JFK sentó el precedente de ser el primer presidente católico y el presidente electo más joven de los Estados Unidos (43 años), pasando a la Historia como icono de su generación y quedando su frase (â€ich bin ein berlinerâ€) como herencia para las generaciones posteriores. Dotado de un innegable carisma personal, telegenia y poder de la palabra, con la ayuda inestimable de la primera dama Jackie, JFK dejará su impronta personal en la decoración ramplona de la Casa Blanca y en la hierática vida presidencial americana (rememorando el espÃritu de Camelot) gracias a su glamour, independencia personal y al extraordinario impacto mediático de sus viajes e intervenciones públicas.
AsÃ, el famoso debate televisivo Kennedy-Nixon de 1960 en el que 70 millones de espectadores presenciaron el primer debate presidencial transmitido por televisión en la historia de EEUU, marcarÃa el inicio del uso de los medios audiovisuales por parte de los candidatos presidenciales para mediante el impacto mediático suplir el desconocimiento de su programa electoral por parte de los electores o la simple inexistencia del mismo.Asimismo, representarÃa la transición del final de la postguerra a los albores de la globalización, aplicando medidas keynesianas como bálsamo ante la recesión económica que recibirá como herencia ( 5 millones de parados al empezar su mandato), medidas que sin embargo resultarán claramente ineficaces y favorecerán en la mayorÃa de los casos a las clases altas (reducción de impuestos).
Por otra parte, su  innegable atracción por la PolÃtica Exterior, le llevó a elegir como vicepresidente a un polÃtico sureño con contrastada experiencia para contrarrestar su juventud e inexperiencia polÃtica, ( el senador por Texas, Lyndon B. Johnson), quien se ocupará de las tareas domésticas y deberá asumir la presidencia del paÃs por motivos trágicos asà como hacer cristalizar las iniciativas inconclusas de su predecesor en un posterior mandato presidencial,(Ley sobre Inmigración y Nacionalidad, promovida por Edward Kennedy (1965), condenando de paso al ostracismo polÃtico al partido republicano inmerso en luchas intestinas.
En cuanto a su relación con Israel, a pesar de contar Kennedy con el apoyo explÃcito del lobby sionista para lograr su elección presidencial, (recibió 500.000 dólares para su campaña, y el 80% del voto judÃo) y tras intervenir ante el AIPAC para garantizar el tradicional apoyo incondicional de EE.UU a Israel asà como autorizar la primera gran venta de armamento estadounidense a Israel en 1963, su mandato se caracterizó por un enfriamiento de sus relaciones con Ben Gourion. AsÃ, Laurent Guyénot en su artÃculo â€Kennedy, el lobby y la bombaâ€, (Red Voltaire, 2-5-2013), afirma que desde el inicio de los años 1950, el Primer Ministro israelà Ben Gurión, habÃa emprendido la fabricación secreta de bombas atómicas, desvirtuando asà la finalidad primigenia del programa de cooperación pacÃfica†Atom for Peaceâ€, iniciado durante el mandato de Eisenhower.
Según Guyénot, el objetivo de Kennedy no era evitar que Israel dispusiera del arma nuclear sino que formaba parte de un proyecto mucho más ambicioso, que ya habÃa anunciado el 25 septiembre de 1961 ante la Asamblea General de la ONU: “Hay que liquidar esas armas de guerra antes de que ellas nos liquidenâ€, pues en los años 60 tan sólo EEUU, URSS, Francia y Gran Bretaña asà como sus aliados de la Otan y del Pacto de Varsovia disponÃan del arma nuclear, paÃses que siguiendo los dictados de Estados Unidos y la URSS estaban ya decididos a implementar la doctrina del desarme nuclear, tesis que no era compartida por Ben Gurion quien en secreto trabajaba contrarreloj para conseguirla a pesar de la frontal oposición de Kennedy.
Además, Kennedy se habÃa comprometido a favor del derecho al regreso de los 800.000 palestinos expulsados de sus casas y de sus poblados en 1948 (nakba) , por lo que la delegación de EEUU ante la ONU presentó el 20 de noviembre de 1963 una propuesta de implementación de la Resolución 194, aunque ya no tuvo tiempo de contrastar las reacciones del Gobierno israel pues fue asesinado 2 dÃas después, magnicidio que proporcionó a Israel la luz verde del Presidente Johnson para culminar su proyecto nuclear aunque hubo que esperar hasta 1.986 para que quedara demostrado fehacientemente que Israel habÃa conseguido en secreto la bomba atómica (1.967?), gracias a la publicación por Sunday Times de varias fotos del complejo nuclear secreto de Dimona tomadas por el técnico israelà Morchedai Vanunu.
Por otra parte, recordar que hasta Eisenhower, la CIA fue únicamente la organización de inteligencia central para el gobierno de los Estados Unidos y estuvo detrás de múltiples tareas de entrenamiento de insurgentes y desestabilización de gobiernos contrarios a las polÃticas del Pentágono, pero el looby financiero y la industria militar (ambos fagocitados por el looby judÃo) no pudieron resistir a la tentación de crear un gobierno de facto que manipulara los entresijos del poder, derivando en la aparición de un nuevo ente refractario a la opinión pública y al control del Congreso y Senado de los Estados Unidos (la CIA paralela).
AsÃ, un año antes del fin de su mandato, el presidente Eisenhower pronunció un discurso premonitorio de la posterior mutación del inicial «Campus» hasta el Gobierno en la sombra que tutela la democracia estadounidense en la actualidad y de la que son rehenes todos los Presidentes elegidos democráticamente: «En los consejos del gobierno, tenemos que estar atentos a la adquisición de una influencia ilegÃtima, que sea o no proyectada por el complejo militar-industrial. El riesgo del desarrollo de un poder usurpado existe y persistirá, pero jamás permitiremos el peso de esta conjunción amenazar nuestras libertades o los procesos democráticosâ€.
En consecuencia, su sucesor, el Presidente Kennedy, inició su mandato relevando al legendario Director General de CIA, Allen Dulles e intentó asimismo sustituir al mÃtico Hoover del FBI por Edward Kennedy y desinfectar el establishment de los virus patógenos inoculados por los lobbys de presión, en un vano intento de lograr la entronización del reino de Camelot para varias generaciones tras la nominación de Robert Kennedy como Fiscal General.
Kennedy era consciente de la dificultad de luchar contra la CIA ,organización que serÃa “de facto†la verdadera detentora del poder en la sombra al estar enquistada profundamente en todos los aparatos de poder de los EEUU ( fagocitados a su vez por el lobby judÃo) y que habrÃa declarado al Presidente Kennedy como su â€bestia negra†tras el conocido fiasco de la invasión de la BahÃa de Cochinos(abril,1961) y del desenlace de la Crisis de los Misiles (Cuba,1962), en la que las negociaciones entre Kruschev y Kennedy anularon el plan de la CIA de invadir la Isla.
AsÃ, en un discurso en la Universidad de Columbia el 14 de Noviembre, admite que «existen fuertes presiones de grupos de poder de USA para convertir el cargo de Presidente en algo meramente figurativo» y asà el 21 de Noviembre de 1963, fue obligado a firmar la orden ejecutiva 11490 ,»que permite en caso de emergencia disponer al gobierno de medidas excepcionales, incluso para cualquier dictadura«..
A pesar de todo y fiel a su espÃritu rebelde, prosigue con su cruzada de reconvertir la CIA en un aparato controlable por el poder polÃtico y poco antes de partir para Dallas, comentó a sus Ãntimos asesores:â€Tenemos que enfrentarnos a la CIA…â€, y el mismo dÃa, un emisario secreto de Kennedy iniciaba con Fidel Castro las primeras negociaciones para llegar a una solución pragmática y asumible por ambas partes. Ello suponÃa un claro órdago al exilio anticastrista y a la CIA,  por lo que sus dirigentes procedieron a la gestación de una trama endógena que se encargó del Golpe de Mano contra la legalidad democrática del sistema polÃtico estadounidense que culminó con el Magnicidio de Dallas (Texas,1.963).
Dicha trama serÃa una auténtica obra de ingenierÃa laberÃntica que tendrÃa como cerebros a la citada CIA y al Mossad israelà y como colaboradores necesarios al exilio anticastrista en Miami asà como al FBI de Hoover y que tuvo como daño colateral el nacimiento de un sistema polÃtico tutelado por el “Poder en la sombraâ€, quedando desde entonces como rehenes todos lo sucesivos Presidentes electos de EEUU, según la confesión realizada por el primer Ministro israelà Ariel Sharon al entonces Ministro del Exteriores Shimon Peres en octubre del 2001: “Nosotros, el pueblo judÃo, controlamos Estados Unidos y los estadounidenses los saben†y logrando de paso que JFK alcanzara la ingravidez del mito.