“Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla». Albert Einstein.
Descomposición social
Mirar los acontecimientos relevantes a nivel mundial, caracterizados particularmente por la insatisfacción social, desde Formosa, Argentina, que la contienen por cierto,
y ante la dimensión de esos sucesos, intentaremos algunas reflexiones a la luz de la Doctrina Cooperativa.
El cooperativismo surge históricamente en un momento en que el naciente capitalismo, en su etapa industrial, produjo las calamidades más difíciles de narrar dado su naturaleza cruel y despiadada.
Ese capitalismo naciente conmocionó toda la estructura socio-económica de la Inglaterra del siglo XIX.
Por ello, los pioneros cooperativos juzgaron negativamente el nuevo orden surgido en la Revolución industrial, brotó así de ese análisis real, la Doctrina Cooperativa.
Esa acción de destrucción capitalista global por imponerse sobre los modos de producción feudal es el modo en que se expresa, es su manera de comportarse en su afán de lucro y someter a sus designios una concomitante mentalidad individualista, competitiva, mezquina. Sobre ella construyó su escuela, su pedagogía y didáctica factorial.
El cooperativismo es producto como reacción, entonces, de ese infortunio industrial, es su antítesis, como testimonio y probanza de que otro modo de producción es posible, y no sólo es posible sino que, fundamentalmente, es necesario.
Ahora, navegamos en épocas del capitalismo de preeminencia financiera, ello implica fabulosas ganancias en minutos, arruinando la mayor cantidad de procesos productivos, opera desguazando leyes laborales y seguridad social, baja de salarios, expulsión de pequeños y medianos productores de sus chacras, cierre de fábricas, precarización de profesiones liberales, docencia y mercantiles, en fin…
Asistimos a la era de la descomposición social, asistimos a la cabalga desbocada de la descomposición civilizatoria actual. La protesta social es parte ya del paisaje. Como nos dice José Larralde ante la ruina: “El yuyo se fue arrimando, como pa’ ver qué pasó”
Pensamos que con las precisiones dadas, y que pueden ser cotejadas con la realidad en cualquier punto geográfico del mundo, son suficientes para reflexionar cómo superarla, o al menos intentarlo dado el costo que podría ser la extinción de la especie humana por destrucción de la naturaleza e implante de una organización social-económica incompatible con la vida, en aras de su expoliación financiera.
La historia universal nos alecciona sobre estas cuestiones: “Tanta agua va al cántaro que finalmente éste revienta”, está claro que tanta presión sobre millones y millones de seres humanos a vivir en condiciones subhumanas, la criminalización de la protesta, desencadenará consecuencias por supremacía de la ley física que la contiene.
La cooperación en su faz científica del desarrollo civilizatorio surgió como remedio social a ese accidente de la evolución humana llamado capitalismo y que por sus implicancias negativas se expresa como organización divisionista, sin dudas, contrariando a la capacidad de acumulación de saberes científico-técnico que alcanzó la especie humana para construir un mundo mejor, un mundo cooperativo.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!