De la mediocridad de nuestros dirigentes todos teníamos alguna intuición, pero seguíamos negando la puerilidad de los mismos, asumiendo que si estaban en el cargo que estaban sería por algo, ¡cuán equivocados que estábamos!
Ha bastado un quítame de aquí esta negociación colectiva, para que todos comiencen a tirarse los trastos a la cabeza. Porque tú hiciste esto, porque tú lo otro, en definitiva, la nunca bien ponderada estrategia del ¡y tú más!
Una estrategia que molesta desde estamentos no ejecutivos, pero que hiere hasta decir basta cuando parte de las líneas de poder del Gobierno, como el propio Ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, al que tenía por un tipo riguroso y comedido.
Envalentonado, supongo, por tener a su vera a los líderes sindicales, se ha despachado a gusto con las entidades financieras, acusándolas de todo lo habido y por haber, por haber alentado la burbuja inmobiliaria y haber provocado, por tanto, las elevadas tasas de desempleo que padecemos ahora.
No dudo que la banca tenga su parte de responsabilidad, y ya lo he denunciado en numerosos artículos, ahora bien, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. ¿Por qué el Gobierno no eliminó la desgravación fiscal por compra de vivienda en la primera legislatura? Así también se alienta la burbuja inmobiliaria. ¿Por qué el Gobierno no promulgó una mayor regulación del sector financiero, como dictaminan los cánones de la socialdemocracia más estricta? Así también se alienta la burbuja inmobiliaria.
Flaco favor nos hacen nuestros dirigentes acusándose de lo que ellos mismos favorecieron. Todos nos subimos en la burbuja inmobiliaria, porque todos ganábamos, por lo que todos somos responsables y todos deberíamos apechugar con las consecuencias. Otro debate sería reflexionar si eso está siendo realmente así.