La virtud está en el punto medio, no me lo he inventado yo, aunque lo suscriba, sino Aristóteles, un maestro, un golpe bajo a nuestra arrogancia como especie, porque el pensamiento, como tal, alcanzó su cima hace ya demasiado tiempo, todo lo demás han sido derivaciones técnicas y complejidades artificiales.
Pero el Banco de España se está afiliando a las teorías neoliberales más drásticas, echando por tierra los principales conceptos del estado del bienestar, en función de unos modelos económicos que funcionan, sin duda, pero en la teoría, porque en la práctica es otra cuestión ya que en ella no se trata con número sino con personas, que últimamente parecemos números con patas.
En su «Informe Anual 2010» el Banco de España ha puesto el acento sobre los aspectos más polémicos del mercado laboral español. Por un lado, reclama una mayor flexibilidad del marco legan en el que nos movemos como trabajadores. En ese punto no puedo estar más de acuerdo. Las rigideces de contratación y despido de nuestro sistema no protegen a nadie más que a los sindicatos, condenando a los trabajadores a largos períodos de desempleo y a unas coberturas sociales ficticias.
Ahora bien, la mayor flexibilidad de la legislación laboral debe de ir acompañada necesariamente por políticas reales y creíbles de formación continua de los trabajadores, de forma que sean éstos, y no las empresas para las que trabajan, los que acumulen el capital humano suficiente como para no depender del contrato al que se aferran hoy en día.
Pero, por otro lado, el Banco de España realiza una exasperante crítica al sistema de prestaciones por desempleo de nuestro país. Dando por supuesto que existe fraude en él, como consecuencia de la picaresca de la cultura española, la cuál llega a todos los sectores, no podemos olvidarnos de sus evidentes bondades.
Gracias al sistema de prestaciones por desempleo, en España disfrutamos de una cobertura ante situaciones sin empleo que facilitan la cohesión social y evitan exclusiones, siempre injustas, del juego económico y social, a la vez que otorga el poder de decisión correcto al trabajador que no se ve en la tesitura de tener que elegir la primera oferta que le llegue.
Por tanto, se trata de un sistema que se puede mejorar, sin duda, pero no por ello es negativo para la búsqueda de empleo (teoría típica de los neoliberales más aberrantes), sino que es un valor fundamental del estado del bienestar en el que estamos todos involucrados y del que ninguno nos queremos salir.
Momento es para que el Banco de España deje a un lado su ortodoxia y apunte al pragmatismo del punto medio, donde, sin duda, hayará la virtud, como bien predijo Aristóteles.