El aforismo de que la estabilidad presupuestaria no es ni de izquierdas, ni de derechas, sino de un buen gobierno es una realidad evidente que nadie se atreve a atacar, porque en él confluye la esencia misma de la gestión del dinero público, el que no es de nadie, pero es de todos.
Sin embargo, la Unión Europea se está empeñando, acosada por los mercados internacionales, en luchar por una estabilidad presupuestaria imposible, a costa de cualquier tipo de crecimiento económico, lo que está provocando un alargamiento innecesario de la crisis.
Está claro que los mercados internacionales no están dispuestos a comprar más deuda si los países de la Unión Europea no se se ajustan el pantalón, algo lógico y comprensible, pero también debemos de tener todos claro que de nada sirve ser estables presupuestariamente hablando y seguir condenados al no crecimiento.
El estado actual de cosas está provocando una brecha social que tardaremos muchos años en recuperar, porque el ajuste presupuestario siempre empieza por debajo, para no molestar a los de arriba, evitando así que se lleven sus fondos a otro país, cualquiera, no importa cuál.
La clave de la recuperación económica es el equilibrio, buscar un ajuste presupuestario, pero no el corto plazo, sino en el medio-largo, de forma que se puedan tomar medidas destinadas a fomentar el crecimiento económico en el corto, aún a costa de la estabilidad presupuestaria.
Buscar un ajuste presupuestario demasiado rápido condenará a la Unión Europea a galeras a remar.
