Un buen teórico de Economía Política sostendrá sin dudar que los gobiernos deben de luchar contra las fases recesivas de los ciclos económicos con políticas contracíclicas, tratando de reactivar la economía, incurriendo en el gasto público que sea necesario.
Sin embargo, esos mismos teóricos sostendrán que las decisiones de gasto público deberán de ser tomadas desde el sentido común y buscando la eficiencia económica y social, nunca los golpes de efecto políticos.
Una buena política de gasto público combate la crisis de manera efectiva ya que consigue dinamizar la economía cuando el gasto privado se está contrayendo como consecuencia de la propia crisis o del miedo de los ahorradores e inversores privados, pero una mala política de gasto público ahonda en los efectos de la crisis.
El gobierno español está recurriendo a la teoría de la Economía Política para justificar su déficit público, aunque mucho me temo que lejos de realizar gasto público eficiente está realizando un despilfarro de los recursos públicos.
Porque el gobierno debería de diseñar un plan estructurado de lucha contra la crisis, con medidas que se complementen y produzcan un efecto multiplicador en la economía. Por ejemplo, si se reducen las cotizaciones sociales de las PYMES a la vez que se flexibiliza el mercado laboral, se producirá un incremento en la contratación.
Sin embargo, si se incrementan los subsidios de los desempleados, a la vez que se mantienen condiciones de contratación rígidas, lo único que se consigue es ahondar en la crisis de empleo que estamos sufriendo.
El problema radica, entonces, en el uso que el gobierno español está haciendo del déficit público en el que está incurriendo no en el déficit público en sí mismo. El déficit público es bueno y necesario en épocas de crisis, pero siempre que se utilice de la manera adecuada.
Si la sociedad percibiera que se está gestionando el endeudamiento público de manera correcta no le importaría pagar más impuestos, pero si se da cuenta de que se están dando palos de ciego sin saber muy bien hacia donde se va es lógico que ponga el grito en el cielo ante cualquier incremento de presión fiscal.
Por tanto, es una herejía hablar de la bondad del déficit público desde la perspectiva de medidas erráticas del gobierno español.