Pobreza infantil 2.0
El fantasma de la crisis no tiene escrúpulos. Lo mismo le da mayores que pequeños. Así lo revela el último informe de UNICEF España. Más de dos millones de niños viven por debajo del umbral de la pobreza. Lo que convierte a este grupo en el más maltratado por la situación económica actual. No es la primera vez que los más inermes son los más castigados.
Este informe le toma el pulso a la infancia empobrecida de España. Pero además, avisa de que han aumentado los hogares con niños donde todos sus adultos están en situación de desempleo. En concreto, un 120% en el período que va de los años 2007-2010. Lo que indica que las familias con niños tienen más dificultades para salir adelante.
El impacto de la crisis en los niños, como han titulado el informe, advierte del peligro que estos niños corren de empeorar la calidad de su alimentación, así como de quedar relegados al fondo, donde casi nadie mira y donde se crean guetos, bolsas de pobreza de las que cuesta más salir.
Cuando un niño no está bien alimentado, tampoco va a estar bien educado. Un niño con hambre no tiene como prioridad ir al colegio. Ni aprender ciencias sociales o matemáticas. Quiere comer.
A este respecto, la directora de UNICEF España, Paloma Escudero, ha señalado que en España hay “más niños pobres y son más pobres”. Además, viven en hogares en los que se han visto obligados a reducir sus gastos en alimentos de primera necesidad, y advierte de un aumento en la intensidad de la pobreza en España.
Paloma Escudero también recuerda que “la debilidad de la protección del sistema público hacia los menores, se ha visto acrecentado por la reducción de las ayudas y los servicios públicos, especialmente a partir de 2010”. Es decir, la lógica de combatir el fuego con gasolina. La política de los ajustes y del mirar para el otro lado.
Es curioso cómo esta noticia ha pasado un tanto desapercibida en los medios de comunicación españoles, como si fuera una realidad que no van con ellos. Las portadas vienen repletas de grandes encuentros, de “geochos”, de recortes, de “nadales” y de “gasoles”. La pobreza queda relegada a las últimas páginas, o a los últimos minutos del telediario, en la dudosa frontera de la dormidera en la que brillan los deportes.
Pero lejos de limitarse a denunciar la situación, este informe también propone alternativas: proteger las inversiones destinadas a la infancia; poner a los niños y a sus familias en el núcleo de las decisiones políticas; o mejorar la coordinación, la eficacia y la coherencia en la gestión de la salud, la educación, la protección y la lucha contra la pobreza.
Cuando un país europeo del mal llamado primer mundo retrocede de esta manera, no solo pone en riesgo el futuro de los más jóvenes, sino que condena al deterioro el estado del bienestar y la democracia de ese país. La pobreza no sólo es la falta de alimentos de primera necesidad, sino que va más allá y se convierte en un estado mental. Cuando un niño crece en la pobreza no se siente partícipe de una sociedad democrática, ni comparte los mismos valores que si hubiera crecido de una forma digna. Las familias que viven en un estado de pobreza crónica tienen un alto porcentaje de abandono escolar. No valoran la educación de la misma manera que una familia de clase media. Lo que importa es sobrevivir. Es un pez que se muerde la cola. La pobreza genera pobreza, recelo, odio, apatía, descontento…
España, ahora que despierta de su sueño económico adolescente, engorda de manera trágica las listas donde se mide la pobreza infantil. UNICEF aporta alternativas para el remedio voluntad en la clase política y en la sociedad de la que formamos parte.
David García Martín
Periodista