada por este medio de transporte. Las conducciones de agua resultaron destruidas y muchos edificios se han derrumbado, generándose numerosos incendios en los que murieron gran parte de las víctimas . El sismo tuvo una magnitud estimada de 7,9º a 8,4º en la escala de Richter. Decenas de miles de personas se consideran desaparecidas”.
A mí de nunca me ha atraído el ir a visitar aquel lejano país y vivir allí unos días “viviendo su vida”; no y no sé por qué… quizá por cuanto a mí y desde niño, me repelen las aglomeraciones y por tanto las eludo o huyo de ellas… “la mucha gente no es buena ni para la guerra… decía mi abuela”… Y en Oriente y lo define el autor arriba indicado; ya “se encontraban entonces los mayores hormigueros humanos del planeta”; que después han crecido hasta lo indecible; hoy mismo y en el área metropolitana de Tokio, se dice que viven (si eso se puede denominar vivir) más de cuarenta millones de personas.
La tragedia actual japonesa, va a ser una de tantas, de las que en el futuro irán cayendo sobre las zonas tan horriblemente aglomeradas (congestionadas ya y por cualquier contratiempo donde el hombre nada puede hacer) en forma de termiteros humanos, donde la indefensión y llegado el colapso, es indescriptible… puesto que llegado el extremo, “se comerán los unos a los otros, después de haberse comido todo lo comestible que encuentren a su paso”… la locura humana desarrollaría, lo que ni imaginamos.
No se estudiaron zonas habitables y razonablemente suministrables de lo imprescindible… “hoy el pan que comemos y por los intereses de media docena de acaparadores que lo mueven sin piedad en la bolsa… el trigo necesario (o e maíz o el arroz etc.) lo tienen que traer de lugares tan lejanos que asombra o da risa… mientras los campos cercanos, se emplean para cosas, que ni sabemos el interés que pueden tener para la población en general”.
¿No ha llegado el momento de planificar mejor todo? No, aún sigue siendo lo principal, el “acumular dinero y para ello hay que acumular a la gente en masas, puesto que así se controla mucho mejor el rebaño”… aunque en el seno del mismo surjan todas las peores enfermedades que aparte de esclavizarlo, lo van a destruir.
JAPÁN: ¿No será que ese es ya un país antinatural y que es la propia naturaleza (el planeta es un ser vivo) la que se rebela contra tanta tecnología, aglomeración y en definitiva vida artificial? Es en Japón donde se ha llegado a la aberración del «hotel ataúd» y en fin… de nunca me he sentido atraído por ese tipo de vida, por tanta tecnología, tanto… en definitiva…»juguetitos inútiles». Cada vez entiendo menos lo que se ha venido en denominar progreso… ¿progreso en qué? Quizá ya es llegado el tiempo en que se piense y re piense, lo que es progreso y lo que no lo es en absoluto; y desde luego, tener al ser humano obligado a vivir en esos horribles hormigueros, no lo es… en absoluto; allí y cada vez más… “la gente se suicida por aburrimiento o por desesperación e impotencia”.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
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