No hagas a nadie ni a nada vivo, nada que tú no quieres que a ti te hagan, haz siempre lo que a ti te agradaría hicieran contigo… ayudarás en todo cuanto puedas cómo quisieras ser ayudado tú y en esa reciprocidad, encontrarás felicidad y llegado su momento morirás tranquilo y en paz contigo mismo, que debe ser la máxima paz a conseguir en este mundo.
La sintetización resumida, que arriba queda escrita, es mi reflexión final sobre el lema atribuido a Jesús de Nazaret y que dice «Amaros los unos a los otros, cómo yo os he amado»… Pero medio milenio antes que «el Galileo», algo similar está en las enseñanzas de Pitágoras, el que amplía ese amor a los animales y pienso que a todo lo vivo de éste planeta… Igualmente en mis lecturas, encontré similar máxima en los sabios chinos, los que la atribuyen a épocas mucho más remotas y a los «reyes sabios», los que predicaron y procuraron practicar (ordenándolo con su poder cómo tales) un mandamiento de solidaridad y que he encontrado en textos atribuidos al sabio chino, Mo-tse el que coetáneo en el tiempo, vivió en la época de Pitágoras,… la máxima o lema chino dice así: «Actuad con respecto a vuestro prójimo cómo si lo amarais. Hacedlo en beneficio mutuo». Esta fórmula resume toda la filosofía del sabio chino, el que fue durante su vida y después incluso de su muerte, blanco de violentos ataques, reprochándole la igualdad que parecía implicar el amor mutuo; que era lo que centraban sus prédicas y enseñanzas sobre… «el Amor universal».
Hace cuatro mil años, en un libro babilonio o babilónico y escrito sobre tablillas de arcilla sobre las máximas de conducta, se decía:
No hagas mal a quién tenga una disputa contigo; devuelve el bien a quién te maltrate; practica la justicia con quien se porte mal contigo; sé grato a tu enemigo. No difames; habla bien de las personas; no digas cosas desagradables; habla favorablemente».
Prácticamente todas las religiones han hecho filigranas con ese mismo mensaje, sin más éxito que el que han tenido en convencer a la gente para que practique la castidad. Muy al contrario «falsos religiosos» (sepulcros blanqueados los denominó Jesús) han fomentado y terriblemente siguen fomentando, un fanatismo asesino, que de religioso no tiene nada, absolutamente nada. Pero prosigamos con otras enseñanzas.
«Libérate de la animosidad hacia todas las criaturas», es el mandamiento del dios Hindú Krishna. Buda y Cristo mostraron con sus propias vidas la posibilidad de ser compasivo incluso con quienes nos dañan. El judaísmo contiene el mensaje de que la venganza no es totalmente satisfactoria: «Quien quiera que sea misericordioso con su prójimo forma, sin duda, parte de los hijos de Abraham». El dios del Islam es misericordioso y compasivo. (Historia Ántima de la Humanidad, de Theodore Zeldin).
Por otra parte, en la ley judía (luego aceptada por cristianos y musulmanes) está la ley que el legislador Moisés (que vivió alrededor de 1400 años antes de Cristo) dictó al pueblo judío en sus famosas «tablas de la ley» y los diez mandamientos, en uno de los cuales ya consta el texto de que… «Amarás al prójimo cómo a ti mismo aparte del categórico, no matarás».
Moisés recordemos que viene de la civilización egipcia donde nace y por las circunstancias que se dicen, vive gran parte de su vida cerca del faraón, por lo que es deducible que estaba preparado en todas las enseñanzas de aquella civilización, la que según otros investigadores (Helena P. Blavatsky) estaba influenciada o procedía de la antiquísima civilización hindú; lo que nos da a pensar que la máxima o mandamiento estaba ya inserto en ambas y cómo tantas cosas, se pierde en la noche de los tiempos y el origen de las civilizaciones. Pero ahí queda y sigue ese gran mandamiento el que aún, estamos muy lejanos de haber iniciado su cumplimiento y pese a los milenios transcurridos. Para notar ello no hay nada más que ver lo que ocurre en nuestro alrededor más cercano… y en la mayoría de lugares de éste pobre planeta.
Pero pese a todo, la persona que empieza a despertar o que ya «ha despertado»… es atraída por esa gran máxima y reconoce su validez inamovible, e igualmente que… «los caminos serán muy diversos… pero el final de todos ellos es el mismo y que algo nos dice que en ese final… está la paz, la armonía y la fraternidad de toda la humanidad». Por tanto hay que seguir caminando hacia esa meta y pese a cuanto nos digan… quienes sean, generalmente retrógrados ignorantes.
Vemos y comprobamos una vez más, que nada hay nuevo bajo el Sol, ya todo fue dicho y milenios antes de Cristo, por tanto lo que queda es lo más importante… lo vital para la convivencia humana, o sea, practicarlo hasta llegar a la totalidad de esos mandamientos, que nos llevarían a una convivencia infinitamente mejor que la que hoy soportamos y que además está en franca y preocupante decadencia o retroceso. Por tanto hay que enseñarlo en todo tipo de escuelas en que se dice… «enseñar al ser humano».
Sirva éste artículo como mi felicitación por esta Navidad e igualmente como una esperanza por una mundo mejor y mis mejores deseos de futuro.