Como era previsible, la casta no se iba a quedar de brazos cruzados viendo la fulgurante ascensión de la nueva formación política PODEMOS.
Desde hace varios meses muchos políticos y periodistas de los grandes medios de comunicación (los cuales son un pilar esencial del sistema) se han dedicado insistentemente a difamar todo lo posible a dicho partido político y sus cabezas visibles. Nunca se había visto en la historia reciente de España tal campaña de caza de brujas. Ni nunca se había visto a un ciudadano que no ostenta ningún cargo público de responsabilidad, ni lo ha ostentado, ni pretende ostentarlo, dar tantas explicaciones sobre su trabajo particular. ¡En un país donde la corrupción está a la orden del día, donde los corruptos y los responsables públicos apenas dan explicaciones, cuando las dan!
Es muy recomendable ver íntegramente la rueda de prensa dada por Juan Carlos Monedero. Oyendo las preguntas que le hicieron la mayor parte de “periodistas” uno puede deducir fácilmente que realmente no tienen nada contra él. Auténtica vergÁ¼enza da ver a semejantes “periodistas” hacer las preguntas que hicieron. Monedero apenas podía contener la sonrisa ante alguna de ellas.
Auténtica vergÁ¼enza da ver el doble rasero de dichos profesionales de la prensa, cómo miran con lupa las actividades laborales de un ciudadano sin ninguna responsabilidad pública mientras hacen la vista gorda con la corrupción a gran escala de los responsables públicos.
Aún no hemos visto al presidente del gobierno dar una rueda de prensa que se precie, tal como ha hecho Monedero, aportando documentación, sin límites de preguntas, para explicar pormenorizadamente toda la trama de corrupción de su partido.
Un partido que presuntamente ha tenido una caja B de financiación ilegal durante años. Tan sólo alguna rueda de prensa sin preguntas, tras una pantalla de plasma, algo bastante habitual en este gobierno, tan sólo unas pocas preguntas pactadas con algún diario cómplice, tan sólo respuestas evasivas. Por supuesto, nada de que algunos de los “agraciados” por salir en la lista Falciani nos expliquen por qué tienen su dinero en Suiza. No digamos ya en cuanto a la jefatura del Estado. No olvidemos que el Rey Juan Carlos I apareció en la revista Forbes con una supuesta fortuna difícil de justificar en base al sueldo recibido durante su reinado. El gran problema para los “políticos” y “periodistas” de este país se llama PODEMOS. ¡Como si este país estuviera libre de problemas!
El sistema se pone en evidencia. Y cada vez más. Es un deber inexcusable de todo ciudadano aportar su grano de arena para que nuestros conciudadanos sean conscientes del sistema que tenemos, de la imperiosa necesidad y posibilidad de superarlo, con toda humildad pero también con insistencia. Cualquier ocasión debe ser aprovechada por quienes intentamos cambiar las cosas.
Y es que vivimos en un mundo al revés. Quienes dan explicaciones no tendrían por qué hacerlo. Quienes deberían darlas no lo hacen. Quienes perdonan las grandes deudas con Hacienda a los grandes defraudadores se dedican a usar el Estado para sus luchas políticas partidistas acusando públicamente a un ciudadano de incumplir sus obligaciones tributarias, incumpliendo de paso la ley. Quienes exigen a los demás cumplimiento de la ley la incumplen sistemáticamente a su antojo. Quienes ostentan más responsabilidad son quienes menos responden. Quienes acusan a otros que no han gobernado de cambiar su programa político se han dedicado a incumplir el suyo al gobernar, de paso vaciando de contenido a la escasa y pésima democracia que tenemos. Quienes se autoproclaman como demócratas mandan apalear en las calles a pacíficos ciudadanos que reivindican más y mejor democracia, o pan, trabajo y techo. Quienes pretenden advertirnos del peligro que se avecina para la democracia si votamos a PODEMOS bien que se guardan de consultar al pueblo sobre los asuntos más importantes que le conciernen (reforma constitucional exprés para priorizar el pago de la deuda sobre los más elementales derechos humanos, Monarquía vs. República,…), le dan la mínima voz posible, voz que luego ni escuchan pues la ley les permite incumplir el mandato popular, lo cual desvirtúa por completo a la democracia, pues de qué sirve votar a alguien si luego hace lo que le da la gana, si no responde por su mandato. Se rescata a la banca mientras se desahucia a la ciudadanía.
Se protege a los principales culpables de las crisis mientras se deja desvalidas a sus víctimas. Se hace pagar más impuestos a los pobres que a los ricos, más a las personas físicas que a las jurídicas.
Tenemos un sistema donde la gente está al servicio de la economía en vez de al revés. Un sistema donde el poder político es controlado por el poder económico en la sombra, parapetado tras el ídolo llamado “mercados”, en vez de al revés. Un sistema donde los gobiernos se sirven del pueblo, en vez de servirlo. Una “democracia” donde se gobierna para ciertas minorías en vez de para la mayoría. Una sociedad donde son los profesionales más mediocres y obedientes los que ascienden. Etc., etc., etc.
Como bien decía Monedero en la rueda de prensa, hemos llegado a tal punto de sinsentido que se necesitan jueces héroes, economistas héroes, militares héroes, políticos héroes, periodistas héroes (qué manera tan elegante de criticar a los que tenía delante de sus narices), ciudadanos héroes,…, que se enfrenten al (des)orden establecido para que las cosas, por lo menos, no degeneren demasiado.
Es claro que se necesita un cambio profundo, radical, de raíz.
El mundo debe ser puesto del revés para que lo lógico sea lo normal, para que el sentido común deje de ser el menos común de los sentidos. Y en ese cambio debemos participar todos. Es una inmensa labor que no puede ser llevada a cabo por cuatro personas. Nunca había tenido en mi vida más claro a quién votar en las próximas citas electorales. Tenemos que conseguir que la mayor parte de la gente lo tenga claro. Sólo el mundo podrá volver a ser puesto del revés si la mayoría de la gente que forma parte de él contribuye a ello.
El mundo lo hacemos entre todos. No todos tenemos la misma responsabilidad, pero nadie está libre de culpa. Todos podemos hacer algo.