EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
A Mariano Rajoy, se le llena la boca cada vez que nos dice, intenta que a través de repetirlo podamos llegar a creérnoslo, que Aznar dejó a Zapatero una gran herencia y que este la ha dilapidado. Uno, en este caso yo, que ha venido siguiendo los aconteceres de la cosa política desde tiempos inmemoriales, se pone a pensar en que es lo que hizo Aznar para dejar un buen legado a los socialistas y llega a la conclusión de que efectivamente el ex presidente del Gobierno llegó a descubrir dónde estaba la clave para propiciar el desarrollo de España y por tanto el progreso de los españoles. La fórmula es, o era, bien sencilla: Se trataba simple y llanamente de ir poniendo un ladrillo encima del otro, lo que ocurrió es que esto produjo una “sobrecarga” tan considerable que hizo que todo se desmoronara. Cuando se construye algo, lo que sea, sobre una plataforma débil y poco o mal compactada, el derrumbe es cuestión de tiempo. Por cierto, esto me recuerda a mi niñez cuando jugaba con aquel juego de piezas de madera llamado “arquitectura” que consistía en colocar un trozo sobre otro y que cuando lo teníamos casi montado se nos venía abajo. La diferencia es que Aznar “jugaba” con ladrillos de cerámica.
Pero hay que reconocerle a Aznar que creó una nueva clase social: Los ricos-hipotecados. Estos provenían de la clase trabajadora a la que los bancos le hicieron creer que todo el monte era orégano y les dieron dinero a troche y moche sin el menor control y sin un mínimo de garantías. Lo que ha ocurrido con esta “riqueza” “fácil” y “rápida” es que hemos pasado de la época del monzón, cuando el dinero “inundaba” los hogares de los españoles, a la más cruel de las sequías. Los bolsillos se vieron anegados de dinero y desertificados después.
Esta es la herencia que Zapatero recibió, unas infraestructuras económicas de difícil mantenimiento y ahí están los resultados. El “filón descubierto” por Aznar solo era una pobre veta en la que después de dar los primeros golpes de pico resultó que no podía dar más productividad. A Zapatero le ha ocurrido como a aquel médico al que le toca atender a un enfermo en fase terminal después de que este haya pasado por otros facultativos, el enfermo muere y los que le atendieron anteriormente se lavan las manos y hasta alguno de ellos, caso de Aznar y Rajoy, se atreven a cuestionar y criticar los intentos que el último médico receptor llevó a cabo por ver de sacar adelante al enfermo moribundo.
Lo único que se puede decir de la herencia de Aznar es aquella frase tan manida de: “Fue bonito mientras duró”. Lo que ocurre es que la ficción siempre tiene los días contados y a no mucho tardar la realidad se nos presenta con toda su crudeza. Creo que Aznar se pondrá muy contento cada vez que recuerde el día en que se lo ocurrió decir que el sólo estaría ocho años, dos legislaturas, al frente del Gobierno, parece que alguien del más allá le dijo al oído lo que iba a venir después de esos dos cuatrienios en los que estuvo ostentando la presidencia del Ejecutivo español. Los ladrillos se le hubieran caído todos encima y hubiera asistido al entierro de los “ricos-hipotecados” que nacieron durante su mandato.