Con motivo de la publicación del segundo volumen de memorias de Aznar, Federico Jiménez Losantos escribe: ‘en el que destaca [Aznar] su recuerdo del 11-M y de la «mente diabólica» que orquestó la masacre‘. Mente que tampoco él ha investigado en nueve años y medio’ (El Mundo, 9.11.2013).
Este reproche a Aznar ya lo he escuchado en otras ocasiones a diferentes obsesos conspiranoicos del 11-M. Pero vamos a ver, almas de cántaro, ¿qué esperáis?, ¿cómo podéis ni tan siquiera creer que Aznar va a investigar el 11-M cuando de sobra sabe lo que pasó?
¿En qué cabezas cabe pensar que Aznar vaya a investigar el 11-M si a raíz de su salida de La Moncloa «Nadie sabe qué había en los ordenadores, pero sí se sabe qué es lo que no se ha encontrado. Por ejemplo, el acta de la reunión que el minigabinete de crisis mantuvo en La Moncloa tras los atentados del 11-M; las conversaciones que Aznar mantuvo ese día con mandatarios extranjeros y responsables de medios de comunicación; o las informaciones que recibió y las instrucciones que impartió»?. El Gobierno ignora qué se borró de los ordenadores de La Moncloa.
El absurdo de la afirmación de Federico Jiménez Losantos refleja lo perdido y enredado que está en el interminable bucle de las apariciones de Aznar sobre el 11-M.
El 21 de abril de 2009, un párrafo del editorial del diario NEGOCIO ESTILO DE VIDA decía lo siguiente:
«…Pero es lamentable el eterno resquemor que transpira Aznar en casi todos sus actos. Cuando no boicotea sin excesivos miramientos a su propio partido, actúa en un tono rayano en la caricatura. José María Aznar se creyó en un momento un semidiós en posesión de la verdad absoluta y no perdonará jamás lo que considera una injusticia histórica en relación al 11-M. Aznar debe serenarse y superar esa frustración, en beneficio de todos los españoles...»
Pero Aznar sigue en las mismas. Por eso asistieron a la presentación de sus memorias –aunque ya no todos– los que se enmarcaron con él en la foto de Las Azores, los que se aplaudieron con él tras la votación en la apoyaron la invasión de Irak –con el consiguiente resultado del 11M–, los que se mintieron y mintieron, ¡y de qué manera!, después de los atentados.
Por eso sigue en las mismas, por su incapacidad para enfrentarse al día de hoy a la cruda realidad ocurrida el once de marzo de dos mil cuatro.
Y por eso también la «ingenuidad» de Federico Jiménez Losantos.