Probablemente, las paradojas del destino proclamen vencedor al líder “a priori” perdedor. La indignación por la lógica democrática y las políticas neoliberales llevadas a cabo desde marcos socialdemócratas pasarán factura a las filas socialistas. La desesperación por vislumbrar la “famosa” luz al final del túnel junto con la terquedad política en negar la mayor, está provocando una “derechización” de la clase media; hipnotizada por un discurso centrista, basado en la emoción como instrumento de persuasión.
El sacrificio de las ideologías a cambio de mantener el “statu quo” en una Europa fragmentada por la heterogeneidad de sus débiles estructuras, ha llevado a España a un sistema sociopolítico marcado por la ruptura de sus lazos histórico políticos de la izquierda.
La probable victoria del señor Rajoy será, sin duda alguna, el triunfo del castigo democrático, ante la sumisión socialista a los dictámenes neoliberales de Merkel y Sarkozy. A día de hoy, mucho se tendrá que esforzar Alfredo para que el “giro a la derecha” de su antecesor; justificado por las ”circunstancias y la necesidades del momento” sea comprendido por un proletariado desencantado e ideológicamente herido, ante la pérdida de sus identidad de partido.
Desde la autocrítica de la línea roja, debemos reflexionar para que la política huérfana de principios y referentes formalistas, no se convierta en una subasta de retórica barata, sin paradigmas y sin expectativas.
La reconstrucción ideológica de la izquierda, o dicho de otro modo, la búsqueda de la identidad perdida de partido; debe ser, sin duda alguna, la tarea imprescindible del post-zapaterismo para recuperar a una clase media, sociológicamente de izquierdas, pero desgraciadamente absorbida, en su mayoría, por el discurso vacío de la derecha.
Entre las causas que han contribuido a esta pérdida del discurso identificador de la izquierda, podríamos citar:
– Supresión del impuesto de patrimonio con la consiguiente disminución de los ingresos. Dicho ingreso era sostenido, en su mayoría por las rentas altas, o dicho de otro modo, la cuota de urna de la derecha.
– Reducción del déficit en mayo del 2010 con un paquete de medidas, todas y digo todas, desde la perspectiva del gasto, con el consiguiente detrimento de la calidad de los servicios públicos y, golpe bajo, a la clase media como principal consumidora de los mismos.
– Una protección exacerbada de los intereses de las élites. Cero exigencias por la vía de los ingresos. La crisis ha sido vestida de rojo. Las élites ¿han sacrificado sus bolsillos para combatirla? no.
Desde la “vox populi” cabría preguntarle, a los responsables de tales incoherencias:
– ¿Por qué no se cumplió con las exigencias de Bruselas desde el lado de los ingresos? o preguntado de otra forma, ¿era necesario aumentar el malestar de la clase media sin sacrificar los intereses de la “clase pudiente”?
– ¿Desde cuando la izquierda ha mantenido políticas fiscales desde el lado del gasto?, ¿no es de izquierdas subir impuestos para “mantener a raya” las políticas sociales?
– ¿Es justificado que la crisis haya sido una “crisis roja”?, o dicho de un modo más claro, ¿por qué ha respetado la izquierda los intereses de la derecha?
En estos momentos de confusión es cuando la retórica barata, que decíamos atrás, cobra su función principal. Hoy en día, salvo que se suban los ingresos a los “ricos” y se inyecte una jeringuilla de gasto al bienestar social de los “menos pudientes”, la marea roja seguirá perdida. El discurso de Rubalcaba se orienta, aunque tarde; a enderezar el «volante socialista» hacia los suyos.
La clase media, sin embargo, alimentará la política neoliberal de la derecha como castigo al neoliberalismo de la izquierda. Al final, con el poder en su bolsillo, la derecha, probablemente, actuará conforme a los principios de su partido. La trampa está servida.