Jesucristo ni era comunista, ni socialista y ni mucho menos un abanderado del buen rollo. El «Mesías» se asemejaba más un halcón capitalista que a un revolucionario de izquierdas. Esa es la teoría de un grupo de conservadores estadounidenses que embriagados por un pseudo espíritu luterano se han propuesto reformar la Biblia para que encaje mejor con su percepción del mensaje divino.
Según este colectivo, los años han reblandecido el contenido de las sagradas escrituras que se ha vuelto cada vez menos ortodoxo con el objeto de acomodarse a los gustos del creyente moderno. Dicho de otra forma, el liberalismo ha infectado la palabra de Dios hasta el túetano y es tiempo de Cruzadas.
Armados con el poder de las nuevas tecnologías, estos revisionistas pusieron en marcha el proyecto Conservative Bible Project a través de su particular versión de la Wikipedia, Conservapedia, en el que invocan a los fieles iluminados para que relean el Antiguo y el Nuevo Testamento y extirpen terminologías y textos indeseables, ideológicamente hablando.
Los impulsores de esta idea aseguran que las últimas versiones mutilan la masculinidad de la Biblia y la hacen «unisex», están salpicadas por palabras como «camarada» y traducidas con una orientación de caracter socialista que desvirtúa la realidad.
Propugnan así mismo mantener el nivel intelectual de las ediciones del siglo XVII y no rebajarlo para hacer la Biblia más fácilmente comprensible al tiempo que muestran su deseo de convertir su Biblia en un libro de cabecera de colegios y estudiantes de Política.
La lista de correcciones básicas está condensada en 10 principios que son los pilares fundamentales de un plan dividido en dos etapas: la primera, volver a traducir palabra por palabra la Biblia; la segunda, ir más allá y, utilizando ideología conservadora, reinterpretar el sentido de los versículos.
El proyecto pone como ejemplo de parábolas que deberían desaparecer de la Biblia por ser demasiado liberales la de la mujer adúltera del Evangelio de Juan que dice aquello de «quien esté libre de pecado que tire la primera piedra» o el pasaje de Lucas sobre la crucifixión de Jesucristo que aporta una de las expresiones más populares del cristianismo: «perdónalos porque no saben lo que hacen».
Con bastante «agudeza», estos revisionistas descalifican ese testimonio porque les resulta evidente que «alguno de los perseguidores de Jesús sí sabía lo que estaban haciendo». Un aplastante uso del sentido común por parte de los mismos que defienden «la lógica del cielo y el infierno».
El afán último de estos «cruzados» ultraortodoxos no es descifrar la verdad sobre la Biblia, su fabricación humana o su puro valor histórico, si no seleccionar lo que les gusta y descartar lo que no les conviene. Vamos, una Biblia a la carta.
«Esto desacreditaría el perverso e hiriente mito de que Jesús habría sido liberal políticamente hoy en día», se afirma con indignación.
Desde mi desapego por las religiones, más allá de mi interés por su influencia en la Historia, se me ponen los pelos como escarpias ante intentos de extender los extremismos por el mundo, como si hubiera pocos.