A diario parece que volvemos a los tiempos de Unamuno de la Generación del 98 y de la Segunda República, tal es la degeneración del país a todos los niveles.
Estamos viviendo los peores años que se han conocido en medio siglo y eso debe ser corregido. Pero no desde arriba.
El país está gravemente enfermo a causa del nepotismo, la corrupción, la inoperancia judicial y no por último la prepotencia de un gobierno deslegitimado por sus actuaciones e incapaz de dar una a derechas, que parecería lo consecuente en su caso. Este país está gangrenado y precisa de una operación de saneamiento en profundidad, pero justo en direción contraria a la que se nos intenta imponer tanto por la Troika como por este Parlamento opuesto a la voluntad popular.
La primera medida a tomar por su parte debería ser descabezarse a sí mismo, la dimisión del Presidente. Y luego del resto. Se habla de abrir un periodo constituyente y cambiar esta Constitución que al fin y al cabo no se cumple en lo más esencial: el derecho a la vivienda, el derecho al trabajo, los derechos a la sanidad y la educación pública gratuitas. Difícil será que lo hagan voluntariamente. Igualmente difícil parece que se pongan de acuerdo los partidos de la oposición que quieren que dimita el Presidente y tienen fuerza en el Parlamento. Mientras los rosáceos de izquierda y los otros rosáceos con un poco más de tinte hacia el rojo piden un día la dimisión, admiten al siguiente la continuidad de este tinglado enfermizo. Unos dicen: que dimita el Presidente y que nombre a su sucesor. (Da risa triste). Los menos rosáceos dicen: que se vaya y se convoquen elecciones, y de nuevo da risa triste. Pero qué interesada ingenuidad. ¿Acaso no saben que todos sabemos ya quiénes son y por eso todos suspenden en las encuestas, incluidos los partidos de la oposición? ¿Acaso no sabemos que este sistema enfermo necesita una seria transformación como apuntan los movimientos ciudadanos que todos “nuestros” (supuestos) representantes ignoran? Sí, creo que Es precisa la apertura de un periodo constituyente y la discusión de una nueva Constitución con la participación de los movimientos ciudadanos, que dé paso a una nueva democracia: la democracia participativa. En ella deben tener cabida todas las demandas que hoy no son escuchadas por esta democracia gobernada por sordos y con una jefatura del Estado asediada por la corrupción. Tenemos una monarquía más impopular que nunca impuesta por un dictador fascista, y cada vez son más las voces que demandan un referéndum sobre su continuidad. ¿Monarquía o República? y volvemos al dilema de los años treinta cuando tampoco funcionaba la monarquía y la gente exigió la República. Un asunto más pendiente. Acerquemos nuestra lupa a otros.
¿Sanidad pública o privada?
La sanidad pública garantiza la asistencia igual y gratuita para todos. El gobierno gangrenado la quiere sustituir por la privada que garantiza a los ricos una buena asistencia hasta con ayuda estatal, mientras los trabajadores, ancianos, accidentados, enfermos crónicos y demás que no sean rentables económicamente serán desviados hacia el sistema público de salud, donde la asistencia será peor, masificada, con personal sanitario estresado y con largas listas de espera, mientras se cierran centros de salud de los pequeños núcleos urbanos. Otro asunto pendiente.
¿Educación pública o privada?
Mientras el gobierno gangrenado aumenta las subvenciones a la escuela privada concertada, disminuye las inversiones en la pública. Eso significa menos recursos en el aula, en becas y comedores escolares, menos profesores y peor pagados, pero más desmotivados y estresados en aulas donde el número de alumnos por clase no cesa de subir, como sucede con las tasas académicas que dificultan el acceso a la Universidad de los que pueden por méritos. Nuevo asunto pendiente.
¿Banca privada, o pública?
La banca privada en España es una merienda de antropófagos que ha metido en la caldera hirviente al país entero, mientras el gobierno gangrenado actúa como lo que es: un enfermo desorientado y en lugar de apagar el fuego, alimenta a los antropófagos para que no se les apague. Por tanto, el único modo de salir de la olla es una banca pública. De lo contrario, los antropófagos seguirán alimentándose con lo nuestro y sin hartarse nunca. Una banca pública gestionada por un nuevo gobierno de una democracia participativa facilitaría las inversiones a pequeños y medianos empresarios y autónomos, así como podría exigir a la banca privada la devolución de todo el dinero de los contribuyentes que les fue saqueado por el gobierno gangrenado. Siguiente asunto pendiente.
Dación en pago, condonación de la deuda hipotecaria, alquiler social. ¿Es posible todo esto? Europa dice que es ilegal la ley hipotecaria española, pero el Gobierno no solo desoye a la Ley, sino que además pretende judicializar las protestas sociales de las plataformas ciudadanas contra los desahucios. Y esto en un contexto donde a diario se tienen noticias de fraudes a la Hacienda Pública, de evasores millonarios y del alcance de una amnistía fiscal para ricos mientras los ingresos de las clases medias y los más pobres son recortados y se les mira con lupa en Hacienda. Cualquier persona normal tiene derecho a preguntarse dónde está la justicia en este país, en qué piensan los jueces y para qué sirve una democracia donde el pueblo es desoído sistemáticamente.
Y todavía nos queda la Iglesia y la OTAN, que se reúnen aquí porque ambas instituciones son tremendos agujeros negros de la economía española.
La primera precisaría estar controlada para pagar impuestos por todas y cada una de sus propiedades, de culto o no culto, además de serle retirada las ayudas y subvenciones. Quien quiera ser católico tiene todo el derecho, pero que le subvencione su bolsillo o el del Papa, pero no los más de diez mil millones de las arcas de todos que bastarían para solucionar los problemas del déficit que originan los recortes.Y nadie entre la presunta izquierda parece recordar que la Iglesia se lleva lo que a nosotros nos niegan. ¿Dónde está esa famosa izquierda anticlerical que milita en el Parlamento, en sindicatos, en cátedras y en tertulias de la tv? ¡ Cuánta hipocresía y debilidad de principios!
Y con respecto a la OTAN, si los miembros del patético Parlamento quieren guerrear en alguno de esos países donde juegan a que defienden derechos humanos pero lo que defienden es otra cosa y los negocios de otros, pues que cojan sus tirachinas y vayan allá a enderezar los entuertos de otros, pero que no obliguen a nuestros soldados a morir por el imperio de los multimillonarios, ni a nosotros a pagar impuestos para que puedan ir matar a sus semejantes.
Todos los remedios que se apuntan aquí creo que son de dominio público y aceptados por cualquier persona cuyo CI sea de tres cifras.