Soy una de esas personas que de manera solitaria frecuentan los bares, ya sea para beber una cerveza o una copa de vino, por lo general siempre llevo un libro conmigo y me siento en la barra a disfrutar de la lectura y de la bebida.
Los bares son un buen sitio para escuchar y hablar, por lo general se habla de actualidad, no falta la TV., que tiene sintonizado algún canal de noticias, en el cual su volumen es completamente audible para la gente que está degustando tranquilamente su bebida, y las diversas lluvias de noticias, son el inicio de las múltiples conversaciones que se dan entre los clientes ya sean conocidos entre ellos o no, y aunque yo permanezco sumergido en mis lecturas, me resulta imposible que algunas de esas conversaciones permanezcan ajenas a mis oídos, recordemos, estamos en un bar y la gente que se ha tomado un par de copas de más, alza el tono de su voz debido a su ebriedad.
Hace menos de un mes el tema central donde aterrizaban todas las conversaciones era desde luego la crisis económica Española, el paro, la corrupción política y el gran escándalo de los bancos, todo Español empezaba a tener ciertas nociones sobre economía, se hablaba de la elevada prima de riesgo (que hace un par de años ese término era completamente desconocido para la mayoría de los Españoles), se hablaba de Grecia, de Francia y desde luego de la tan popular canciller Alemana.
Como de costumbre sigo frecuentando los bares, y a fecha de hoy, el tema principal de conversación ha cambiado drásticamente, ahora es el futbol el protagonista de todas las charlas, la misma TV., no para de lanzar mensajes que hacen referencia al mismo, se empiezan a divisar banderas, camisetas, bufandas y cualquier tipo de abalorio que haga referencia al futbol. Las gente a mi parecer esta «sedada» y contagiada de una pasión desbordada que todavía yo no soy capaz de comprender.
No puedo evitar recordar una de las diez estrategias de manipulación que elaboro el lingÁ¼ista: Noam Chomsky, concretamente la primera: La estrategia de la distracción. Uno de los elementos primordiales para ejercer un enorme control social, una maquiavélica técnica que consiste en desviar la atención del público a los problemas que denotan más importancia, ya sea por los cambios que establecen las élites políticas, económicas que desde sus lujosos despachos manipulan a través de la divulgación de todos los medios, para que la gente deje literalmente de pensar y se centre en cosas insignificantes (en este caso el fútbol). La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales y poder reflexionar sobre ellos.
Uno de los elementos primordiales para ejercer
consiste en desviar la atención del público a los problemas
que denotan más importancia
Siempre he considerado el fanatismo como una perdida de identidad del sujeto, una inexplicable sensación de querer pertenecer a algo o a alguien, para sentirse de alguna forma “apoyado” y menos solo, el fanático carece de autocrítica, es ciego de sus pasiones, y por lo general no suele respetar la libre opinión de los demás. Eso me recuerda una de las frases del gran filósofo alemán Arthur Schopenhauer: “Los hombres vulgares han inventado la vida en sociedad porque les es más fácil soportar a los demás que soportarse a sí mismos”.
Seamos realistas un trofeo ganado, no bajara los altos indices de paro que registra este país, ni tampoco evitara que estemos constantemente intervenidos o rescatados por otros países con la condición de que nos sigan haciendo grandes recortes en la sanidad y la enseñanza pública. El fútbol es solo una fugaz ilusión, que se desvanece como muchas otras más.
Cuando acabe la Eurocopa y los siguientes e inminentes Juegos Olímpicos, ¿cual será la nueva cortina de humo creada por esas fuerzas políticas y económicas, que nos impida acercarnos un poco más a la realidad, para poder ejercer el derecho de poder reflexionar?. Nadie lo sabe, mientras tanto sigamos gritando con gran orgullo: «Yo soy Español, Español Español…»