Hace apenas unos días, la pacífica ciudad chilena de Puerto Montt se convirtió en el escenario de una inusual “caza de fantasmas”. Un equipo del Centro Simón Wiesenthal, especializado en la búsqueda y captura de criminales de guerra nazis, se instaló ante la vivienda de Waltraut BÁ¶ser, una química de origen austriaco de 64 años, hija de Aribert Heim, el siniestro doctor Muerte, acusado de haber exterminado en el campo de concentración de Mauthausen a centenares de prisioneros judíos y también a presos políticos españoles.
El doctor Muerte, que ocupa el primer lugar en la lista de los diez nazis más buscados utilizaba a los reclusos como cobayas para sus “experimentos científicos”.
Los expertos del Centro Wiesenthal aseguran que Heim, nacido hace 93 años en Austria, aún está vivo. La última pista de la que disponían se remontaba a 1986, cuando los investigadores detectaron una carta proveniente del Sur de España. En aquellas fechas, la policía española abrió una investigación sobre la supuesta presencia de antiguos miembros de las SS en la costa de Levante. Sin embargo, el Grupo de Localización de Fugitivos tuvo que abandonar las pesquisas por falta de pruebas. Y ello, a pesar de que la lista de sospechosos residentes en España o fallecidos en territorio español es bastante larga. Pero el “affaire Heim” volvió a resurgir en 1997, cuando el diario español El País informó que el doctor Muerte se ocultaba en la región de Alicante. Curiosamente, la policía federal alemana sólo decidió abrir una investigación oficial sobre su posible paradero en 2005, tras el descubrimiento en un instituto financiero germano de un seguro de vida de un millón de dólares a nombre del antiguo nazi. Hasta la fecha, nadie exigió en pago de la póliza. Es una de las razones por las que los cazanazis estiman que Heim se oculta en Chile.
El “número dos” en la lista de los criminales más buscados es el estadounidense de origen ucranio John Demianiuk, antiguo guardián de Mauthausen, acusado por las autoridades de Tel Aviv de haber colaborado estrechamente con Heim. En el caso de Demianiuk, la justicia hebrea fue incapaz de hallar pruebas contundentes para imponer una condena firme. Los tribunales alemanes exigieron su entrega, pero el Departamento de Justicia norteamericano no parece muy propenso a conceder la extradición. Curiosamente, parece que se trata, en este caso concreto, de una de las personas que sellaron un pacto con los servicios de inteligencia americanos al final de la Segunda Guerra Mundial. No sería ésta una excepción: en la década de los 40, varios jerarcas nazis fueron “recuperados” (léase “rescatados”) por el establishment de espionaje norteamericano que actuaba en las zonas de ocupación de Alemania y Austria.
Otro controvertido personaje que figura en la lista de los criminales más buscados es el croata Milovoi Asier, jefe de la policía secreta de Croacia durante el régimen filonazi de los “ustashi”, acusado a su vez de haber cometido crímenes contra la población civil. Sus victimas fueron sobre todo serbios, judíos y gitanos, enviados a los campos de concentración de la zona.
Asier logró escaparse después de la guerra. En 1946, obtuvo la nacionalidad austriaca y una nueva identidad. Actualmente, vive bajo el nombre de Georg Ashner en la región de Corintia. Durante la última Eurocopa de fútbol, el criminal de guerra apareció en Klagenfurt, animando a la selección croata. Pese a las reiteradas demandas de extradición cursadas por las autoridades croatas a través de su representación diplomática en Viena o vía INTERPOL, las autoridades austriacas se negaron a dar luz verde a cualquier procedimiento jurídico, alegando el “precario estado de salud” de Asner.
Actualmente, el Centro Wiesenthal trata de centrar su campaña denominada “la última oportunidad” (de capturar a los criminales de guerra) en dos continentes: América Latina y Europa. Los cazanazis estiman que las dos regiones aún ocultan a colaboradores y allegados de Adolfo Hitler. Su huida la han facilitado, a finales de la Segunda Guerra Mundial, los poderes fácticos más conservadores o… pragmáticos de aquella época: iglesia, servicios secretos, regimenes dictatoriales y un sinfín de… “etcéteras”. Lo cierto es que aún quedan muchos misterios por dilucidar sobre la espectacular huida de los criminales nazis.
Adrián Mac Limán
Analista Político Internacional