Karma

La hora del mundo se aproxima a las doce

APOCALIPSIS

TRES BREVES INFORMES  APOCALÁPTICOS

(AVISO PARA NAVEGANTES)

                                                                I

Nuestras experiencias cotidianas como navegantes cósmicos  en esta nave natural llamada Planeta Tierra nos dicen que sus habitantes hemos tropezado con unos obstáculos gigantescos que han abierto brechas varias y muy profundas y ponen en peligro todos los ecosistemas y nuestras vidas. Algunos de los más visibles obstáculos que nos amenazan son bien conocidos y sufridos: La múltiple y creciente agresión medioambiental, la subida de la temperatura global, el aumento del nivel de los mares y el deshielo polar, la contaminación nuclear, la disminución de las especies, los desastres meteorológicos y demás catástrofes  que enumeraremos forman un conjunto inquietante que no augura nada bueno.

Entre tanto, y a consecuencia del modo de producción agresivo del capitalismo, tan íntimamente ligado al cambio climático global como la falta de ética espiritual colectiva arroja a nuestro mundo  el aumento de la pobreza con cifras  tan crueles que en  media hora que emplease  en  escribir esta reflexión habrán muerto de hambre 257 pequeños. A esta pobreza dramática todavía hay que añadir otra que es fundamental para la vida de todos los seres:  la del oxígeno,  que decrece cada año  por metro cúbico de aire que respiramos debido a la contaminación medioambiental,  a los incendios, a las talas incontroladas en todas partes, y especialmente en la Amazonía. En el pulmón del Planeta, masivas compras de terrenos por empresas internacionales sin escrúpulos tienen por objeto la búsqueda de oro y la producción de cultivos para biocarburantes y ganadería extensiva, mientras que a la vez que se empobrece el  aire que respiramos, empobrecen, expulsan y matan  a los pobladores indígenas para quedarse con nuevos territorios. Al expolio y al ecocidio se acompaña el asesinato.

El CO2  que envenena el aire, con la aportación principal de los gases del ganado, contribuye a la debilidad de la capa de ozono que nos protege de los rayos UVA, a la sequía, a  la desertización creciente y a la falta de agua igualmente creciente,  que se agrava con las ingentes cantidades que se precisan  para la cría de vacas, cerdos, pollos y otros animales  para el consumo humano, con la ayuda, como se ha dicho,  de la  gigantesca y peligrosa cantidad de amoniaco que desprende el ganado a la atmósfera contribuyendo así al efecto invernadero.

No nos conviene olvidar  que no es preciso sacrificar animales para alimentarnos, pues existen otras fuentes de proteínas: legumbres, frutos secos, huevos, queso, y soja  que sirven igual y evitan la explotación salvaje, el dolor y la muerte de tantos millones de animales para los que se precisan- además- ingentes cantidades de tierras para pastos.

¿Y los mares? Los pescadores se quejan de que se están acabando los animales marinos por el exceso de pesca. Los ecologistas se quejan de la enorme contaminación con plásticos y residuos sucios de origen humano, así como de la radioactividad en muchas aguas oceánicas por las pruebas atómicas y las centrales nucleares.

Este es un panorama apocalíptico sin paliativos y sin solución hasta que la humanidad no adopte una ética espiritual basada en el amor a  nuestro Creador y en el cumplimiento de Sus leyes bien conocidas por todos.

Tan dramático presente y desdichado porvenir  solo lo pueden paliar un régimen de alimentación sin carne ni pescado y una forma de vida basada en la Regla de Oro “lo que quieras que te hagan a ti hazlo tú primero a otros y no hagas a ningún ser ni persona alguna  lo que no quieras que te hagan a ti”. ¿Cuántos nos hallamos dispuestos a este cambio? De este número depende el futuro del mundo. Del mundo, pero no del Planeta que, como vemos por el cambio climático, ha comenzado a regenerarse para sacudirse de encima a esta especie dañina  para sus criaturas que resultó la humana.

                                                                 II

                               MÁS CARTAS  PARA EL MISMO JUEGO SUCIO

Y para continuar el repaso ¿qué me dicen de las más de cincuenta guerras existentes y del terrorismo que practican y provocan en diferentes partes del mundo  los mismos que  proclaman a bombo y platillo los derechos divinos, las leyes internacionales  y los derechos humanos?…

Y si hablamos del modo de afrontar estos asuntos, para qué extendernos sobre cómo los dirigentes del mundo fracasan para  detener el deterioro del clima (las guerras, ni las mencionan),, mientras crece  la riada de  millones de parados, emigrantes forzosos, enfermos, inválidos y ancianos sin la atención precisa porque los recursos de los pueblos se dilapidan en  guerras, ayudas a bancos, y fábricas de automoción. Recursos todos ellos que  se les niega a los pueblos que los producen. Y hemos de recordar que jamás veremos las caras de  los responsables verdaderos de los desfalcos bancarios que dieron origen a esta crisis económica sin precedentes  ni jamás veremos el dinero sustraído por todos ellos por más que se sepa la ubicación exacta de los paraísos fiscales donde se encuentra.

Mientras tanto los gobiernos pretenden mostrarse ante sus ciudadanos como garantes (impotentes a sabiendas, como demuestra cada una de sus cumbres mundiales) para supuestamente evitar este caos al que nos han precipitado y  al que llaman cínicamente nuevo orden mundial mostrando cada país  sus fábricas de armas como garantía de que ese orden  no es una cuestión de términos lingÁ¼ísticos. Y en ese enseñar los dientes unos a otros, con excusas de “ejes del mal”, “defensa de los derechos humanos u  otras, lo que hay detrás es, como siempre, el   deseo de los fuertes por  arrancar a los otros más y más trozo de la  gran tarta Tierra para satisfacer su ego insaciable.

Estos juegos mundiales combinados de Risk y Monopoly  son los que merman las condiciones de habitabilidad en  este Planeta donde hacen sus jugadas diarias  las multinacionales civiles y eclesiásticas y los  políticos que sirven a unas y otras. Estos juegos nos conducen al desastre mundial que se añade al climático que acabamos de analizar.

                                                             III

               ¿HEMOS ENTRADO EN LA FASE DE SUPERVIVENCIA?

Miguel Delibes, escritor y académico de la Real Academia Española, preparó para su ingreso en esa institución  un discurso que tituló “Un mundo que agoniza”, publicado posteriormente  por la editorial Plaza & Janes, al que pertenece la cita siguiente:

”Esta sed insaciable de poder, de elevarse en la jerarquía del picoteo, que el hombre y las instituciones por él creadas manifiestan frente a otros hombres y otras instituciones, se hace especialmente ostensible en la Naturaleza.

En la actualidad, la abundancia de medios técnicos permite la transformación del mundo a nuestro gusto, posibilidad que ha despertado en el hombre una vehemente pasión  dominadora. El hombre de hoy usa y abusa de la Naturaleza como si hubiera de ser el último inquilino de este desgraciado planeta, como si detrás de él no se anunciara un futuro”… ”Hemos  caído en una trampa: la inmolación de la Naturaleza a la tecnología… Un principio  biológico elemental dice que la demanda interminable y progresiva de la industria no puede ser atendida sin detrimento por la Naturaleza, cuyos recursos son finitos. Toda idea de futuro basada en el crecimiento ilimitado conduce, pues al desastre… Si la industria, que se nutre de la Naturaleza, no cesa de expansionarse, día llegará en que ésta no pueda atender las exigencias de aquella ni asumir sus desechos. Ese día quedará agotada”.

Vemos que no falta mucho;  pues el agua, el petróleo, el oro, el coltán, y otros minerales que han servido y sirven aún de base para el edificio económico y económico del capitalismo  dominante tienen fechas de caducidad más próximas que lejanas. No pretendo asustar a nadie. Lo único que se pretende aquí es ayudar a abrir los ojos y dar un aviso para navegantes de la vida y hermanos en la tarea de habitar este hermoso Planeta que estamos enfermando. ¿Queremos sanarlo? Sanarlo es colaborar con él en lugar de envenenarlo y exterminar a sus criaturas incluidas nuestros semejantes humanos. Sanarlo  es sanar nuestras vidas y asegurar la de nuestros descendientes. Hasta ahora podemos elegir, pero ¿por cuánto tiempo más?

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.