La humildad ya en si es algo grande, pero muy grande. Serlo es lo bueno, no parecerlo, porque los hay que aparentan humildad y lo que buscan es ser líderes y ahí es donde desatan su soberbia.
Mis grandes líderes son humildes, comprensivos, de mente abierta, no imponen sino exponen, y tú libremente sacas tus conclusiones.
No hay que confundir ser humilde con ser sumiso. La gente es propensa a confundir estas dos definiciones.
Lo que sí se complementan es con la bondad. Ahí encuentras al verdadero humilde, empatizando con los demás, escuchando y siendo asertivo.
Lo asociamos a la pobreza y a las catástrofes de este mundo porque un soberbio, un necio, solo busca imponer. En la pobreza el soberbio busca el liderazgo, solo un necio no entiende las necesidades de un ser humano.
En la vida cotidiana, en el trabajo en el día a día, hay mucho soberbio y pocos humildes, porque el necio es capaz de usar la violencia ante la humildad de los demás.
Pero nunca subestimemos a una persona humilde, porque su forma de ser le ayuda a razonar, y a un soberbio le ciega su necedad.
No impongas nada a nadie. Exprésate, y quien te quiera escuchar, bien, y el que no, que continué su camino. No somos nadie para imponernos a nuestros semejantes. Nadie.
El soberbio se come a si mismo, porque su necedad no le deja vivir, siempre pensando en imponerse y en cómo tener la razón constantemente, utilizando cualquier tipo de herramienta, sobre todo psicológica, para de una forma u otra victimizarse ante ti y acabar llevando la razón.
SÁ‰ HUMILDE, PERO QUE NO TE HUMILLEN