Puede que no le faltara razón a Pedro Pacheco, exalcalde de Jerez, cuando dijo aquello de que “la justicia es un cachondeo”, pero lo que sí es cierto, al menos en mi caso y creo que en el de muchos españoles, es que no hay quien la entienda.
Hace poco leíamos que el juez Francisco Javier de Urquía condenado por cohecho y prevaricación, al aceptar un soborno de 73.800 euros de Juan Antonio Roca, exgerente de Urbanismo del Ayuntamiento de Marbella implicado en el caso Malaya y 60.000 euros de un imputado por blanqueo, ha cumplido una condena de 21 meses de suspensión y ya cumplidos estos ha sido rehabilitado y puede seguir ejerciendo las tareas de juzgar a los demás. Al parecer la Ley dice que nadie puede acceder a la judicatura si tiene antecedentes penales, pero si accede por no tenerlos y después comete algún tipo de delito no pasa nada porque la Ley no dice nada a este respecto. Evidentemente esto no hay quien lo entienda. Esto va más allá del cachondeo al que hacía alusión Pedro Pacheco.
Ahora se va sentar en al banquillo del Tribunal Supremo (TS) el juez Baltasar Garzón, el TS pone el carro delante de las mulas, juzga antes al juez instructor del caso GÁ¼rtel que a los que supuestamente han delinquido según se desprende de lo que todos hemos leído y escuchado en las grabaciones que se han hecho públicas. A Garzón se le acusa de haber cometido un delito grabando las conversaciones entre los implicados en el caso GÁ¼rtel que están en la cárcel a la espera de ser juzgados y sus abogados, es de esperar que algún día ocurra esto, grabaciones que han sido avaladas por los jueces Pedreira y Suárez Robledano, pero parece ser que esto no se tiene en cuenta y Garzón ya se ha sentado en el banquillo. Yo no sé si Garzón ha faltado a sus obligaciones pero no entiendo que a un juez que ha admitido sobornos, Francisco Javier de Urquía, le condenaran a 21 meses de suspensión y que para Garzón se pidan 17 años de inhabilitación, puede que Garzón haya actuado con un exceso de celo, no lo sé, repito que hay dos jueces que avalan su proceder, pero comparando la sentencia al juez Urquía lo que se pide para Garzón es desproporcionado.
Yo no estoy muy seguro, y muchos españoles piensan lo mismo, de que a Garzón se le quiera inhabilitar por lo de las escuchas, más me inclino a creer que todo esto es por su atrevimiento al intentar juzgar y esclarecer los crímenes del franquismo. Cada vez cobra mayor grado de realidad aquello que se dijo a la muerte del dictador de que “todo está atado y bien atado” y lo que ahora se pretende es dar un escarmiento con Garzón para que a nadie se le ocurra meterse con las cosas del déspota que mantuvo a España dentro del mayor oscurantismo dictatorial que pueda existir o haya existido. La prueba más reciente de ello la tenemos en que el reciente fallecimiento de Manuel Fraga, aquel que dijo “la calle es mía” algunos lo han exaltado al punto de adirmar que fue el paradigma de los luchadores por las libertades, cuando le hemos visto en cientos de fotografías con el brazo en alto, seguramente sería para “ventilar” el sobaco. Sí, todo se dejó “atado y bien atado”. Cuarenta años de absolutismo y de privación de las libertades a los españoles, son difíciles de desterrar.