Para los más pesimistas nos hallamos en la frontera misma de la desintegración general. ¿Pesimismo o realismo lúcido? Son muchos en todos los campos de las actividades humanas, y no cesan de llamar la atención sobre el desastre ecológico global, los «Chernobil» latentes,las guerras en Oriente y el hambre crecientes en todo el Planeta,especialmente en los países más pobres de África, Asia y América Latina. Los más pesimistas (¿ realistas más lúcidos? ) ven crecer con alarma las desocupación y las desigualdades sociales, y en los paises que pueden ser considerados inicialmente como privilegiados ,el creciente aumento de una nueva generación de jóvenes sin trabajo, pobres y marginados procedentes tanto del ejército de desempleados como del empobrecimiento progresivo de las clases medias.
Entre tanto, los observadores sociales dan cuenta de que la delincuencia no cesa de crecer en los dos extremos de la escala social,aunque claro está, con muy diferentes parámetros porque no es lo mismo evadir a paraísos fiscales , p.e., que robar en una panadería, (aunque se castigue solo lo último) y no cesan de recordar que continúan haciendo estragos las drogas duras y blandas,legales o no, y va en aumento la escalada bélica mundial y la restricción progresiva de derechos de todo tipo con la excusa del terrorismo.
Muchos de los que se consideran «demócratas de toda la vida», y más aún si sueñan con un cambio social donde se vuelca la tortilla, se sienten frustrados ante el progresivo deterioro de las libertades reales en los países con regímenes parlamentarios, mientras faltan por otro lado elementos sociales de contrapeso capaces de impedir UNIDOS ese progresivo distanciamiento entre la clase política y las necesidades colectivas de la población, convertida la ciudadanía en el chivo expiatorio de los desmanes de banqueros sin conciencia auxiliados por los gobiernos, convertidos en vergonzosas amas de llave de los ricos.
Muchos defensores de alternativas globales que incluyen el medio ambiente denuncian la falta de alternativas sociales viables a escala mundial capaces de impedir el funcionamiento de sistemas de explotación global de recursos basados en la destrucción y abogan por energías limpias y economías sostenibles con crecimiento cero, pero encuentran tan poco apoyo en las masas como en los políticos, y nulo entre los dueños de los medios de producción contaminante, como era de suponer. Por eso no funcioanan los acuerdos sobre el clima en las cumbres al efecto.
A la desidia política mezclada con indiferencia ante los problemas sociales, económicos, y ecológicos que derivan en problemas de salud medioambiental general y sin respuestas sociales significativas añaden los críticos como causa del desastre la escasa cultura de la población en estos temas, y su falta de sensibilidad ,que es orientada hacia otros campos por los medios de comunicación ,como el politiqueo- que no es lo mismo que la política- los deportes o la prensa rosa, lo que permite su fácil manipulación, especialmente si a todos esos ingredientes se le añaden dosis diarias de miedos e inseguridad personal que justifiquen más policía y más medidas represivas.
Teledirigida hacia el consumismo absurdo y la búsqueda del propio bienestar material se orienta la mayoría de gente hacia la aceptación de imposiciones autoritarias y actitudes individualistas y roles competitivos para poder sobrevivir. Asi se convierte a las masas en individuos indiferentes entre sí y sumisos al poder de gobiernos y patronos e incapaces de aportar alternativas conjuntas ante procesos que desbordan ampliamente su unilateral visión de las cosas. Así se convierten en fáciles creyentes de los llamados «Expertos» al servicio del Sistema.
Los que aspiramos a una humanidad hermanada y pacífica donde reine la justicia miramos con impotencia la falta de una cultura científica y espiritual que ha sido devaluada durante milenios a cultura de ciencia materialista y de Iglesias y religiones prostituídas carentes de espiritualidad por parecidas razones a las que gobiermos que se dicen demócratas han prostituído la democracia. Amplias masas carentes de espiritu crítico que se le ha cuidadosamente cercenado, se muestran incapaces de reaccionar a la hora de enfrentarse a dogmas y tradiciones de cualquier tipo a causa de no haber tenido la oportunidad de experimentar una cultura del espíritu suficientemente lúcida y vivificante capaz de unirse en un proyecto común de progreso y regeneración en todos los niveles partiendo de principios morales que este Sistema jamás practica. Eso sí: siempre alardeas sus servidores de poseer todas las virtudes morales que hagan falta y hasta organizan ejércitos para propagarlas hasta la muerte de poblaciones enteras y la destrucción de sus países si tienen riquezas naturales que interesen. Eso sí: son ejércitos de pacificación.
Aunque millones de personas en todo el mundo se han desengañado de las religiones oficiales a las que atribuyen toda clase de complicidades con el mundo de la alta política y de las altas finanzas, aún son minoría con respecto a los incautos, desinformados, indiferentes y conformistas. Los desengañados de las instituiciones eclesiásticas, cuyo número no cesa de aumentar, -sin embargo- se muestran escépticos ante el papel que las religiones oficiales pudieran tener en esa regeneración del espíritu humano o en su impulso aglutinador, pues las luchas entre religiones y facciones dentro de cada religión nunca cesan. Se preguntan cómo es posible decir que se tiene un mismo Dios que llama a la paz y al amor mientras se observa la historia pasada y la presente de todas y cada una de las instituciones religiosas.
Para los que piensan de un modo semejante a lo descrito hasta aquí, este Planeta y quienes lo habitamos somos como un terrón de azúcar diluyéndose a pasos de gigante.
¿Carece de fundamento tal pesimismo?
EL OPTIMISMO OFICIAL
La defensa del lado optimista dentro de la línea oficial, corresponde a cierto número de los llamados «Expertos», gobernantes, ciertos economistas, sociólogos, científicos y analistas políticos respetados por los medios de comunicación – voz de su amo- cuyas opiniones son valoradas en unos u otros anillos de los círculos concéntricos de los poderes dominantes. Estos ilustrados mimados por el Sistema, pese a admitir en parte los hechos que denuncian las inteligencias libres, los Indignados y pesimistas, les restan importancia. Dicen creer en el Progreso y en el crecimiento a un plazo u otro y aportan sus propios datos servidos por «sus» «expertos». Pontifican que las crisis de desempleo y económicas son pasajeras y siempre salvables, la energía nuclear facilitaría un desarrollo industrial y mayor bienestar, la economía mundial no dejará de crecer nunca y la democracia como forma civilizada de gobierno no cesará de ampliar su implantación geográfica hasta llegar al gobierno único mundial, meta del llamado Nuevo Orden Mundial. Hasta en las guerras del Imperio encuentran una buena justificacion desde este punto de vista. Todos ellos se felicitan por la caída uno tras otro de los regímenes comunistas y la reconversión en capitalistas de países emblemáticos como China y Rusia, viendo en ellos la mejor prueba de que sus análisis se hallan en el buen camino y sólo falta que algunos viejos dirigentes revolucionarios dejen este mundo para seguir extendiendo SU Progreso a otros pueblos. Es cierto, claro, que muchos ven con preocupación el avance del cambio climático y sus desastrosas consecuencias en todos los terrenos, pero creen que se pueden parchear muchos de sus efectos y que en todo caso no puede hacerse otra cosa que defenderse lo mejor posible de las catástrofes de la naturaleza contra las que poco se puede hacer, excepto paliar sus efectos. En sus reuniones hablan de la necesidad de nuevos mercados, de un mayor desarrollo tecnológico y de una economía y política mundial controlada, como es natural, por occidentales. A cambio de esto, tendrán los pueblos sometidos a sus dictados un progresivo incremento de la calidad de vida y bienestar personal, «como siempre».Como siempre para los de siempre, podrían añadir, pero eso va contra el pensamiento oficial…
Los más sesudos optimistas hasta exhiben estadísticas para demostrar que se aproxima la erradicación definitiva de males tan arraigados como el analfabetismo o el machismo, y opinan que se avanzará en el control de enfermedades como el Sida, o el cáncer. Crece, dicen, el nivel cultural de los pueblos, y las sociedades tienden a parecerse lo suficiente como para ir eliminando viejos prejuicios y recelos entre las culturas.Hasta se habla del diálogo entre civilizaciones mientras la llamada «cristiana» arremete contra las demás.
Para estos cantores del progreso nos hallamos en el camino correcto y cuando tratan de resumir su optimismo en pocas palabras ante un medio de comunicaciÁ²n afirman sin pestañear que caminamos hacia un mundo que tiende a ser próspero en lo económico, más justo en lo social,con mayor número de democracias, progresivamente más culto,tecnológicamente más avanzado y más inastantáneo en acontecimientos históricos.
Y que todo eso es cuestión de dos cosas; de fe y de tiempo.Y cuando se emocionan con su propio relato sacan la carta escondida y llegan a decir que es inevitable caminar hacia una sociedad mundial regida a escala planetaria por un sólo gobierno elegido por sufragio universal directo y secreto formado por representantes de cada país: una especiede ONU reformada, con su ejército, su policía, sus jueces y tribunales internacionales, y etc.
Bajo el prisma de la mirada optimista, los fantasmas parecen conjurados: ya no somos el terrón de azúcar diluyéndose en la nada.
¿Carece de fundamento tal optimismo?
ASUNTOS PENDIENTES Y ESPERANZAS EMERGENTES.
Sin duda queda pendiente en este panorama general que pretendemos abarcar el abordar cuestiones medulares.Cuestiones que abarcan áreas del conocimiento que hacen posible el tener una visión distinta y más amplia de la realidad que no es contemplada por unos ni otros, es escamoteada al conocimiento de los pueblos o es considerada simplemente irrelevante.Son cuestiones más sutiles, menos defendidas en los medios -y programadamente tergiversadas- que tienen que ver con los avances científicos en lo que se refiere a la visión general del Cosmos y a las consecuencias que las aportaciones de las nuevas ciencias naturales han de tener sobre la cultura y sobre nuestros modos de mirar el mundo, así como la visión espiritual que subyace a descubrimientos procedentes tanto de la Físca cuántica como de la sintonía de estos descubrimientos con la milenaria visión espiritual de la mística cristiana, sufí y otras orientales. Estas vías – ciencia y espiritualidad unidas- se anuncian como fuerzas latentes y de más en más emergentes que habrán de cambiar el curso equivocado de este mundo, porque de nuevo hay que recordarnos que sin cambios individuales en la conciencia de la realidad y en la conciencia espiritual no es posible cambio alguno en la humanidad, pues ¿quién podría formarla?
(Próximo: LAS OTRAS CARAS DE LA REALIDAD)