Vivo en un barrio tranquilo y donde mayormente vivimos gente trabajadora, pequeños empresarios y en general gente acomodada, que vivimos en casas de una o dos viviendas en mayoría de ellas, si bien ya han empezado a subir a tres y cuatro plantas; pero aún vivimos en un barrio humano y donde nos conocemos casi todos los de las calles y plaza cercana. Pues bien el servicio de correos, generalmente lo cumple una mujer y hoy al salir a la calle a pasear Aníbal (un yorkshire); observo en una casa de las de cuatro plantas, que esta mujer llama a un timbre y al preguntarle desde dentro que quién llama, dice a gritos… ¡¡El cartero!!
De inmediato me echo a reír para mis adentros, puesto que no es para menos; puesto que en la insólita España de hoy y desde que entraron “a manejar” (gobernar es algo mucho más destacado) los que se denominan socialistas (que no lo son); queriendo cambiarlo todo, se empeñaron en aumentar de forma bastante idiota, las denominaciones genéricas y han impuesto el paralelismo definitorio para significar que lo femenino hay que imponerlo… por… “cojoncios”.
Así y desde jóvenes y “jóvenas”, hasta “ciudadanos y ciudadanas”, siempre que han nombrado o escrito, algunas denominaciones genéricas, han añadido el equivalente o inventado femenino, puesto que hay que cumplir lo de “la igualdad”; aunque esa igualdad la hayan llevado hasta el terrible grado de igualar a mucha gente por la parte baja de la economía, puesto que han empobrecido a toda España y han vuelto a existir las masas de pobres de… ir a los comedores de caridad y establecimientos similares, para poder comer o recoger víveres que se les entregan gratuitamente, cuando los hay.
Pero la realidad se impone y de ahí mi momento de risa… esa mujer no ha dicho ni dice nunca… ¡¡La cartera!!; ha dado el grito de siempre y que es el masculino… ¡¡El cartero!! Normal, como debiera ser siempre.
Puesto que la palabra “hombre u hombres”, ya se entiende que en ella van incluidos mujeres y niños y así en otras infinitas denominaciones.
Ahora no, ahora y por ejemplo, cuando se nombra a los diputados, hay que añadir… “y diputadas”; concejales y concejalas; a la médico, médica; y así hasta el hastío; puesto que hasta en las escuelas hay que gritar, “niños y niñas”, con el genérico de niños, hombres, etc. no tragan estos progresistas de la pobreza.
Ahora tenemos hasta alcaldesas, que en tiempos pasados era la denominación usual para la mujer del alcalde; por lo que al consorte habrá que denominarlo… “alcaldeso”, supongo.
Lo último que ha parido una ministra de “igualdad social” (uno de tantos departamentos inútiles con que nos ha cargado este devastador gobierno) es que a los seres humanos, nacidos… hay que denominarlos “criaturas”; no sé si ello quedará así o habrá que añadirle lo correspondiente y de sexo opuesto, o sea… ¡criaturos!
Por la misma razón, supongo que entre tanta “chuminada” como incluyen en esos nuevos libros de enseñanza para los niños; pondrán que los rebaños de ovejas, se componen también de “ovejos”, borregos y borregas y algunos carneros; que la jirafa debe denominarse también jirafo, que la pantera pantero, la sardina sardino… y así hasta la saciedad, para encontrar la tan cacareada “igualdad de género”, que les ha llevado a legislar el que… hasta en los consejos de administración, deben estar igualitariamente o paritariamente, hembras y machos, para que las empresas funcionen mejor. El cerebro y aptitudes superiores en uno u otro sexo, eso se deja por “lo de la igualdad”.
Como igualmente han logrado colocarnos lo insólito de “matrimonio homosexual”, cuando en el mundo y desde que existe el matrimonio, siempre ha estado compuesto de un hombre y una mujer. Lo “otro” mejor hubiese sido despachado como lo que es en realidad; una unión homosexual, contra la que nada tengo en contra… “allá cada cual con su entrepierna o su entreculo”.
Se han olvidado de que al homosexual; habrá que cambiarle la denominación, por la de homosexuala y homosexualo; puesto que la palabra “gay”; en España suena a algo como de cachondeo, ya que en esta palabra no aparece ni lo femenino, ni lo masculino, que haberlo… “hailo”.
Quizá ahora comprendan el por qué de mi risa, al presenciar y oír el grito que daba esta mañana… “la cartera”, diciendo… ¡¡El cartero!!
Y es que hasta en esta profesional, no tragan con lo del nombre feminizado, puesto que cartera, aquí en España, cuando se habla de cartera… se entiende que es la que portamos con el dinero, aunque también las haya para documentos y otros usos… pero nunca se entendería como “el indicado para una repartidora de correspondencia”.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
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