Acabo de ver Las Noticias en televisión y me han entrado ganas de destrozarla a lo Chuck Norris.
VergÁ¼enza y Asco de cómo se está mediatizando lo sucedido en Francia la pasada semana: si los muertos pudiesen levantarse de sus tumbas, cierto es que volverían a tumbarse en ellas.
Dirigentes de medio mundo, cada uno responsable a su manera de la miseria en los países que gobiernan, cogidos del brazo en un gesto que tiene de simbólico lo que tiene de simbólico una mancha de mierda en el retrete de una discoteca.
Americanos entonando «La Marseillaise», con la presunta corrupta de Lagarde entre ellos, cuando el 80% de los que viven en USA se piensan que Irán está situada en Australia; el Empire Estate iluminado con los colores de la bandera francesa; especulaciones sobre cuán pronto se agotará la próxima edición de «Charlie Hebdo», como si fuese un valor bursátil o algo que puedes pillar en la reventa, fuera de un estadio, por unos miles de pavos; vídeos en Internet donde aparece el presunto autor del asesinato de la agente y las cuatro víctimas del supermercado judío haciendo flexiones, leyendo mal el Corán al lado de un rifle con una musiquilla de fondo que recuerda a «Las mil y una noches» en su versión ‘Pajares y Esteso’; y, como traca final, la ceremonia de los Globos de Oro, donde lo mismo da hablar sobre el traje que llevaba Jennifer López, quién es el diseñador más elegido por las actrices y de qué manera reivindicó cada mequetrefe, ídolos de masas millonarios a costa de la estupidez ajena, las matanzas acontecidas, fuese con una pegatina o un «Je suis Charlie Hebdo» en el discurso tras recoger el premio, entre aplausos y lágrimas de cocodrilo.
Me parece otra forma de extremismo, fundamentalismo en nuestra modélica cultura occidental donde la tragedia individual es más trágica en relación directamente proporcional respecto a su alcance mediático,…
…lo que pueda o no vender y, como paroxismo de la gastroenteritis, la frivolidad cuasi tragicómica por la cual cada uno, en alianza borreguil con tantos otros, toma partido en el terrorismo anti-intelectual mordiendo la mano que le da de comer.
¿Así se combate el yihadismo? No, claro que no. Si yo fuese un yihadista… más bien estaría partiéndome la caja de risa ante semejante patetismo.
Este despliegue de hipocresía teatralizada sólo alcanza la falta de respeto, la imbecilidad en su forma más engalanada; esto no es una condena al verdugo, tampoco una muestra de honra a la víctima. Show business.