Tras años de peticiones y exigencias por parte de la Generalitat de Cataluña, la semana pasada el Gobierno, fruto de su compromiso durante el debate de investidura, publicó las ‘pseudo-balanzas’ fiscales de las Comunidades Autónomas. Y digo ‘pseudo’ porque los datos ofrecidos no son más que el resultado de predicciones pasadas por el tamiz de modelos econométricos, los cuáles no siempre se acercan, tanto como deberían, a la realidad.
Sin embargo, hemos de aceptar que los datos resultantes del análisis reflejan la realidad que la intuición económica anticipaba: las Comunidades Autónomas con mayor renta per cápita sufren balanzas fiscales negativas en favor de aquellas con rentas per cápita inferiores.
Evidentemente, ésto ha sido utilizado como argumento político por parte del gobierno catalán que ve como una afrenta la negatividad de su balanza fiscal y reclama una solución urgente para lo que ellos catalogan como ‘el expolio fiscal’. Esta conclusión la obtienen tras su propio análisis, pero no comprenden, o no quieren comprender que parten de una premisa falaz.
Según el gobierno catalán el hecho de que la balanza fiscal sea negativa demuestra que sus ciudadanos aportan a España mucho más de lo que reciben. Que parte de los impuestos que se pagan en Cataluña, que no por los catalanes, ayudan a financiar al resto de España, provocando una injusticia económica grave. Pues bien, este argumento sobrepasa ampliamente los límites de la demagogia.
El exceso que aporta Cataluña al resto de España en materia fiscal es utilizado para mejorar las infraestructuras y los servicios en otras Comunidades Autónomas, de forma que éstas puedan desarrollarse de manera adecuada y evitar, así, las diferencias territoriales, logrando la verdadera cohesión nacional.
Y estas infraestructuras y servicios sirven para mejorar las relaciones comerciales y turísticas entre regiones, con lo que a mejores infraestructuras y servicios mayor volumen de transacciones comerciales.
En este sentido, al igual que se han publicado las ‘pseudo-balanzas’ fiscales se podría hacer lo mismo con las balanzas comerciales que nos ofrecerían datos muy interesantes y en favor de mi argumentación.
Estas balanzas comerciales nos darían un saldo ampliamente positivo en Cataluña. Es decir, que los ciudadanos que residen en Cataluña reciben más dinero del que entregan a los ciudadanos españoles que viven en otras Comunidades Autónomas. Y ésto es posible gracias a las mejores infraestructuras, que facilitan las relaciones comerciales, y a la implementación de servicios adecuados, que generan la mejora de las comunicaciones, los cuáles han sido financiados por el saldo negativo de la balanza fiscal catalana y de otras Comunidades.
Por tanto, utilizar las balanzas fiscales como argumento para justificar una injusticia histórica es absolutamente demagógico, porque éstas no tienen significado económico real a no ser que sean contrastadas con las balanzas comerciales.