Varios equipos de investigación internacionales han presentado hoy en la VI Conferencia mundial de periodistas científicos tres estudios, que publica la revista Nature, donde se identifican por primera vez una gran colección de variantes genéticas que, de forma acumulativa, pueden ser responsables de al menos un tercio del riesgo genético de padecer esquizofrenia. Además, en uno de los trabajos los expertos señalan los vínculos de algunas variaciones genéticas (en especial el papel del cromosoma 6p22.1) con la esquizofrenia y el desorden bipolar.
Los consorcios SGENE, Esquizofrenia Internacional (ISC) y Genética Molecular de la Esquizofrenia (MGS), tres organizaciones que investigan la genética de la esquizofrenia, han compartido sus resultados sobre las conexiones a escala genómica, lo que ha hecho posible realizar un análisis de una muestra combinada que suma en total 8.014 casos y 19.090 controles.
“Estos nuevos resultados nos recomiendan mirar desde un nuevo punto de vista nuestras categorías de diagnóstico”, ha explicado Thomas R. Insel, director del Instituto Nacional de Salud Mental de EE UU (NIMH). “Si bajo la esquizofrenia y el trastorno bipolar subyacen algunos de los mismos riesgos genéticos, quizás estas enfermedades tengan su origen común en algún punto débil del desarrollo del cerebro”.
Los tres trabajos, publicados hoy en la edición on line de la revista Nature y presentados hoy en rueda de prensa dentro de la VI Conerencia mundial de periodistas científicos, señalan la implicación de una zona del cromosoma 6 (6p22.1), que alberga genes responsables de la inmunidad, en el riesgo de sufrir esquizofrenia. Este punto de conexión de gran actividad podría ayudar a explicar el modo en que los factores medioambientales influyen en el riesgo de padecer esta enfermedad.
“Había una superposición sustancial en el riesgo genético de padecer esquizofrenia y trastorno bipolar que era específico de las enfermedades mentales”, ha indicado Pamela Sklar, del Centro Stanley para la Investigación Psiquiátrica de la Universidad de Harvard (EE UU), que ha codirigido el equipo del ISC. “Pero no hemos visto ninguna relación entre las variantes genéticas sospechosas y media docena de enfermedades no psiquiátricas comunes”.
“Individualmente, los efectos de estas variantes comunes no son estadísticamente significativos, pero acumulativamente desempeñan una función fundamental, y son responsables de al menos un tercio (y probablemente mucho más) del riesgo de padecer la enfermedad”, ha dicho Shaun Purcell, el otro codirector del ISC.
El papel del cromosoma 6
Entre los sitios que dan muestras de tener una relación más estrecha con la esquizofrenia se encuentran una zona sospechosa del cromosoma 22 y más de 450 variantes del cromosoma 6. La implicación de muchas variantes genéticas comunes indica que la esquizofrenia en distintas personas podría, en última instancia, tener su origen en distintos procesos patológicos, según afirman los investigadores.
Aun así, sigue sin conocerse la mayor parte del componente genético de la esquizofrenia, que se calcula que es hereditaria en al menos un 70%. “Antes de este descubrimiento, sólo podíamos explicar un pequeño porcentaje de este componente; ahora conocemos las causas de más del 30%”, ha apuntado Thomas Lehner, jefe de la Sección de Investigación Genómica del NIMH.
El consorcio MSG ha identificado una relación entre la esquizofrenia y unos genes del cromosoma 6. Por ejemplo, una de las relaciones más fuertes se detectó en las proximidades de genes que codifican para unas proteínas llamadas histonas. Una variación de origen genético en el funcionamiento de estos mecanismos reguladores podría contribuir a explicar el componente ambiental que, en muchas ocasiones, tiene la esquizofrenia.
El estudio del MGS también ha encontrado una relación entre la esquizofrenia y una mutación genética en el cromosoma 1 (1p22.1), asociado con la esclerosis múltiple, una enfermedad autoinmune.
“Los resultados de nuestro estudio arrojan luz sobre la importancia no sólo de los genes, sino también de las poco conocidas secuencias de ADN situadas entre los genes que controlan la expresión de éstos”, ha añadido Pablo Gejman, director del equipo del consorcio MGS e investigador del Instituto de Investigación HealthSystem de la Universidad NorthShore (EE UU). “Los avances en la biotecnología, la estadística, la genética de poblaciones y la psiquiatría, junto con la posibilidad de contar con grandes muestras, han hecho posibles los nuevos hallazgos”.
Asimismo, el estudio del consorcio SGENE ha identificado un sitio de variación en la región sospechosa del cromosoma 6 que podría estar implicado en procesos relacionados con la inmunidad y la infección. También ha encontrado pruebas significativas de relación con variaciones en los cromosomas 11 y 18 que podrían ayudar a explicar los fallos en el pensamiento y la memoria asociados a la esquizofrenia.
Los nuevos hallazgos podrían, en última instancia, conducir a patrones o biomarcadores multigenéticos para enfermedades mentales graves. Los investigadores apuntan que, a medida que se aprenda más sobre las rutas genéticas implicadas, puede que sea posible averiguar qué es lo que comparten y lo que no, la esquizofrenia y el trastorno bipolar.
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Referencias bibliográficas:
Jianxin S., et al. “Common variants on chromosome 6p22.1 are associated with schizophrenia”. Nature, 1 de Julio de 2009.
Stefansson H., et al. “Common variants conferring risk of schizophrenia”. Nature, 1 de Julio de 2009.
Purcell S. M., et al. “Common polygenic variation contributes to risk of schizophrenia that overlaps with bipolar disorder”. Nature, 1 de Julio de 2009.