LA CACHA DEL RICO SE VAZÃA, LA DEL PROVE NO SE HINTCHE. Refrán sefaradÃ.
Los laicistas españoles están realmente mosqueados con el lenguaje utilizado por el Papa en tierras de la católica Galicia. Y no es para menos, si tenemos en cuenta su parloteo y locuacidad. Incuestionable es que ha venido con la escopeta cargada, y eso, en un clérigo de alta graduación católica, es muy de tener en cuenta. Quiero recordar que cuando he tenido la oportunidad de hablar o escribir sobre este Papa me he referido con especial atención a su verbo, a su, al menos para mÃ, especial bisbiseo; a su sedosa, blanda, delicada, leve, sosegada, mansa y reposada, lene plática. JesuÃtico también, por hipócrita y disimulado, hierático en la pose, poco sutil en el mensaje lo he catalogado siempre. Un clásico en el código de barras vaticano.
Yo también estoy muy cabreado, como español, aunque en realidad Ratzinger sólo se estaba refiriendo a los españoles descreÃdos. En realidad, a fuer de sincero, siento vergüenza ajena por la conducta aberrante de las autoridades de este paÃs. Es igual el bando polÃtico al que pertenezcan, porque el ataque papal lo ha sufrido eso que se llama “dignidad nacionalâ€. Un caso en cierto modo parecido al de la isla Peregil, puesto que este clérigo es presidente de un Estado, ficticio o no, que ha invadido la soberanÃa española con su discurso, provocando in situ. Ante las demás naciones, España está herida en su dignidad, y al igual que en isla Peregil, se deberÃa desalojar de sotanas los arzobispados y sedes episcopales, respetando las parroquias para el uso de sus escasos fieles.
En esta ocasión, Ratzinger ha venido acompañado de su gentil, amable, atento, correcto, gallardo, apuesto, garboso, donoso, elegante, afable, agraciado, apuesto, muy apuesto y bello Georg Gaenswein, como siempre con su ampo jubón, como siempre cerca, a mano, rumoroso junto a la oreja papal. Uno junto al otro en el aeropuerto de Lavacolla, el Papa no se hizo de rogar y, apoyando lánguidamente su mano, cual mariposa, en el viril brazo del bello Georg, largó deshonestamente cuanto quiso contra el Gobierno de España, comparando su polÃtica a la que se practicaba durante la Segunda República. Y es que evidentemente la Iglesia Católica está descontenta con los réditos, tanto económicos como de clientela, que consigue en la aconfesional MonarquÃa española, como de los efectos del inútil veneno que vierten a diario sus medios de comunicación. Debe haber sido un lapsus papal (o de su bello asistente y apuntador), porque los Gobiernos de España, si algo han sido al respecto, es blandengues, timoratos, asustadizos y, por ende, anfibológicos. Han claudicado una y otra vez a las permanentes e inverosÃmiles exigencias de una Organización (con su quinta columna anexa) que no solo obedece los dictados de un Estado extranjero, sino que al igual que un enorme lepidóptero, que un negro y feroz vampiro, le viene chupando la sangre a España desde Pablo de Tarso, siempre en cohabitación con monarquÃas y clónicos regÃmenes dictatoriales y hematófagos.
Sin embargo, en su incontinencia se le ha escapado una afirmación que se acerca un tanto a la verdad: este paÃs es decididamente anticlerical, antes que laico. No se le ha notado porque ha pasado de prisa sobre ello, a fin de no tener que rebobinar en lo que a la comparación se refiere. Y es que, dejando las bondades de la II República Española aparte, que las tuvo y muchas, y sus errores, que los tuvo, y muchos, si alguien agitó para que el incipiente laicismo que empezaba a germinar se convirtiera en un anticlericalismo -que aún hoy perdura-, y coadyuvando para provocar el levantamiento de los generales, fue la Iglesia Católica. Precisamente es Carnicero en un magnÃfico artÃculo quien me ha hecho recordar una frase, triste y famosa, del cardenal Gomá: “La boca de los cañones de Franco reflejarán la luz del Evangelioâ€. ¿Pretende acaso el papa Benedicto XVI algo parecido, o es que ha estado repasando nostálgicamente los escritos apológicos del nazismo de PÃo XII, cuando él mismo cantaba el Horst Wessel Lied o Die Fahne Hoch mientras lucÃa el uniforme hitleriano?
Salta a la luz que en el Vaticano se es consciente de que el único paÃs, salvando los del desgraciado tercer mundo, y también del cuarto, donde puede enviar al Papa a insultar y agraviar, a denostar, ofender calumniando y vilipendiar, es España. Por ello ha venido bravucón, pisando fuerte con sus zapatitos de color rojo acharolado y queriendo acogotar al gobierno de turno, que ya le habÃa mendigado misericordia al renunciar dÃas pasados a la presentación en el Congreso de Diputados del proyecto de Ley de Libertad Religiosa que prometió en su programa de gobierno. No ha habido acto de contrición, a pesar de que lo ocurrido no ha sido adventicio.
Personalmente creo que el Papa Benedicto XVI, aunque con la faltriquera repleta de doblones, el viaje de vuelta lo ha hecho a través del albañal.
Haim.
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