El próximo día 20 y en “el pisito de soltero” de Rouco, el Papa y 60 personas más, entre cardenales, obispos y el sequito papal, asistirán a una cena que estará compuesta por platos muy tradicionales, muchos típicos españoles y no se servirá “nada demasiado especial” pese a ser ese día el cumpleaños del jefe de la Conferencia Episcopal Española. O sea, que los platos son tradicionales, de los que todos comemos a diario.
En el menú no pueden haber ni huesos ni espinas, el rechazo a las espinas será, pienso yo, en memoria de Jesús crucificado, o para que no se atragante el Papa, se incluirán como entrantes aceitunas españolas, tostas de foie, una tabla de ibéricos, una tabla de quesos (todo ello acompañado con panes Brezel, pan negro, pan de nueces y pan de chapata). El pan brezel son unas rosquillas o galletas horneadas y retorcidas en forma de lazo. Se suelen tomar para el “picoteo”, son saladas y están muy crujientes. Cuando Jesús celebró la última cena no existía este tipo de pan, tampoco el pan de nueces ni el de chapata, el pan negro sí. En cuanto a los platos principales, se servirán un salmorejo con huevo de codorniz cocido y jamón ibérico y un solomillo con salsa al vino tinto. En la última cena también hubo vino tinto, pero jamón ibérico y solomillo no creo que los hubiera. Dice la directora y diseñadora del menú, que desde al Vaticano les han advertido que no pongan ajo en el salmorejo ni setas en el solomillo, porque al Papa no le sientan bien. Los postres consistirán en un helado de limón con gelatina de gin tonic y salsa de bayas de enebro, y productos típicos españoles como rosquillas madrileñas, pestiños o tejas, así como chocolatinas con el logotipo de la JMJ acompañadas de cerezas bañadas en chocolate. Un postre de lo más normal. Todos lo tomamos como mínimo un día a la semana. La directora del menú ha explicado que, además, darán a la comida un “toque alemán” en alusión a la procedencia del Papa, elaborando unas “gominolas de cerveza”.
En cuanto a la bebida se han decantado por vinos “españoles muy representativos”, uno para los entrantes, otro para los platos principales y otro para los postres, aunque “el Papa no bebe vino, solo tomará zumo de naranja”, pero a pesar de ello dicen que intentarán que el Papa “tome un poco”. A ver si la liamos y entre el gin tonic del helado, las gominolas de cerveza y el vino, el Papa acaba cantando aquello de “Asturias patria querida”.
Yo creo que la cena más que por la celebración del cumpleaños de Rouco, es una especie de homenaje a aquellos que no tienen nada que echarse a la boca. Me parece un acto de solidaridad muy emotivo y conmovedor. Esto sin duda alguna levantará la moral a todos aquellos que lo están pasando mal. Dicho sea sin ningún matiz demagógico.
¡Cuánta diferencia entre esta cena y aquella última tan frugal que celebraron Jesús y sus apóstoles! Foie seguro que no había.