“Las reformas recientes suponen que la mayoría de los trabajadores que están entrando en el mercado laboral hoy tendrán pensiones más bajas que las generaciones anteriores y necesitarán ahorrar más para su retiro”. Así de crudo describe la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) el futuro que les espera a quienes están sosteniendo a los pensionistas de hoy, especialmente para las personas con ingresos medios.
El organismo sostiene que en la mayor parte de los países hay pensiones mínimas para quienes ganan menos y los que ganan más pueden complementar sus pensiones con otros recursos. Sin embargo, los niveles salariales medios corren más riesgo de no percibir una pensión acorde al dinero que coticen durante su vida laboral, lo que puede llegar a ser insuficiente para el último tramo de sus vidas.
Según sus cálculos, las personas con bajos ingresos recibirán en sus pensiones el 70% de lo ganado en una vida laboral completa. Sin embargo, este porcentaje baja al 54% para las personas con ingresos medios. En el caso de las personas con mayores ingresos, ganarán un 48%, aunque sus ahorros les permitirán mantener un margen cómodo para la jubilación.
A ello se suma que las generaciones anteriores tuvieron más facilidades para pagarse un piso. Según la OCDE, un 77% de los mayores de 55 años posee en propiedad una vivienda, frente al 60% de los menores de 45. Asimismo, en España, un 12% de los mayores de 65 años tenía en 2010 menos de la mitad de los ingresos que un hogar medio, lo que les situaba, según el baremo del organismo, en la población en riesgo de pobreza.
En el caso de España, donde se necesitan 38,5 años trabajados para percibir la pensión completa, la OCDE destaca que el modelo asume que se debe empezar a trabajar con 20 años para aspirar a la máxima nómina al jubilarse con 65 años, el límite actual pues los 67 años entrarán en vigor gradualmente a razón de un mes por año hasta 2027.
En su informe “Panorama de las pensiones 2013”, la organización considera “importante” que se fomenten los sistemas privados con vistas a la jubilación, a través de planes personales y ocupacionales de pensiones. Sin embargo, reconoce la presión a la que han estado sometidos en los últimos años como consecuencia del “clima de desconfianza en el sector financiero” y por un entorno prolongado de bajos tipos de interés.
La OCDE constata que en la mayor parte de sus países miembros se han aplicado reformas que incluyen un retraso en la edad de jubilación legal, con la generalización del umbral de los 67 años, lo que supone cuatro años más de media para los hombres y tres para las mujeres.
Sin embargo, aunque “trabajar más puede ayudar a compensar los recortes” aplicados como consecuencia de la crisis económica, “cada año de aportación para pensiones futuras se traduce en general en menores rentas que antes de las reformas”.